viernes, 16 de enero de 2009

LA VACA BEATA .

CK: Nunca he conocido a alguien como tú.

LA DOLOROSA : ¿A qué te refieres?

CK: A alguien como tú, con esa imaginación, esa morbosidad, esa ansiedad obsesiva.

LA DOLOROSA: ¿Así me ves?, ¿Como una obsesiva?, ¿una enferma tal vez?.

CK : No, no dije eso, no me malinterpretes ¿cómo puedes decir eso? si me gustas como eres.

LA DOLOROSA: jajajajajajaja, pero si no me conoces, CK.

CK: Sé lo suficiente.

LA DOLOROSA: Eres un romántico y me idealizas, si me conocieras es seguro que no te gustaría.

CK: No me importa tu aspecto físico, me gustas tú, tu fondo, la esencia de tu personalidad.

LA DOLOROSA: jajajajajajajajaja ahora sí me haces reir y si conocieras mi esencia, mi fondo, como dices tú, verías sólo morbosidad y neurosis, tampoco te gustaría.

CK: No digas eso por favor, no creo que sea tanto, sólo eres una soñadora y en cierto modo lo soy yo también y por eso te entiendo y me gustas.

LA DOLOROSA: ¿Soñadora? ¿así me llamas?, da risa. Es mentira que no te importe mi aspecto, eres hombre y eso siempre le importa a los hombres.

CK: Es verdad, nos importa, muéstrate a la cámara entonces, Dolorosa.

LA DOLOROSA: No.

CK: Por favor, muéstrate.

LA DOLOROSA: No, no puedo, soy profesora de enseñanza básica, hago clases a niños pequeños y no me arriesgaré a perder mi trabajo.

CK: Exageras.

LA DOLOROSA: No exagero. Si el mundo se entera de que ésta maestra es una desequilibrada ya nadie tendría la confianza para que eduque a sus niños.

CK: Hablas como si fueras un peligro, no me parece que lo seas. En algo sí tienes razón, y ahora lo veo, eres efectivamente una masoquista de marca mayor que goza con sufrir. Te calificas como lo peor y autoinflinges el castigo correspondiente, aun así me gustas.

LA DOLOROSA: Otra vez con eso, no me conoces.

CK: Ya que no puedes mostrarte, dime cómo eres, descríbete, has un bosquejo de tí misma.

LA DOLOROSA: Esta bien, lo haré. Mi nombre es Claudia Martinez Cruz, 31 años, soltera, o debo decir solterona ya que dudo que me case algún día, nadie me soportaría.

CK: ¡Como te castigas¡. Prosigue y no te detengas.

LA DOLOROSA: Mido aproximadamente 1, 64 m de estatura. Confieso ser gorda, lo que me acompleja, voy en 84 kilos y cada año aumento un poco.

CK:¿Cuáles son tus medidas anatómicas?

LA DOLOROSA: Son caricaturescas y me avergüenzan: 130, 88 y 108, podríamos decir que soy una gorda tetona y culona. Toda la grasa se me va a los muslos, nalgas y tetas. Sé que algunos hombres gustan de esa abundancia, pero al mismo tiempo me hace ver como objeto ante sus ojos, incluso de burlas. Cuando estaba en el colegio me apodaban "la vaca", los chicos decían que no tenía pechos sino ubres. Todo eso me mortifica, sin hablar de la incomodidad por el peso de las tetas y de la dificultad para hallar ropa interior en el comercio; debo hacer este tipo de compras en una tienda especial para señoras regordetas. Mi gigantomastía y piel blanca hace que las venas se noten a simple vista en mis pechos como un follaje de ramas que parten de mis areolas, éstas son enormes como las de las negras y mis pezones muy grandes y carnosos. No quiero pensar en las dimensiones que adquirirían mis senos con la lactancia si tuviera un bebé.

CK: Eres deliciosa, Claudia.

LA DOLOROSA: Sí, lo soy, como una degustación de vino, el cateador la prueba y luego la escupe. ¡Que adulador eres, CK¡ sólo hay lujuria en ti, solamente eso puedo inspirar en los hombres, una lujuria baja y brutal y el resto es desprecio. Sin embargo el panorama no se ve tan bueno en el resto del cuerpo. Mi culo también es grande y me incomoda, tengo estrías en las nalgas y caderas, ni qué decir de mi vientre abultado en donde el ombligo se vuelve una oquedad oscura y rodeada de gorduras.

CK: Y en donde yo te besaría, Claudia.

LA DOLOROSA: Mi pubis está cubierto por un matorral negro y abundante, con vellos muy largos y gruesos; los labios vaginales también son largos y gruesos, tanto así que la carne se me apelotona y enrosca.

CK: Eres preciosa, Claudia.

LA DOLOROSA: Soy una mujer asquerosa.Tengo el pelo oscuro y largo, con una partidura en medio; modestia aparte, pero mi pelo es bello, abundante, firme y vigoroso. Ya vés, no todo es queja, CK. Mis cejas también son abundantes y de forma arqueada; mi rostro es alargado. Soy algo narigona, aun así mi nariz es fina y no se ve mal; tengo la boca pequeña, con labios regulares, ni gruesos ni delgados; mis ojos son color café y mi tez blanca. En cuanto a mi carácter y personalidad, tiendo al pesimismo y la melancolía; me defino tímida e introvertida, fantaseosa en extremo, morbosa, neurótica y ..... lo que ya te dije.

CK: ¿qué me dijiste?, ¿a qué te refieres?

LA DOLOROSA: Que soy una masoquista empedernida, me gusta el sado en el sexo, aparte de muy lujuriosa.

