jueves, 2 de junio de 2011

MARGINAL Y VICIOSO (Parte 15)

El jornada transcurre siempre lenta en el basural y esto se notaba sobremanera ese día; para mí era el efecto del calor y la pestilencia consecuente que terminaban por hacer pesados todos los movimientos y hasta los pensamientos. Después de tres horas, las mujeres eran acosadas por las moscas que atraídas por la sangre y el sudor de ellas se posaban en sus rostros y sus espaldas y traseros lacerados. El hedor ya era de lo peor por lo que el comandante ordenó la retirada, considerando que la presencia de ellos eran innecesaria. Dieron el último trago de bebida y agua a la puta más vieja y la correspondiente piedra de sal a la otra y se alejaron. El comandante fue el último en montar su caballo y cuando se aprestaba a seguir a sus hombres se dirigió a Joshua y le extendió el odre con bebida amarga-dulce.
-Tomad, muchacho, para que practiquéis la piedad con esas perras y con vos mismo, jajajajajaja. No abuséis de la bebida o imaginaréis que os atacan los buitres y que las ratas se vuelven gigantes, jajajajajajajajaja. Adiós, miserables, sacad provecho de las rameras, no están mal y aún sirven para algo.
Apenas se hubo alejado el comandante, Joshua se echó el odre a la boca y bebió un trago, luego se acercó a las putas y compartió con ellas su jugo precioso. Por nuestra parte, "Ojo torcido" y yo hicimos otro tanto con el agua. Las mujeres parecían disfrutar de la frescura del líquido como nunca lo habían hecho. Una gran roca fue nuestro refugio contra el sol y a su sombra nos tiramos en el suelo polvoriento a descansar. Las mujeres no podían vernos ya que nos daban la espalda mostrándonos sus culos latigados; se estaban asando bajo ése implacable sol y el atardecer se veía lejano, como a unas seis horas más adelante el sol se pondría rojo al morir y yo esperaba ansioso ese momento que ahora tendría otro elemento agregado. Joshua bebía un pequeño trago tras otro tratando de ahorrar la bebida, para él era el líquido más preciado que existía. Le pedí que me dejara probar su sabor. No era fácil tragarla, la amargura era real, pero se sentía bien al irse garganta abajo, un dejo de dulzura. "Ojo torcido" también bebió un sorbo. Nos pusimos a dormir. Comencé a soñar y se recreaba en mi mente la crucifixión de aquellas putas en el momento en que eran clavadas, pero, ¡oh sorpresa¡ el que clavaba no era un soldado sino la tal Marta, ella se volteaba hacia mí y me miraba como furiosa. Desperté, miré hacia las cruces y allí estaban agonizando aún las mujeres, observé la lejanía y Marta estaba allí, ¿qué estaba haciendo todavía bajo ese calor endemoniado?, supuse que si no hubiéramos estado allí, ella se habría acercado a las cruces. Me levanté con el odre de agua en la mano y comencé a caminar hacia ella, no se movió, me pregunté si tal vez habría estado todo el tiempo esperando a que yo hiciera eso. Me acercaba y ella no se movía, yo esperaba su huida, estaba seguro de que lo haría o me insultaría, pero no se movía. Conforme avanzaba el rostro de ella se iba haciendo más nítido y revelaba sofocación por la alta temperatura; me veía directo a los ojos, los tenía claros, marrón claro y su nariz era grande como su boca, el velo negro cubría su cabeza sin mostrar el cabello.
-Vete, demonio- me dijo.
-¿qué hacéis aquí?
-¿qué os importa, muchacho de mala vida?, más bien ¿qué hacéis vos y vuestros amigos vagabundos?.
-creo que lo mismo que vos, buena mujer.
-sois un insolente, un atrevido, mas no os temo.
-nada os haré, soy amigo.
-vos no sois mi amigo, mis amigos no están dentro de los indeseables y miserables de baja reputación.
-habláis de reputación, pero os digo que una mujer de reputación no anda sola a estas horas en el lugar maldito.
-atrevido, VETE, ATREVIDO.
