martes, 15 de mayo de 2012

VISIONES, SUEÑOS.

Soy una voz que habla en un desierto, soy una voz, una sola voz.


¿Qué pasará? no sé.


Hay una casa. Es mucho decir una casa. Son unas ruinas que, al menos, tienen un techo y paredes. Es una construcción añosa y polvorienta enclavada en medio de un desierto desolado, amarillento  y en extremo seco. Yo vivo en aquellas ruinas viejas. Tal vez sea mucho decir que "vivo" en esas ruinas: me cobijo bajo ese techo mugroso, me protejo del sol abrazador y abrasador durante el día y me protejo de la helada en la noche. Allí vivo y soy sólo yo; nadie llegará a aquel lugar, ni animales ni humanos ni microbios, ni crecerán vegetales y, por eso en el día ando semidesnudo (en calzoncillos) o desnudo entero; mis pies descalzos  pisan el suelo polvoriento de esa casa y la tierra pedregosa y amarilla  de afuera: los pedruscos están calientes y filudos.
 Miro el horizonte al amanecer, al mediodía y al atardecer. En el ocaso me visto y me preparo para ir a la ciudad, para bajar a la ciudad que está a la orilla del mar; sé que a la tarde iluminan un bulevar costanero con  ampolletas de colores diversos y la gente pasea alegre y festiva. Me excita pensar en eso mientras me visto y cómo andaré yo entremedio: las luces de colores encendiéndose cuando atardece y el viento marino meciendo las ampolletas multicolores y colgantes; mas luego me digo, estoy solo, soy sólo una voz que habla en un desierto, no hay ciudad ni gente que pasea en un bulevar costanero ni menos ampolletas multicolores. 

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