CK: ¡Que hermosa eres, Claudia¡. Pero cuéntame de tus fantasías masoquistas, ¿desde cuándo comenzaron?.

LA DOLOROSA: No sé muy bien cuándo, ni cómo comenzó. Me vienen imágenes de la adolescencia, a veces de la infancia. Antes de la adolescencia no puedo hilar los recuerdos a ese respecto, no tengo claro los tiempos ¿qué sucedió antes?, ¿qué sucedió después?, qué es fantasía, sueños o realidad, por eso obviaré esa parte y en otra oportunidad te contaré. Estudié en un colegio de monjas al que ingresé cuando tenía 12 años para completar mi educación media. Es en ese lugar, y a propósito de él, donde nacen mis primeras fantasías. En la iglesia del colegio existía un cristo elaborado en madera, muy conmovedor; estaba perfectamente tallado, seguramente por un artesano muy hábil y cubierto con pintura lo que le daba mucho realismo al color de su piel, a las marcas dejadas por los latigazos y a la sangre que se derramaba de sus heridas; su cuerpo aparecía estirado, se notaban cada una de sus costillas y la tensión de sus músculos. Cuando lo vi por primera vez quedé petrificada, era muy lindo y a la vez me inspiraba una profunda compasión, sólo de imaginar que alguien pudiera sufrir todo ese dolor se me comprimía el corazón. A los pies de la cruz estaban (también de madera) las figuras de tres mujeres, una de ellas su madre, María. Sus rostros estaban acongojados y sus ojos se alzaban hacia arriba mirando a Jesús. Como es de suponer las mujeres vestían a la usanza de esa época en la antigua Palestina, ropas que a mí se me antojaban hermosas. Esa vez, -cuando lo vi por primera vez- junto a los sentimientos que ya mencioné, y por unos segundos, me vi en el lugar de una de esas mujeres, sufriendo por el dolor del Salvador, contemplándolo en la agonía y hermosura de su sacrificio. Desde chica me gustaron las historias de la Biblia y creo haber visto todas las películas que daban en TV para Semana Santa. Eran historias entretenidas y muchas de ellas dramáticas. Me leí casi todo el evangelio, tuve buenas notas en el ramo de religión y participaba activamente en cualquier actividad escolar que las monjas organizaran y que, por supuesto, tuviera que ver con lo pastoral; incluso me hice la costumbre de rezar en la iglesia antes y después de clases; todo aquello, en realidad, era un pretexto para tener ocasión de contemplar ese cristo y a las mujeres al pie de la cruz y deleitarme con la perfección y belleza de las imágenes, a la vez que conmoverme con ellas, ¡que dulce era aquello¡ se volvió mi adicción, mi vicio secreto. Podría haber estado horas mirando esos muñecos de madera e imaginándome a mí misma en el lugar de esas mujeres. No entendía lo que me pasaba y esa admiración fue interpretada como la fe de la que hablaban las religiosas y el cura que hacía las misas. Todos pensaban, yo incluida, que Claudia Martinez era una niña religiosa, y de hecho lo era: hice la primera comunión, asistía a misa los Domingos, rezaba antes de dormir etc; pero siempre, en mi imaginario, estaban aquellas imágenes: el Cristo desnudo y torturado y las mujeres. Ya te mencioné el apodo por el que me llamaban en el colegio: "la Vaca", pues desde temprano fui tetona, pero luego agregaron un apellido y fui entonces "La vaca beata" habida cuenta de mi supuesta religiosidad. Sufría por este sobrenombre y me volví más tímida e introvertida de lo que ya era. No tuve muchas amigas, de hecho un grupo de chicos, compañeros de colegio, inventó lo de "vaca beata" y permanentemente se burlaban de mí y de mi retraimiento. Debo decir, en honor a la verdad, que aquellos chicos tenían razón, yo era una niña despistada e ingenua. Me refugié en la religión, o más exactamente en la contemplación de esa imagen la cual llevaba siempre en mi mente de manera embelezante.

CK: ¿y ésa es tu primera fantasía masoquista?.

LA DOLOROSA: No, no seas ansioso, CK, espera. Mi fantasía comenzó a cambiar, a tener variantes. En mi mente esos muñecos de madera empezaron a moverse, a tener voz, ideas, historias ........., vida. Fue así como me vi dentro del evangelio siendo la propia María Magdalena, la puta redimida por Jesús, su apóstola fiel, la mujer agradecida y estremecida por la bondad del maestro. Me imaginé enamorada de él, siguiéndolo donde fuera, lavando sus pies y atendiéndolo con esmero, me alimentaba de sus palabras y me desgarraba con su sacrificio.

CK: Pero Claudia, todas esas fantasías que me cuentas son muy extrañas y no las entiendo.

LA DOLOROSA: ¿No las entiendes, CK?.

CK: No, es decir ¿qué tienen que ver con el sado?, ¿dónde está la connotación sexual?.

LA DOLOROSA: Trato de explicarte el origen de mi inquietud, cómo, tal vez, comenzó todo y nacieron mis primeras fantasías sadomasoquistas. Quiero ser fiel y verídica y tú sólo deseas lo típico que quieren los hombres, esas imágenes burdas y repetitivas ¡que lata¡. Tengo razón cuando te digo que los hombres no me toman en serio y una vez satisfechos, o no habiendo sido saciados con facilidad, me desprecian. Eres igual a todos, es mejor que nos digamos adiós.

CK: No, Claudia, no es así, cuéntame, disculpa, continúa por favor, no te importunaré.

CONTINUARÁ.

1 comentario:

Jezabel dijo...

Leeré la historia de la dolorosa es dos partes, ya sabes, la mierda del tiempo. Y muchas gracias. Besito