miércoles, 20 de abril de 2011

MARGINAL Y VICIOSO (Parte 10)

-Estáis cubierta de polvo, mujer, una buena sacudida os dejará limpia- dijo uno de los soldados y luego, con la palma de su enorme mano, golpeó en su cabeza a la altura del oído derecho. La pobre cayó al suelo aturdida, trató de levantarse, mas perdió el equilibrio. Ella seguía sin lamentarse ni llorar.
-Que comience la diversión- dijo el mismo soldado.
Entre varios la pusieron de pie fácilmente como si fuera extraordinariamente liviana y principiaron a manosearle por todas partes bruscamente.
-Desnudáos, puta.
La mujer, lentamente y casi a punto de perder el equilibrio, logró quitarse sus vestiduras polvorientas hasta quedar absolutamente desnuda. No hizo ningún ademán de cubrirse con sus manos. Nunca había visto a una mujer así, ¡por los dioses¡ estaba desnuda con su par de tetas y el sexo a la vista de todos los que mirábamos aquéllo. Los hombres que estaban a nuestro lado abrieron los ojos enormes. Una pequeña brisa hizo mover su cabello y un rizo de pelos que le sobresalía de su pubis, éstos eran negrísimos como los de su cabeza. Su espalda estaba atravesada por la rayas que habían dejado los latigazos, unas líneas sanguinolentas y desordenadas, lo mismo sus glúteos y piernas. Por delante también se veían las marcas del flagelo, pero en menor medida. Su vientre era abultado y tembloroso con cada movimiento, podía ver su ombligo -jamás había visto el ombligo de una mujer a excepción de aquellas etíopes que ya os he contado- las tetas eran grandes y bamboleantes, largas y caídas con los pezones oscuros, carnosos. Su cansancio era denunciado por la respiración que hacía subir y bajar rápidamente su pecho y abdomen alternativamente. Su culo era carnoso como sus tetas, vientre y muslos.
El soldado, tomándola del cabello y sacudiéndola, se volvió hacia los que mirábamos y preguntó,

-¿queréis una puta?, ¿alguien de vosotros desea una ramera? vamos, no seáis tímidos, yo sé que lo deseáis, no os costará nada, aprovechad, es gratis, aprovechad la ocasión, no seáis tontos, ahora podéis de verdad; hacedlo ahora antes de que la colguemos de la cruz. ¿Váis a desaprovechar ésta carne? no está mal esta perra.

Mientras hablaba, el soldado la zarandeaba del cabello y ella, con su mirada triste y baja, sólo estaba allí con sus brazos flojos y caídos en la actitud más sublime que yo había visto en mi vida. Uno de los hombres que miraban dijo, respondiendo a la oferta del soldado,
-es una puta maldita.
El soldado le respondió,
-JAJAJAJAJAJA, si no me equivoco, y corregidme si así lo hago, maldita ha de estar sólo después que muera. Sois una nación de estúpidos y cobardes, os quejáis de tantas cosas, mas cuando os dan regalos los rechazáis, ¡que tontos¡. ¿Sabéis? yo creo en vuestro gran dios del que tanto presumís, pero creo que os ha abandonado por ser un pueblo de imbéciles, sí, os digo bien, imbéciles e hipócritas. No me vais a convencer de que os es indiferente éste pedazo de carne que os ofrezco, mas sois hipócritas y no lo reconocéis; vosotros lo perdéis, por nuestra parte disfrutaremos.
Nadie dijo nada, ni se atrevieron a moverse. Creo que el romano tenía razón, yo mismo me habría adelantado a tomarla; sí, yo lo habría hecho pero para abrazarla y rendirle un homenaje por el cuerpo que tenía, por la entrega desesperanzada que mostraba, por su mirada de profunda desazón sin escándalo y le habría dicho que la amaba, y que amaba su cuerpo sereno, desnudo y latigado. Pero no podía hacer esa locura, habría quedado marcado y pronto tendría que haberme ido de Jerusalem ya que algo así se habría sabido.
El mismo soldado, torciéndole uno de sus brazos por detrás de la espalda, comenzó a besarla salvajemente en la boca y a lamerla como un perro en su rostro y cuello; ella cerró sus ojos y se arrobó. Comenzó otra vez a pasar de mano en mano por cada legionario, cada uno de los cuales le besaba sus pechos, o se los estrujaban con furia, o le daban palmadas en las nalgas o le sobajeaban el sexo.

-¡vaya¡ ¡que puta sóis¡, estáis mansa, como se nota que esta era vuestra ocupación de todos los días JAJAJAJAJAJA.

Luego, dirigiéndose a la otra mujer que aún se encontraba de rodillas y lloriqueando, espetó,
-y vos, ¿sóis igual de puta?

La muchacha nada contestó y sólo aumentó su llanto.

-Contestad cuando os pregunto- La bofetada que le lanzó sólo aumentó los chillidos de la mujer por lo que el comandante, estrujando salvajemente una teta la hizo levantar del suelo y comenzó darle de puñetazos en el vientre; cayó al suelo nuevamente; abría su boca desesperadamente procurando recuperar el aliento.

-¿Me lo diréis?- la joven, haciendo un esfuerzo por articular palabra dijo en voz baja,
-sí
.
-no os oigo.
-sí, soy puta como ella.
-JAJAJAJAJA, espléndido, entonces recibiréis vuestro merecido como corresponde.

Mientras, la otra mujer seguía en las manos de los demás soldados que parecían gozar en demasía de ella. El comandante levantó su mano y sus hombres detuvieron el juego, luego hablo a la gente que miraba.

-Retiraos, idos de aquí, ya que rechazasteis el regalo de vuestros amigos, idos.

La gente no se movía, el comandante entonces dió otra señal y los soldados, arrojando a la mujer desnuda al suelo, tomaron sus lanzas y cargaron contra la multitud la que corrió despavorida hacia todos lados. La dispersión fue total y muchos se fueron, mas nosotros y unos pocos más corrimos hasta una pequeña colina y desde ahí observamos. El ataque de la soldadesca no fue en serio, de eso nos percatamos nosotros desde el principio por las carcajadas de ellos así que no temimos otro ataque a pesar de que ellos sabían que estábamos en la cima del montículo ya que nos veían fácilmente y nos hacían señas que simulaban ser amenazantes.

-Khazim, observad bien lo que viene ahora y sabréis por qué los soldados nos espantaron, deseaban quedar solos- dijo "Ojo torcido".
-¿qué pasará? ¿qué harán, las clavarán ahora, eso es?
-sí, pero antes mirad lo que viene.

"Ojo torcido" ya había presenciado muchas crucifixiones de mujeres por lo que conocía todas las rutinas de los romanos a ese respecto.

-Casi siempre hacen lo mismo, al menos cuando crucifican acá en el botadero, hay poca gente por estos lugares. En la colina del Gólgota no se atreverían, está muy cerca de la ciudad.
CONTINUARÁ.

1 comentario:

Achurita dijo...

Interesante producción de textos en modo relato...



bisous