La sien de Marta dejaba ver una gota de sudor corriendo hacia abajo y atravesando su mejilla. Su actitud era inexplicable para mí, no tenía miedo, de eso estaba seguro, de lo contrario no se habría quedado en ese lugar de muerte, mas ¿por qué me insultaba de ese modo?, ¿tan amenazante parecía ser yo?. Le extendí el odre con agua indicándole que bebiera, me miró por un momento con esos ojos hostiles y luego tomó el odre y bebió como sedienta que estaba.
-No es lugar para vos.
-tenéis razón, es un lugar para los demonios como vosotros.
-no somos demonios, sólo pobres de Jerusalem.
-pobres y perversos, sé lo que venís a hacer acá.
-sé lo que vos hacéis acá, mujer.
-no sabéis nada de mí.
-os he visto en las crucifixiones, nunca faltáis.
-soy de la cofradía de las "Las mujeres piadosas de Jerusalem".
-sólo estáis vos acá y no has bajado a asistir a esas dos condenadas, no sois tan piadosa como decís.
-aquéllas son unas rameras pecadoras.
-como todos a los que crucifican. Sólo venís a mirar.
-como todos lo hacen.
-pero vos os quedáis por largo tiempo, os he observado.
-yo también os he observado y he visto las brujerías que hacéis en las tardes al pie de los crucificados.
-¿brujerías? JAJAJAJAJA, NO, sabéis que no soy brujo.
-no, sois un demonio.
-a vos os gusta mirar a los crucificados, os deleitáis con ello, mujer, hay lujuria en vos, y es una lujuria perversa.
-¿me estáis acusando, esclavo?
-no soy esclavo y sólo digo lo que veo.
-vos sois el perverso y bandido.
-si lo fuera ya habría dado cuenta de vos, si no sois lo que decís entonces ve y asiste a esas dos desdichadas junto a nosotros.
La mujer, se levantó y se fue apresurada. Mientras se alejaba se volvía hacia atrás cada tanto. Cuando bajé a la roca que nos daba cobijo contra el sol, "Ojo torcido"estaba acostado en el suelo boca abajo, mas no dormía, observaba el culo de las crucificadas. Joshua yacía al lado, dormido de tanto beber el jugo. Me dirigí hacia las mujeres y les di un poco de agua a cada una; cuando me volví hacia la roca, "Ojo torcido" estaba detrás de mí y me dijo,
-¡que bellas son¡
-sí, decís verdad- dije.
Se acercó hasta tocar el culo a la más joven y acarició sus nalgas, luego le dio dos palmadas en ellas lo que hizo remecer el cuerpo causando que la mujer reanudara sus gritos lo que había dejado de hacer hacía horas. Su llanto volvió, lo mismo su quejadera que era muy lastimosa.
-AAAAAAAH, AY, AY, AY, ADONAY, PIEDAD, AAAAH, AY, AY, AY.
Ya no se calló y encontré razón al fastidio que manifestara el comandante romano hacia ella. Para calmarla fui por la bebida y le dí un poco, sin embargo "Ojo torcido" había comenzado, ahora, a sobar su culo y los muslos, claro que ésta vez fue más suave. De pronto, se arremangó sus vestiduras y se descubrió la verga totalmente enhiesta y de la cual goteaba esperma; se la comenzó a agitar frotándola contra el cuerpo de la mujer y haciendo expresiones de placer.
-¿Qué hacéis?- le pregunté.
-lo que siempre hago cuando crucifican mujeres, ¿no oísteis lo que nos dijo el comandante al irse? debemos aprovechar, ellas ya están malditas y a nadie le importará.
Os confieso que lujuria era lo que me movía, sí, lujuria, aunque también otras cosas como ya os he tratado de explicar, mas no había pensado en hacer lo que "Ojo torcido" estaba haciendo. Mientras él se manoseaba con la joven, yo comencé a acariciar a la otra: toqué su pobre culo lastimado, lo mojé lavándole las heridas y luego seguí con su espalda, le eché agua sobre la cabeza y el rostro. Ella sólo movía la boca, una boca pequeña; le acaricié la frente y le di de beber el jugo amargo-dulce. La puta, al abrir su boca, reveló que le faltaba un diente, suspiraba profundo y me gustaban sus suspiros.
-Gracias, buen hombre- me dijo.
CONTINUARÁ.

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