miércoles, 9 de marzo de 2011

MARGINAL Y VICIOSO (Parte 4).

Comenzaba a atardecer y el espectáculo del basural en la penumbra roja ya se anunciaba. Joshua comenzó a temer; la perspectiva de quedar en la oscuridad absoluta en el mismo lugar donde habían crucificado a alguien no le agradaba; para los hebreos, y para la gente en general, un muerto insepulto comienza a deambular lamentándose horrorosamente, buscando la compañía de otro ser ya sea vivo o muerto, búsqueda inútil por lo demás ya que de todos los lugares sería expulsado por su condición de maldito. Ser testigo de dicho sufrimiento y lamentación es algo que espanta a cualquiera, tal vez porque nos recuerda que nadie está completamente libre de sufrir semejante tortura. Pero a mí no me espantaba, yo ya era un ser maldito sin remedio, ya vagaba sin hogar ni compañía, había perdido el miedo. Si las cosas de la vida temporal me eran indiferentes, ¿cómo habrían de inquietarme las de la vida ultraterrena? si moría, aunque no fuera en cruz, nadie reclamaría mi cuerpo para la sepultación y las autoridades, viendo mi extranjería, se limitarían a incinerarme para evitar pestes, quedando maldito por siempre; así, de todas maneras estaba perdido.

Joshua se fue dejándome junto al crucificado. Esperaba algo, pero no sabía qué. Hasta que el arrebol del ocaso tiñó el basural y con él el cuerpo del hombre colgado. Su estado lamentable, su cara de espanto, su cuerpo humillado por la desnudez adquirió algo así como un estado de reposo, de profundo sueño plácido sin perturbaciones ni inquietudes. El patetismo de la muerte se esfumó, la brisa se despertó y se enredó en mi cabello; de pronto, casi sin darme cuenta, cerré los ojos e incliné la cabeza, luego los abrí y me ví con los brazos extendidos en cruz. Los colores de todo en rededor eran tan intensos que decidí acostarme boca arriba en el suelo continuando con mis brazos en cruz y mirando el cielo que empezaba a oscurecer de a poco. Tal vez me dormí en ése lugar de muerte ya que un rumor me hizo sobresaltar, los rumores eran decenas, cientos y miles, pero la oscuridad ocultaba a sus autores; eran las ratas (mis compañeras) que reclamaban su lugar en el territorio de los malditos y yo retrocedí; respetaba el tiempo de ellas en la noche, así que me fui.

El evento de encontrar aquel cadáver del condenado hizo que aumentara mis expediciones al basural. Deseaba ver una crucifixión, quería ver cómo era que un hombre enfrentaba aquel castigo cruel. Habría sido fácil ir al Gólgota ya que a menudo crucificaban bandidos allí y los había tantos en los alrededores de la ciudad así como en los caminos. Eran hombres temibles aquéllos bandidos, incommovibles, crueles y ladrones; tenían una vida turbulenta, pero las muertes que encontraban también eran turbulentas. Yo no me animé a ir ya que algo me decía que lo buscado no sería hallado, así que esperé, esperaba de la mañana a la tarde en el basural deambulando por las cercanías de los olivos secos que era el lugar más apto para una crucifixión ya que se aprovechaba el grueso tronco como stepe o poste. Los troncos secos de los olivos que aún se mantenían en pie eran los restos de un bosque que había existido en épocas inmemoriales. Era fácil reconstruir con la imaginación el vergel que había ocupado el basural: el pequeño arroyo ahora extinto porque había sido desviado para que la ciudad aprovechara sus aguas y las granjas y viviendas cuyas ruinas todavía se asomaban por sobre la basura; los pastores y campesinos de antes habían sido cambiados por miserables como yo, y los chivos y corderos por ratas y buitres.
CONTINUARÁ.

1 comentario:

lady morbo dijo...

Gracias por el dato!! me encanta ver películas bizarras, en todo caso las que yo te dije las bajé de www.gratispeliculas.org en el link, eróticas, suerte!!!!