miércoles, 10 de agosto de 2011

MARGINAL Y VICIOSO (Parte 25)

Los próximos días tuve un dormir con sobresaltos y sueños extraños que me dejaron inquieto, como si presintiera que algo funesto fuera a ocurrir dentro de poco. Me encontré con "Ojo torcido" y le conté lo que había ocurrido con Joshua, él ya lo sabía, de hecho también se había convertido en asaltante de caminos y había escapado por poco de ser arrestado por los soldados; todos estos días se había refugiado en las cuevas de las montañas. "Ojo torcido" se alegró de encontrarme. Debemos celebrar nuestra amistad y la dicha de estar vivos, dijo y me invitó a compartir dos odres, uno de vino y otro de bebida amarga-dulce que había robado en el mercado. Fuimos a beber a nuestro viejo lugar favorito, el basural. Antes de salir de la ciudad recogimos agua de la fuente para mezclar y en el intertanto le conté a mi amigo el encuentro con Claudia, la ramera, y de su burla a Joshua mientras colgaba de la cruz.
-Esa puta tiene lo que merece- dijo. Lo interrogué con la mirada y entonces mi amigo me informó que había sido condenada y que con seguridad sería crucificada dentro de poco si es que ya no lo estaba. La habían acusado de ser seguidora de un facineroso que se autoproclamaba rey y ungido por Dios y que había provocado algunos desmanes en el templo hacía unos días; el facineroso, había sido también condenado a la cruz. Me pareció todo ello muy peculiar y sin sentido así se lo dije a lo que me respondió,
-en verdad nada de eso tiene sentido, ése rabí loco que se creía rey se rodeaba de pecadores y despreciados, desarrapados, leprosos, enfermos y pobres y no de gente rica y poderosa como ella lo era. Por lo demás ésa ramera era una mujer cruel y sin piedad para con nadie, en extremo altanera ¿cómo entonces podía ser seguidora del facineroso? éste rabí, dicen, hablaba de piedad, amor y perdón. Mas la prostituta Claudia era tan malvada que no sería de extrañar que fuera víctima de una trampa para inculparla, con seguridad se había hecho de muchos enemigos.
Concordé con la opinión de mi amigo, mas lamenté el saber que tan bella criatura terminaría en la cruz; lo lamenté de la boca para afuera y de la boca para adentro, pero además hacia mis adentros no pude evitar pensar en Claudia crucificada ante mí tal como lo había soñado por esos días, ¡que fascinante espectáculo sería ver su cuerpo desnudo en el retorcimiento de un sufrimiento tan intenso y tan bello como el que da la crucifixión¡. Crucifixión, pronunciaba en un susurro, crucifixión, me gustaba decir una y otra vez como si fuera un conjuro, crucifixión, hermosa palabra, crucifixión de Claudia; la frase tenía sentido, la crucifixión adquiría razón de ser si era la de Claudia. Claudia en la cruz, no me lo podía perder por nada del mundo, la diosa de la belleza, escarnecida en el madero.
-¿Os mueres por ver a la golfa ultrajada, no? os conozco, vicioso Khazim.
Nada respondí a las palabras de mi amigo y sólo lo seguí hasta el basural donde, con suerte, veríamos la ejecución de Claudia. ¿Qué creéis que sucedió?, ¿ya lo suponéis, no?, pues la verdad, estuvimos casi todo el día hasta que se dejó caer el arrebol sobre el lugar de la inmundicia bebiendo la mezcla de agua con bebida calma dolores. Aguardé atento ante los troncos secos mas no hubo crucifixiones ése día.
-La deben de haber colgado en el Gólgota, amigo, junto a su rabí pretencioso.
"Ojo torcido", como siempre, hablaba con sensatez. Al caer la noche nos dio frío y encendí una fogata. Mi amigo recordó que en un lugar de la ciudad había ocultado un odre de vino robado; con suerte, dijo, aún estaría en ese lugar; se propuso ir en su busca y yo me quedé esperando.
La tibieza del rayo solar en la cara me despertó y me vi solo. Mi compañero no había llegado, de seguro el arrepentimiento de compartir el vino le hizo quedarse en Jerusalem y esconderse en algún lugar seguro de los muchos que él conocía o el miedo a la noche del basural había dado cuenta de su valor. Cuatro soldados a caballo me sobresaltaron al irrumpir de improviso sacándome de mis pensamientos; arrastraban un tablón de madera y más atrás iba un hombre a pie con las manos atadas y con una soga en su cuello, llevaba unos andrajos cubriéndole apenas la mitad de los muslos y su cráneo estaba rapado haciéndole brillar la cabeza bajo el sol naciente. Era un condenado a la cruz y el tablón que arrastraban era su patíbulo. Los soldados al observar mi presencia nada dijeron y actuaron como si no existiera. Al llegar al punto se detuvieron y comenzaron a preparar todo, entonces el condenado, abruptamente, dio inicio a su llanto, sólo ahí me di cuenta de que no era un condenado sino una condenada, era una mujer, su cabeza afeitada me había engañado. Fuertes golpes en el vientre y patadas en el suelo dieron término al berrinche de la pobre. Se quedó callada y sin respiración mientras los soldados trabajaban. La ataron a su patíbulo de bruces en el suelo y le arrancaron los sucios pingajos que vestía. La espalda de la mujer era hermosísima y lo mismo sus glúteos, mas estaban horriblemente azotados. Cuando iban a comenzar a martillar sobre sus muñecas, uno de los soldados dio una señal de alto, acto seguido descubrió su verga erecta y se montó sobre el culo de la mujer sodomizándola. Mientras el hombre cabalgaba sobre el hermoso culo decía groserías y le daba de palmadas sobre sus lastimadas nalgas; la mujer callaba. Cuando terminó el jinete nuevamente pusieron los clavos en posición de recibir el golpe del martillo, mas hubo otro alto de parte del mismo soldado. Algo hablaron entre ellos en su lengua y decidieron desatarla.
CONTINUARÁ.

1 comentario:

Mixha Zizek dijo...

Te sigo y voy aavanzando en la historia y me sigo enganchando, besos