viernes, 26 de junio de 2009

LA DOLOROSA EN ISLA NEGRA (Parte 3).

-Eres una vaca, que horribles son tus ubres.
Cuando dije eso, ella me miró fijo a los ojos; sabía que mentía, sabía que yo valoraba esas tetas y que me maravillaba con ellas. Di tres cachetazos en sus melones los que se movieron de manera enloquecedora como si tuvieran una vida propia e independiente del resto del cuerpo; ahogó un quejido ¡Eras delicada de tetas, dolorosa mía, como una buena y dulce hembra¡. Atenacé sus carnosos pezones y se los torcí, giré los dedos y casi doy 3 vueltas.
-¡Aaaaah, aaay¡
Cerró los ojos de dolor y corrieron 2 lágrimas por su cara.
-Ahorra los quejidos para después- le dije. Sin soltar los pezones, tiré de ellos, de a poco, muy de a poco; tiré, tiré; me retiraba hacía atrás y ella avanzaba hacia adelante tratando inútilmente de neutralizar la tensión; seguí tirando, tiré tanto que ella dejó de pisar en los libros que yo le había puesto como promontorio y puso la punta de sus pies en el suelo. Seguí tirando.
-¡AAAAAAH, AAAY¡
Sus tetas abundantes se estiraron y perdieron volumen para ganar longitud. ¡Que elástica puede llegar a ser la piel cuando la tensión es mucha¡ los que no lo han visto no lo creerían. Le di unas buenas y brutales sacudidas como si se tratara de ropa mojada.
-¡AAAAAAY, AAAAAH.
Su grito fue feo y parecía estar siendo desgarrada. La solté. Su respiración se agitó y estaba derechamente sollozando, volví a abofetearle la cara.
-¿No tienes suficiente, depende de ti seguir?
Como lo suponía no respondió nada. Seguí con la revisión. Pasé por su abdomen y caderas, por la parte baja del vientre; metí el índice en su ombligo de gorda y escarbé como si tratara de apuñalarla con mi dedo. No encontraba feo el cuerpo de ella. No me importaba que estuviera rellenita, eso le daba un especial encanto; tal vez si hubiera sido otra mujer no habría ocurrido lo mismo, es que, como ya lo he dicho, el cuerpo de Claudia era naturalmente un 8, lleno de curvas que habrían seguido existiendo si el tejido adiposo se hubiera acabado; no obstante ello quise atormentarla psicológicamente aprovechándome de su complejo; ella sabía que su cuerpo me enloquecía pero su complejo era tan grande que mis palabras, de todas formas, resultarían peor que los azotes. Hundí mis dedos en las gorduras de sus caderas y tiré de ellas.
-Mira que chancha estás, cerda asquerosa, mírate, eres un asco. Debes mirar lo fea que eres.
Fui a buscar el espejo de cuerpo entero que había en el baño y lo instalé en la pared frente a Claudia de manera que ella misma se mirara. Luego volví a enterrar los dedos, esta vez en la gordura de debajo del ombligo y dije,
-mira este neumático, veo que llevas repuestos para auto, que prevenida eres jajaja.
Apreté muy fuerte y ella lanzó un "aaaaay", luego dijo "por Dios". Yo lancé una carcajada y comencé a sacudirle todas las gorduras de su abdomen.
-Mira Claudia, mírate, eres una gelatina.
Le lancé cachetazos a cada una de las gorduras de su vientre el que se remecía como el agua dentro de una olla llenada al tope. Di 1, 2, 3, 4, 5 cachetadas en su guata.
-¡AAAAAAH¡ POR DIOS, NO, NO POR FAVOR- y estalló en fuertes sollozos.
-jajajaja.
Mi risa era falsa, en realidad no quería seguir; sin embargo ella no cedía ante el asalto de mi crueldad. Continué con el periplo de mi mano. Pasé por los pelos sedosos de su pubis, metí los dedos dentro de su agujero vaginal, jalé de sus labios, acaricié su clítoris. Tomé una mata de su matorral y tiré como si pretendiera arrancarlo pero sin esa intención sino sólo para causar dolor. Dio un grito, quedé con unos pocos pelos en mi mano. Volví a escarbar con los dedos su vagina, se había calentado. Me gustaba la humedad que había encontrado ya que era señal de que empezaba a disfrutar. Estuve masturbándola unos minutos, luego llevé los dedos a su boca y le ordené que los chupara.
-Cómete tus jugos de puta.
Comenzó a lamer con avidez; estuvo así un rato, tal vez 5 minutos. Miré el reloj; eran ya las 7 de la tarde y yo tenía hambre. Calenté agua en la cocina a fin de preparar un café. Me hice un sanwhich de mantequilla y jamón de pavo y luego encendí de nuevo la TV. Me dispuse a comer. En la tele pasaban una película de wester, algo aburrida pero la estuve viendo mientras comía. Demás está decir que la dolorosa seguía atada, casi colgando y no debía comer (y seguramente tenía un hambre mayor del que yo sentía) sólo mirarme a mí hacerlo. Una vez terminada mi merienda decidí estirar las piernas y dar un paseo por alrededor de la cabaña. Cuando estaba abriendo la puerta, de pronto escuché el ¡STOP¡. Miré a la dolorosa, la palabra mágica que había estado esperando. Mi corazón se alegró y sonreí, pero ella continuaba con la cara seria, me miraba fijo.
-¿Te vas?, recuerda el límite que prometiste respetar, no debes dejarme sola- era eso, mi alegría había sido prematura.
-No te preocupes, Claudia, sólo me fumaré un cigarro aquí afuera.
-quédate.
-son tan sólo unos minutos.

