miércoles, 15 de junio de 2011

MARGINAL Y VICIOSO (Parte 17)

Me arrodillé ante la hermosa mujer que me había salvado y besé sus pies expresándole numerosas palabras de agradecimiento: que sería un deudor eterno, que me ofrecía como su esclavo, que un angel como ella sólo era merecedora de bendiciones. No creáis que eran simples palabras de cortesía y adulación, las sentía verdaderamente y no sólo estaba agradecido sino que la belleza de ella era conmovedora; para mí era una reina, una diosa. Cuando era pequeño mi propia madre y los viejos de mi tribu contaban historias de la diosa de la belleza y el amor que aparecía en los oasis que eran, para mi nación, la entrada y la salida de la vida y la fertilidad de la tierra; contaban que les habían contado sus abuelos que los antiguos la habían visto aparecer ante ellos (a la diosa) más de alguna vez en los oasis del desierto y que la visión de ella era la más extasiante que podía experimentarse; que sus profundos ojos negros eran atrapantes, que su cabello tenía el perfume más delicioso que podía sentirse, que su piel era suave y cientos de atributos imposibles de describir con palabras. Esa mujer era ella, ella, la diosa de los oasis, reencarnada y tal como la había imaginado al escuchar esas historias en mi infancia.
Ante mi ofrecimiento de ser su esclavo nada dijo y fue ella más bien la que hizo la oferta de invitarme a comer a su casa, por supuesto yo acepté. La casa de la señora era la de una mujer rica y estaba adornada con exuberancia, tenía esclavos por doquier y bellas jóvenes que no parecían ser sus siervas. Comí como un cerdo cuanto se me puso en la mesa, la que era abundante y variada, incluido un rico y oscuro vino. Luego de hartarme volví a postrarme ante sus pies.
-Eternamente estoy agradecido de vos, mi señora, por favor decídme vuestro nombre para guardarlo eternamente en mi corazón y como ya os dije, si así lo queréis, seré vuestro, el esclavo más fiel, vuestro esclavo Khazim.
-¿cuántos años tenéis, Khazim?
-llegando estoy a los 16, mi señora.
-pues bien, khazim de casi 16, me llaman Claudia y por ahora no necesito otro esclavo, pero os agradezco vuestros corteses ofrecimientos.
Salí de ésa casa inmensamente feliz cargado de más comida en mi morral e impregnado del perfume de Claudia que lo invadía todo. Al llegar nuevamente al mercado me encontré con "Ojo torcido" quien me felicitó por tanta suerte y me dijo que había presenciado todo el incidente con Marta y los soldados, entonces yo me deshice en más elogios hacia la bella Claudia calificándola como la verdadera piadosa de Jerusalem. "Ojo torcido" dijo que no dudaba de mis palabras pues había visto todo, pero que Claudia no era la más piadosa de la ciudad y, por el contrario, sí una de las mujeres más crueles y arrogantes. No obstante su nombre romano era hebrea y prostituta su profesión, mas no una ramera cualquiera sino sólo para ricos hombres que podían pagar sus espléndidas atenciones; las muchachas que yo había visto eran esclavas de ella que eran destinadas también a esos efectos. Claudia tenía una gran fortuna y hacía valer su poder e influencia entre las autoridades romanas y los más potentados; me dijo que su fama se extendía por todas las ciudades de la costa hasta Sidón y Tiro e incluso se sabía de hombres que viajaban desde Alejandría tan sólo para conocerla. Mencionó que muchos de ellos habían perdido toda su fortuna pretendiendo su amor el que sólo era dirigido hacia el dinero y las riquezas. A "Ojo torcido" no le extrañaba el arranque de generosidad que había tenido conmigo los que, de vez en cuando, se hacían ver entre sus hábitos, pero que ellos no eran más que demostraciones de poder y fortuna y caprichos como de una niña rica. Yo no dudaba de la información que mi amigo me daba, pero no cambié por eso mis sentimientos hacia esa diosa del amor y la belleza.
Ya era mediodía cuando me acordé de la crucificada y corrí hasta el lugar. Al llegar espanté a los cuervos que ya habían comenzado a picar su cara, mas aún conservaba sus ojos. Su respiración agitada y sus gemidos eran profusos mas no parecía tener consciencia de lo que ocurría a su alrededor. Le abrí la boca y bebió agua. Detrás de mí venía "Ojo torcido" el que, sin más preámbulo, empezó a sobajear las nalgas de ella. No dejaba de gemir y me pregunté hasta qué punto podía resistir una mujer semejante suplicio. La mujer podía llegar a ser más fuerte que un hombre sin duda aunque no se notara. Poco después del mediodía, en la hora de más calor, la crucificada comenzó a temblar y comprendí que su fin estaba cerca, parecía que la vida, antes de irse, se despedía con un desgarrador dolor.
-AAAAAAAH, AY, AY, AYAY, OOOH, POR DIOS. IDOS DE AQUÍ, DEMONIOS.
Mi amigo y yo pensamos que se dirigía a nosotros mas pronto entendí que, al igual que su compañera, estaba teniendo una visión.
-FUERA, DEMONIOS.
Sus ojos estaban desorbitados y aterrorizados.
-¿Qué veis, mujer, decídme?
-ALLÁ, NO PERMITÁIS QUE ME LLEVEN, NOO, NO.
-No hay nada, ahí no hay nada, mujer.
-SIIII, AHÍ ESTÁN, AAAAAHAH, AAAH, AAAAY.
El grito fue feo y agudo; su desaforado movimiento hacía que manara sangre de sus muñecas y tobillos y me hizo temer que se desclavara o desgarrara. Sus ojos se pusieron en blanco y murió quedando así, con la boca abierta y los ojos espantosos como los de las estatuas de los griegos. De su culo cayó un churrete de mierda que nos hizo alejarnos instintívamente a "Ojo torcido" y a mí. Las heces hicieron que mi amigo desinflara su pasión carnal y me invitó a vagar por el lado sur de la ciudad; era una buena propuesta puesto que los dos cadáveres colgados bajo ese sol implacable comenzarían a despedir un olor insoportable; yo acepté. Volví más tarde solo, a la hora del crepúsculo, para mirar el conjunto, pero no me satisfizo del todo como antes. Ellas estaban muertas, era conmovedor, pero habían varias cosas que ocupaban mi mente y la ocuparon desde ése momento para no abandonarme jamás.
CONTINUARÁ.

2 comentarios:

Matías B. Bazán dijo...

Muy buenos textos!!!!!!!

el blog tiene muy buenos momentos!!!!


saludos!!!!!

Cristián Kristian . dijo...

Muchas gracias. Hacemos lo que podemos.
un abrazo.