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Transcurrió el día lentamente y poco a poco los caminantes dejaron de mirar, luego de pasar por allí, las negras de retorcerse y los soldados de beber. Ya casi al crepúsculo se fueron los borrachos con "Ojo torcido" a la zaga, el que ni siquiera se acordó de mí dentro de su ebriedad. Claudia seguía viva, resistía, ya prácticamente no suspiraba. Al irse el pelotón de soldados me vi solo entre ése triángulo de mujeres crucificadas. Le di de beber a las negras: agua y del jugo amargo-dulce. Ambas deliraban y tenían la piel enfebrecida, pero se notaba que resistirían muchas horas más, incluso días, parecían no reparar en mi presencia, una tan sólo cerraba los ojos y la otra miraba a un punto fijo. Claudia, en cambio, estaba en sus últimos instantes. Me acerqué a ella y me quedé contemplándola por un buen rato, luego extendí mi mano y lentamente sobajeé sus piernas dobladas, les limpié la sangre, bajé a sus tobillos e hice lo mismo con ellos; besé sus ensangrentados pies, lamí un poco y probé algo de su amargura. Fui pasando la mano por ese divino vientre azotado y transpirado, su hedor de fatiga y entrepierna sudorosa era fuerte y dulzón pero me gustó, me inflamó y ya me disponía a poseerla agarrándome del patíbulo y subiéndome a los mismos clavos cuando ella abrió los ojos y comenzó a susurrar algo. Allegué mi oído a su boca mas nada escuché. Acaricié sus blandas tetas, olí sus axilas, derramé agua por su afeitado cráneo humillado, la besé en los ojos cansados, la hice beber jugo y agua. Una lágrima empezó a derramarse por el rabillo de su ojo derecho, se la lamí y le dije,
-ya todo pasará, divina Claudia, falta poco.
Ella abrió su boca y haciendo un esfuerzo fijó su mirada en mis ojos y susurró apenas,
-grrraaciassss- volvió a correr otra lágrima de su otro ojo. De nuevo le mojé el rostro cuando, fijando su mirada en un punto infinito, comenzó a hablar.
-¡Oh, que felicidad¡, el lago, dios mío, el lago, siento su frescura.
-¿qué estáis viendo, Claudia? decidme, por favor.
-allí, el lago, el lagg....
Dejó caer su cabeza y la coroné con la diadema de olivos que había elaborado, y ya comenzaba a llorar por mi desdicha y mala fortuna cuando comprobé, por el movimiento de su pecho, que Claudia aún estaba viva. Entonces se me ocurrió que no todo estaba perdido y que todavía podía hacer algo más, que todo debería tener un sentido y comencé a buscar un palo para que me sirviera de punto de apoyo y poder así desclavar a ésta divina prostituta, diosa de los oasis de mi negra alma y bajarla de su cruz de tormento y hacerla mía y regresar a las praderas y desiertos de mis ancestros con ella, pensé todo eso a pesar de que sabía que salvarle la vida era completamente imposible, yo lo sabía, ¿comprendéis?, sabía que era del todo imposible mas quise desafiar a todo lo que mi sensatez me enseñaba y volverme demente deliberadamente y ya no volver jamás a éste basural, sucedió todo eso cuando, de pronto y atendiendo a un llamado extraño, miré al punto fijo infinito al que había estado mirando Claudia y en ese momento el crepúsculo rojo hizo su entrada y el sol muriente enrojeció el cuerpo desnudo de mi crucificada, haciéndola perversamente hermosa y triste y, entonces, un punto verde que hizo su aparición en el horizonte se inflamó más y más, agrandándose y creciendo, mas no crecía sino que se aproximaba a donde estaba y luego el punto era una bola de fuego verde de la que salisteis vosotros con ésas vestiduras encandilantes a la vista y ajustadas a vuestra garbosa silueta, como si fuerais ángeles o dioses, pero vosotros me dijisteis que no lo erais, que yo no comprendería si me explicabais, que veníais a ayudar, que a pesar de no hablar mi lengua os haríais entender y que yo os entendería lo que vosotros me dijerais a pesar de que no veo que uséis mi lengua, mas yo de igual modo me puse de hinojos frente a vosotros, pero ignorándome desclavasteis con alguna ciencia que desconozco a Claudia y la acostasteis en aquel camastro hermoso y le colocasteis todos esos cordeles encima y esa máscara en su cara que veo que le insufla vida y la hace respirar otra vez.
Y esa es mi historia que os cuento porque vos me lo pedisteis aunque no lo reconozcais porque veo claramente que sois unos virtuosos en modestia y generosidad, mas retirad la oferta que me habéis hecho, yo no atravesaré la bola de fuego verde desde la que salisteis, sólo llevad de ésta tierra maldita a vuestro mundo a Claudia que, con seguridad, es a donde pertenece y creo que por eso habéis venido a rescatar a vuestra compañera que por algún error del destino vino a caer en éste infierno de incomprensión. No, no, os lo repito, declino la invitación, no iré, me basta saber que Claudia va a un mundo mejor, de sabiduría y buena voluntad, a la eterna belleza; yo me quedo aquí aguardando en mi basural maldito para cuando vengáis en otro momento, entonces la misma Claudia vendrá por mí y yo iré gustoso, por ahora he cumplido mi propósito más inmediato y urgente, adiós, la paz sea con vosotros, hombres misteriosos del otro lado.
FIN.
FIN.
6 comentarios:
Tu historia es loquísima, tienes una imaginación que desborda, muy original todo, besos
Muchas gracias, Mixha, gracias por tus comentarios, al parecer has sido, sino la única, uno de los pocos lectores que he tenido el último tiempo.
un abrazo
Hubiese deseado que Claudia te rechazara , rechazara tu piedad aun sufriendo el peor de los castigos. Si eso hubiese pasado y con la misma lentitud del relato , hubiese sido genial.
Julliette: ¿que me rechazara? ¿a mí? ¿estoy yo ahí? vaya, tal vez.
Yo también hubiera deseado eso y mucho más, pienso a menudo en eso pero la cosa salió así y prácticamente casi no tuve nada que ver...casi.
un abrazo
Con esta entrada he terminado de leer todos los cuentos de este blog, todos alucinantes y conmovedores (algunos demasiado conmovedores, hasta las lágrimas).
Si alguna vez se propone publicar un compilado de estos relatos en papel, tenga por seguro que yo compraría su libro (fantaseo con que estoy en una larga fila, esperando a que éste sea autografiado por el autor).
Admiro profundamente sus letras y lo aplaudo de pie.
gracias, Wai. Usted es muy gentil y generosa. Gracias por leerme, no sabe lo mucho que se lo agradezco
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