domingo, 26 de abril de 2009

PROYECCIONES.

Seguramente te habrás percatado de mi fetiche sado-sexual de la crucifixión. No sé qué pienses de eso o cómo lo tomes, no sé tampoco si lo entiendes, por mi parte debo decirte que descubrí siendo niño mi sadomasoquismo a través de la iconografía religiosa de santos mártires. Pues si , así es Claudia, también te imaginé en la cruz desnuda, cómo no. La crucifixión es toda una tortura y ni siquiera estoy pensando en los clavos; el sólo estar suspendido con los brazos abiertos es muy incómodo y desesperante si se prolonga en el tiempo; la respiración se dificulta, se entumecen y acalambran los brazos y en general es sumamente incómodo. Te propondría que probáramos con aquello. Buscaríamos un lugar adecuado, solitario, para que nadie nos moleste. Yo, ya tengo pensado el espacio; la casa de una amigo en Valparaiso, él me la prestaría por unos días. Antes de comenzar y como se que nunca has ido a Valpo, te mostraría la ciudad. Es bonita, por lo menos a mi me gusta. Es una urbe construida sobre cerros, un verdadero laberinto de casas de muchos colores y de distribución desordenada como nuestra cabeza (la tuya y la mía). De seguro te invitaría a conocer "La Sebastiana" y todos aquellos lugares que siempre los turistas visitan. Me gustaría que en todo ese turisteo anduviéramos abrazados, para sentir siempre tu calidez. La casa de mi amigo está en una ladera, un sitio grande, con un árbol frondoso.
Apenas entramos a la casa, a punta de bofetadas te saco de todo el relax que significó el paseo por el puerto. Te ordeno desnudarte; debes hacerlo rápido. Quedas en ropa interior, quiero que bajes la vista y pongas las manos en tu nuca. Te sobo el cuerpo, todo el cuerpo; te aprieto las carnes, huelo tus axilas, el vientre, nos besamos. Tu lengua me electrifica, decido que tu saliva es el líquido más sabroso que he probado. Te tomo del cabello y te llevo para afuera de la casa al lado del árbol frondoso. Te arranco la ropa interior. Debes subirte a un taburete que hay junto al árbol. Te crucificaré. No hay ningún madero travesaño así que ataré tus brazos en unas ramas extendidas. Ya estás con ellos atados fuertemente, muy apretada. Quito el taburete y quedas con los pies colgando. Sientes la incomodidad; te ato los tobillos uno al otro y te doblo las piernas; vuelvo a pasar una cuerda por tus pies para fijarlos al tronco del árbol. Quedas con las piernas encogidas y los pies atados. Ya estás crucificada, me gusta verte así; los brazos elevados, tus axilas, las tetas que cuelgan hacia abajo, los muslos muy juntos y las piernas recogidas y pegadas al tronco. Tu cuerpo está cautivo, digno de una fotografía o de un cuadro. Masajeo tus genitales, meto los dedos dentro. Te masturbo un rato. Más de 4 minutos crucificada es suficiente para ti. Te dejo sola con la promesa de soltarte a los 4 minutos. Te miro desde dentro de la casa sin que te des cuenta. Tu vientre y pecho convulso me dicen que estás sumamente incómoda. He sabido que masoquistas amantes de la cruz con buen estado físico, no soportan más de 10 minutos atados a una cruz sin sufrir un ataque de desesperación. De pronto me crecen cuernos de diablo y se me ocurre una malvada idea; no voy a desatarte a los 4 minutos. Te miraré escondido, para disfrutar de tus reacciones. Tus quejidos y boca abierta delatan que te cuesta respirar. A los 5 minutos me llamas pidiendo auxilio, te veo afligida. Al minuto 6 comienzas a llorar. Debes creer que fuiste víctima de un demente que te ha dejado sola. Las lágrimas te corren profusamente, tu llanto se vuelve desgarrado, te sientes sola, sientes que un sino trágico acabará con tu vida y que no apareceré más. Los hombros se te acalambran. ¡AY, AY¡ Ha sido demasiado, me siento canalla, voy a bajarte del suplicio. Cuando estoy frente a ti veo unas gotas de sudor que bajan de tu cuello hasta tus pechos, la visión reanima mi lujuria sado. Me propongo torturarte un poco. Tú, mientras, sólo suplicas que te baje. Con un alicate arranco, brutal , matas de tu vello púbico o las retuerzo a voluntad, me divierto viendo tus expresiones de dolor; tiro y tiro de tus pelos. Te viene un ahogo insoportable. Pongo de nuevo el taburete, corto las cuerdas con un hacha, te bajo rápido. Sollozas mucho. Pobrecita, Claudia, no paras de llorar.
-ya pasó, corazón, ya pasó. Te abrazo, me compadezco, me vuelvo tierno. Hago que te sientes un rato y te doy a beber un refresco. Descansa, descansa, Claudia. Te llevo al baño. Lleno la tina hasta el tope con agua tibia y ambos nos metemos, desnudos. Nos sentamos, sentimos la tibieza del agua. Te abrazo por detrás, beso tu nuca, acaricio suavemente tus pechos y tu vientre. He sido malo, Clau. Sientes mi pene erecto tocando tu espalda baja. He sido malo. Quisiera penetrarte pero no quiero, no quiero que este momento acabe, quisiera tenerte todo el día y el siguiente así, abrazada, sólo abrazada.

3 comentarios:

Unknown dijo...

un domingo cualquiera de cualquier dia....



valparaiso y la cruz...


no es malo....

SoL dijo...

hola, me gustaria saber mas sobre tu sadomasokismo, es inkietante y distinto, el plaser esta en el sufrir???? o en el ver sufrir a alguien????

bueno besos ---SoL---

Macario dijo...

hola hola hola hola