miércoles, 8 de junio de 2011

MARGINAL Y VICIOSO (Parte 16)

-SOIS UNOS MONSTRUOS, SOIS PERVERSOS ¿CÓMO PODÉIS HACER ESO?. Joshua se había despertado y nos miraba horrorizado.
-¿NO VEIS QUE ESTÁN MALDITAS? QUEDARÉIS MALDITOS TAMBIÉN. TODOS LOS GENTILES IDÓLATRAS SOIS UNOS INDECENTES.
Luego de decir aquello se volvió y se fue dejando su preciado jugo calma-dolores. Ya no fue amigo de nosotros y pocas veces le volvimos a ver desde ese momento.
Nos acostamos debajo de la roca y comenzamos a beber la bebida amarga-dulce provocándonos una soñolencia extraña. "Ojo torcido" se colocó boca arriba y se frotaba el sexo con rapidez mientras miraba el culo a las crucificadas; su cara me producía hilaridad pues torcía los ojos y babeaba como una bebé. Por mi parte, noté que mientras más bebía de aquel brebaje, más risa me causaba cualquier accidente que ocurriera. Caí en el sueño y no desperté sino después de mucho rato. Cuando lo hice, la cabeza me daba vueltas y pude comprobar que a "Ojo torcido" le ocurría lo mismo ya que al caminar se balanceaba como el agua cuando sopla el viento sobre un mar. Ya era el atardecer y comenzaba a refrescar, el sol me pareció del color más rojo del que nunca había visto, la brisa se hizo presente y el cabello colgante de las bellas se mecía insoportablemente hermoso.
-"Ojo torcido", ¿veis lo que yo veo? mirad el cabello de las putas, mirad, es bellísimo, ¿no os parece? parecen nacerles estrellas.
-sí, sí, sí, jajajajajaja. Pero debemos salir de aquí.
-¿qué decís?
-que debemos salir de este lugar, se hace de noche y es un lugar de maldición, ¿no veis aquellas sombras?
Me señalaba un lugar al lado de la roca, mas yo nada veía ni tampoco le hallaba importancia a las prevenciones y miedos de mi amigo.
-Debemos salir, Khazim, las ratas nos atacarán, en la noche sale de entre la basura un ejército de ellas comandadas por un César, un César-rata, y armadas de lanzas.
-¿por un César? estáis loco.
-Noo, no estoy loco, es la verdad, hay un César de ratas que reclama su imperio en la noche y nos condenará a la cruz si no nos vamos.
-Sois un cobarde.
Sin replicarme volvió su espalda y se fue raudo por entremedio de las inmundicias. Me había quedado solo y me sentí bien por eso. Los cuerpos de las mujeres aún seguían sudorosos y palpitantes en su cruz. Todo el conjunto me parecía increiblemente bello. Pasé mi mano por sobre la cabeza de la esplendorosa de más edad y le di un sorbo de brebaje.
-¿Cómo os llamáis, bella mujer?-le susurré a su oído.
-Miryam- me respondió. Casi no podía articular palabras, su respiración era agitada y se agitó más al hablar. De improviso, y como saliendo de su sopor, abrió los ojos muy grandes y exclamó,
-¡OOOH¡ MIRAD, ES BELLO, MIRAD, MUCHACHO.
-¿qué veis, decídmelo, vamos, quiero saberlo?
-MIRAD, SON ÁNGELES, MIRAD, ESTÁN AHÍ.
-¿dónde, mujer?
-AHÍ.
-no los puedo ver, describídmelos, hacedlo, vamos.
-SON BELLÍSIMOS, BRILLAN, SU LUZ ES .......AAAAAAAAH, AAY, UF, UF, UF, AAAAAAAH .
La mujer gritó fuerte y desgarrado y por fin su cabeza cayó hacia atrás para ya no despertar jamás, había exhalado. Su reposo era el más bello de los que había visto. Eché tierra a las heces que había abajo de su cruz y me arrodillé abrazando sus piernas, acto seguido froté mi sexo y derramé mi simiente como ofrenda para ella. Sentía la dicha más grande de mi vida y reí como nunca en ese lugar, reí a carcajadas mientras la cabeza me daba vueltas como en un remolino, no podía sostenerme en pie mas no me importaba; caí y me dormí. A la alborada desperté y lo primero fue ver las cruces, la otra mujer todavía vivía e incluso gemía, parecía increíble. Dos cuervos estaban parados sobre el patíbulo pero nada le habían hecho a los ojos de ella. Me acerqué y le di un poco de agua, ya no me quedaba del jugo amargo-dulce; después de beber, la mujer comenzó a sollozar y le dije,
-sois una mujer fuerte, resistís mucho.
Como ya no quedaba agua y no había comido me propuse encontrar algo de comida en la ciudad y buscar agua para volver luego.

Luego de llenar el odre con agua de la fuente, me dirigí al mercado; siempre iba allí a robar frutas o vender lo que encontraba por ahí. Había caminado un poco buscando a alguien distraído a quien hurtar cuando una mano me tocó por detrás, me volví y era Marta la mujer misteriosa. Quedé perplejo pues jamás imaginé que la encontraría ni menos que se dirigiera a mí.
-Muchacho pecador ¿qué hacéis aquí?
-busco algo para comer.
-sin duda andáis robando a la gente honesta.
-no es así.
-Soy agradecida, incluso con extranjeros perversos como vos, por algo pertenezco a las "piadosas", no olvido el agua que me disteis ayer cuando el calor arreciaba, y como veo por vuestra cara demacrada que no habéis probado bocado, os daré algunas cosas.
De un cesto extrajo una hogaza de pan y dos dátiles de buen color, me los dio y se volvió haciendo ademán de marcharse. Cuando ya creía que los dioses se habían apiadado de mí, Marta regresó y, llamando a dos soldados que pasaban por ahí, me acusó de haber sido robada por mí.
-Detened a ése muchacho, me ha robado el pan y unos dátiles.
Los enormes romanos me tomaron de los brazos y se aprestaban a golpearme cuando una voz, la más dulce que he escuchado en mi vida, dijo,
-no es verdad, yo lo he visto todo, él no robó nada a ésa mujer, fue ella misma que le dio el pan y las frutas.
Era la más bella mujer que nunca había visto en mi vida, iba ricamente ataviada y con su hermosa cabellera negra ensortijada descubierta como hacen las gentiles romanas y griegas, la custodiaban dos enormes y musculosos hombres negros.
-¿Creeréis a una ramera?, su testimonio no sirve- dijo Marta.
-Debo llevarme al muchacho, el magistrado resolverá esto- dijo el soldado.
Me arrastraban aquellos dos y la dueña de la bella voz los detuvo con su sola presencia.
-Dejad ir al muchacho, yo pagaré dos veces las mercancías que dice la mujer, lo pagaré y ella no podrá negarse sin quedar como rencorosa, por lo demás, él es inocente.
-está bien- dijo el soldado.
A regañadientes Marta recibió el pan y los dátiles más el dinero equivalente y fui puesto en libertad.
CONTINUARÁ.

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