jueves, 19 de mayo de 2011

MARGINAL Y VICIOSO (Parte 13)

La mujer de más edad seguía desvanecida sin recuperar el conocimiento cuando el comandante se acercó a ella y le echó agua sobre la cabeza. El agua mojó su cabello y escurrió por la espalda limpiando la sangre, a pesar de eso la mujer no despertó.
-Esta ramera no durará demasiado, le queda poco.
-¿la despierto, señor? puedo darle un leve golpecito en el tobillo y aullará como una cerda, será para reírse- dijo un soldado.
-no, dejadla. No me gusta aumentar el suplicio innecesariamente, ya tuvo bastante, se portó bien hasta ahora, se mostraba resignada a su suerte y eso lo valoro incluso en la gente de baja ralea; no soporto los bandidos que insisten en eludir sus culpas, ella asumió el castigo que tenía merecido, no fue desafiante ni rogó piedad y, por lo demás, vosotros os divertisteis mucho. Si vuelve a despertar dadle el jugo amargo-dulce. En cambio, la otra se merece todo el rigor de la cruz, nos ha dado gran trabajo con su llanto.
-¿nos divertiremos con ella, señor?.
-no, ella es mía, yo le daré su merecido.
La muchacha escuchaba el diálogo de los dos romanos de rodillas como estaba y amordazada; abría los ojos expresando miedo y desesperación. A mí también me había gustado la actitud de la mujer de más edad, pero no por las razones que daba el comandante; yo la veía sublime y bella en su victimización y entrega, y me habían gustado también sus alaridos y la expresión de dolor de su rostro; sus alaridos eran roncos cuando la clavaban, nadie diría que fueron bellos gritos de una mujer, nadie, os aseguro, lo podría apostar, mas a mí me eran deliciosos y lo fueron más cuando babeó y finalmente perdió el conocimiento quedando en un sueño profundo; se me figuró de repente, cuando el desmayo, que parecía una diosa, mas las diosas no eran sacrificadas de esa forma, sólo las mortales son sacrificadas así; eso me dije a mí mismo rebatiéndome en mi interior mis propios pensamientos y me respondí que si no era una diosa su sacrificio la convertía en tal y entonces se transformaba en diosa para siempre dentro de mi corazón, ya que nunca olvidaría la escena de ella en el suplicio y la agonía.
Yo quería ver lo que harían con la mujer joven, la actitud de ella era completamente diferente a la de la otra; seguro estoy de que la otra mujer sentía terror, mas estaba entregada a su suerte de condenada; ésta, en cambio, no podía domar su terror, no estaba resignada a sufrir de forma tan salvaje. El brillo en los ojos del comandante me hizo pensar que la preferida de él, en realidad, era ésta joven y que el miedo y horror que se veía sentía ella le producía verdadera excitación. Ordenó desnudar a la mujer. La juventud de la hembra se notaba en su cuerpo y lo hacía diferente al de su amiga ya fijada al madero: era más delgada, el vientre era plano y firme, sus carnes estaban apretadas y nada sobraba, sus tetas eran abultadas pero menudas a la vez, no eran colgantes como las de su amiga. Tenía las marcas del flagelo en su espalda y la transpiración le humedecía la cara, el cuello y el torso. El propio comandante le ató las manos por detrás y le quitó la mordaza. Lamió la cara de ella y luego le dijo:
-sufriréis, puta, sufriréis más que vuestra amiga que yace colgada.
-NOOOOOOOO, PIEDAD, MI SEÑOR, MATADME OS RUEGO, MATADME CON VUESTRA ESPADA, COLGADME MUERTA POR FAVOR.

El comandante tomó el látigo y ella al verlo dijo:
-NO ME AZOTÉIS, OS RUEGO.
-JAJAJAJAJAJA, no lo voy a hacer ¿creéis que os haré ese regalo?
Una lluvia de bofetadas hacían que la cabeza se volviera una y otra vez hacia los lados sin darle tiempo de quejarse. Un puñetazo en el vientre dio con ella en el suelo y de inmediato él la levantó tomándole del cabello; dio otro puñetazo brutal y de nuevo al suelo; su rostro se le llenó de polvo el que se metió dentro de su boca ya que la abría desmesuradamente procurando recuperar el aire que los golpes le habían expulsado de sus pulmones, eso hizo que ya no chillara por un rato a falta de aliento. Comenzó a toser cuando recibió una patada en la espalda haciéndola retorcerse; se llenó más de polvo. El comandante le arrojó agua encima y luego él mismo tomó un sorbo, miró a sus hombres y luego a nosotros; todos observábamos en silencio. Miré hacia la colina lejana y vi que Marta también veía el cruel castigo, ¿le habrían golpeado así los bandidos que la ultrajaron?. Cuando pareció que la joven se había recuperado en algo, el comandante la puso de pie y de un tirón arrancó una mata de vellos de su sexo, dando ella un grito; los negros pelos podían verse en la mano de él; le apretó las mejillas obligándola a abrir la boca y se los hizo tragar, casi no tuvo tiempo de toser ya que de nuevo hizo lo mismo, obligándola a comerse otra mata de pelos que le había arrancado; volvió a hacerlo una y otra vez hasta que casi le dejó el sexo totalmente pelado. La arrojó al suelo, sacó su verga el comandante y la frotó en contra de las tetas mientras ella lloraba sin parar, acto seguido la poseyó allí mismo. Cuando terminó le dijo a la mujer:
-ahora, perra, A LA CRUZ.
-NOOOOOO, NOO, PIEDAAAAD.
-me gusta ver a perras como vos siendo clavadas.
Las palabras del comandante desataron un frenético berrinche de pánico en ella, parecía sufrir un ataque de alguna enfermedad o haber sido poseída por demonios.
-Al parecer no tenéis suficiente, ramera.
Acto seguido le fue introduciendo los dedos dentro del agujero de su sexo; empujó fuerte y metió toda la enorme mano dentro hasta su muñeca empuñándola finalmente. La puta gritaba desconsolada.
-AAAAAH, AY, AY, AY, NOOO, ME DUELE, AAAAY, SACADLA POR FAVOR.
-JAJAJAJAJA, no te duele, puta, mentís, lo que viene ahora os dolerá de verdad.

El comandante extrajo su mano y fácilmente su fuerte brazo la arrojó de bruces encima del patíbulo; dos soldados le ataron los brazos a él. Lo que sigue fue, en casi todo, igual a lo que había pasado con la otra puta salvo que el comandante ordenó que el claveteo fuera muy lento, que hubiera un tiempo entre un martillazo y otro y que se le clavara una muñeca seguida de la otra para alargar así el suplicio. La puta enloqueció de dolor y terminó gritando incoherencias. Antes de que la subieran a la cruz ya su culo había soltado heces, y cuando fue finalmente clavada en los talones de sus pies, muy lentamente, volvió a defecar otra vez acompañado de un chorro de orines. Como su compañera perdió el sentido y quedó allí en reposo.
CONTINUARÁ.

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