martes, 15 de septiembre de 2009

CONDENADA.

Cuando Claudia escuchó su sentencia le pareció que ésta hacía referencia a otra persona con su mismo nombre, simplemente era imposible que ella hubiera sido la condenada a diez años de prisión en "Las entrañas del dolor"; era como un sueño, algo irreal e inverosímil. Se demoró en tomar consciencia de lo que la lectura del juez significaba para ella y para el resto de su vida, en realidad ésta ya había acabado.
Al ser retirada de frente del estrado y recién cuando el guardia le puso los grillos en las muñecas se percató de su situación y de la profunda desgracia en la que había caído. Ya no existía. Una mujer condenada a "Las entrañas del dolor" era borrada de la memoria de todos: amistades, familia, registros, ya nada quedaría de ella y de su paso por la sociedad. Nadie se acordaría y los que sí se acordaran simularían no hacerlo ya que era mal visto revivir en la memoria a quien había manchado una parte de su vida y la de los demás.
La argolla en su cuello la sintió pesada en extremo y un sudor helado le recorrió el cuerpo, se puso pálida, la garganta se le secó y se paralizó por completo; sintió que pronto se desmayaría pero al instante recordó que al ser una condenada a prisión no tenía ni siquiera ese derecho; si se hubiera desvanecido, el guardia simplemente la habría arrastrado por el suelo tirando de la cadena ajustada por la argolla a su cuello sin la menor muestra de piedad la que, dicho sea de paso, también era mal vista cuando se trataba de condenadas a "Las entrañas del dolor". Unas diminutas gotas de orina alcanzaron a salir por su uretra, mas logró retener. Detrás de ella volvió a escuchar la voz del juez que terminaba de leer la sentencia de la otra acusada.
-condenada a un año en prisión en "Las entrañas del dolor".
-NOOOOO, NO, NO, POR FAVOR PIEDAD.
El abrupto grito de la otra acusada y su posterior llanto estremeció a todos los presentes a pesar de que esas demostraciones eran habituales ante el estrado. El ataque histérico de la mujer fue rápidamente sofocado con un puntazo que un guardia le dio en el abdomen con su garrote, luego se le colocaron los grillos y se le arrastró por el suelo hacia afuera. Claudia pensó que en justicia ese ataque de histeria le hubiera correspondido a ella ya que su pena era mucho más terrible(diez años de prisión). Las condenas a más de un año de prisión en "Las entrañas del dolor" hacían que a la condenada se le confiscaran los bienes, se le despojara de sus derechos de ciudadanía, transformándose en cosa, se le quitara su nombre, el que sería cambiado por un número y, una vez completado su periodo de reclusión, se le expulsara de la ciudad hacia las soledades del desierto más árido e inhabitable que se conocía, absolutamente desnuda y previo flagelo de cuarenta latigazos; nunca más podría volver desde su exilio el que no era más que un decir ya que si no moría producto de los azotes, terminaría devorada por los animales salvajes o las inclemencias del desierto en menos de una semana, sin hablar de los bandoleros en extremo malvados que merodeaban por el páramo. Si la condena era de menos de un año, al salir de prisión, les era devuelto el nombre y aunque sin derechos, se podía vivir siendo sirvienta o mendigando por las calles de la ciudad.
Claudia hubiera preferido la muerte, de hecho su tristeza fue tan grande que la deseó con todas sus fuerzas. Si tenía suerte no pasaría de uno o dos años, no por nada la cárcel era llamada "Las entrañas del dolor"; se sometía a las internas a diarias torturas y humillaciones, absolutamente arbitrarias y si la población penal se excedía, simplemente se ejecutaba a las que sobraban, sin consideración alguna. Se sabía que era raro que alguien durara más de tres años en cautiverio."Las entrañas del dolor" se autoabastecía, es decir, las internas debían trabajar para poder comer en unos exiguos campos cultivados que producían algunas raquíticas hortalizas, además de unos cuantos árboles frutales. Cada cierto tiempo la dieta consistía en carne la cual era obtenida de las mismas internas que por una u otra razón morían o eran ejecutadas. Si llegaba a faltar la comida simplemente las cautivas morían de hambre o se les mataba contribuyendo de éste modo a la alimentación de sus compañeras. Como la prostitución estaba prohibida en la ciudad y el estado tenía el monopolio de dicha actividad económica, "Las entrañas del dolor" era la que proveía mujeres a este respecto, recibiendo el penal recursos por este concepto. Para los hombres condenados existía "Las entrañas de la pasión", pero dicho penal no tenía mayores problemas ya que las penas masculinas eran sólo de dos tipos: la ejecución en la cruz inmediatamente después de ser leída la sentencia condenatoria o la prisión por un término de siete días cada uno de los cuales era destinado a torturar salvajemente al condenado de modo que nadie o muy pocos lograban llegar vivos al día siete y si lo hacían quedaban irremediablemente lisiados. Esta diferencia para con los hombres se justificaba en consideración a que los delincuentes masculinos eran de mayor peligrosidad para la ciudad por lo que era más provechoso eliminarlos. De las mujeres, en cambio, podía extraerse algún beneficio. Claudia pensaba en todo esto cuando era tironeada por el guardia ¿cómo soportaría tanto sufrimiento? Iba con la cabeza inclinada, mirando el suelo; la levantó y vio que los transeúntes de la calle no la miraban y hacían como que no reparaban en ella, era lo usual; no lo hacían en consideración a ella para que no se avergonzara sino porque no era bien visto mirar a un condenado y la argolla en su cuello la delataba. La condenada era "cosa" y no merecía una mirada, si alguien lo hubiera hecho se le habría considerado tonto o inmaduro; los niños lo hacían, mas los niños nada temían aún y son por antonomasía seres libres.
Por un momento, Claudia se dijo que si tenía 27 años (ésa era su edad) saldría de "las entrañas " a los 37, pero de inmediato borró ese dejo de esperanza de su mente ya que no hacía bien tener esperanza y por lo demás era totalmente iluso esperar cumplir la totalidad de su condena; no se sabía de nadie que hubiera sobrevivido más de cuatro años. Cuando era pequeña había sido testigo de la liberación de una mujer después de haber estado 5 años en "Las entrañas del dolor", tenía 25 años y se encontraba muy desmejorada; presentaba cicatrices, estaba desdentada, con una delgadez extrema, escaso cabello y con una mirada funesta; a la salida de la ciudad se la había desnudado y azotado públicamente de manera brutal; se había desmayado antes de llegar al latigazo número 30; como no se movía, fue arrastrada por un jinete a caballo hasta unos cien pasos de los límites de la ciudad y dejada allí, bajo el sol, no se movió más y al día siguiente era posible observar a una bandada de buitres dándose un festín con su cadáver. No, ella no resistiría por demasiado tiempo.
CONTINUARÁ.

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