Y salí de la cabaña. Ya había anochecido, hacía brisa y ese olor de pinos y eucaliptos mezclado con el aroma típico de la costa de Isla Negra me invitó a respirar hondo. Caminé hacia unos arbustos para encontrar el objeto que tenía pensado. Fue fácil hallarlo, se trataba de una varilla. La corté de una rama. Era dura, larga, flexible y fina; excelente combinación. La probé, jugando con ella como si se tratara de un florete; estaba perfecta. Luego entré.
-¿Ves, Claudia? ya llegué, tomó sólo unos minutos.
Ya dije que Claudia estaba casi colgando (sólo casi) atada de manos desde la viga del techo. Me propuse ensayar otra postura para darle una azotaina diferente. En la cabaña había una gran mesa que moví hacia donde estaba Claudia. La tomé en brazos (en verdad pesaba) y la puse sobre la mesa. Debo decir que continuaba atada de las muñecas y con los brazos en alto hacia el techo, lo mismo sus tobillos, de tal manera que quedó sentada sobre el mueble con las piernas juntas y extendidas, es decir, tan sólo apoyaba en la mesa su trasero y piernas. La gordura de su bajo vientre se apelotonó sobresaliendo hacia arriba al quedar su cuerpo en ángulo recto. Sin duda esta posición era más cómoda que la anterior, sin embargo estaba destinada a la próxima tortura.
La planta de sus pies quedó expuesta a mi vista; estaban muy heridas, las toqué levemente con la varilla y percibí un pequeño gesto de dolor. En sesiones pasadas yo la había torturado haciéndole cosquillas en esa parte. Soy ignaro en esos temas, pero creo que existen en la planta algunas terminales nerviosas que despiertan de forma especial la sensibilidad; las cosquillas, aunque tortura enloquecedora, eran una humorada, un instante en que lo lúdico de la sesión se potenciaba al máximo, mas ahora esa no era mi intención. Sus plantas estaban muy lastimadas y yo iba a comenzar a golpear despiadadamente sobre tan delicada superficie. Agité la varilla en el aire y le dije:
-esto va a doler, mi chancha.
El primer impacto hizo que doblara las piernas intentando recoger su cuerpo. Di un segundo golpe y volvió a hacer lo mismo. Me obligó a atarle sus pies a la mesa de manera que quedaran fijas las piernas a ella y no pudiera moverse. La varilla es fina y cada golpe afecta la primera capa de la piel, sin embargo causa un profundo dolor, máxime si golpeamos sobre una superficie herida. Lancé un tercer golpe.
- zzzzzzzz, oooh.
Le descargué un varillazo en los pechos y le dije:
-deja de chillar. Mira, puerca, te voy a dar sólo 10 varillazos en los pies, pero por cada grito y quejido te ganarás 2 más.
La ataqué con una descarga de golpes propinados con toda la fuerza de mi brazo. Al golpe 1 apretó los ojos, ahogó el lamento. Como no pudo recoger las piernas por estar fijas a la mesa entonces acercó su tronco a los pies haciendo bailar sus tetas.
-jajajajaja, ¿dolió? y es sólo el comienzo, te faltan 9 aún.
Le dí otro y otro y otro. Al quinto golpe no pudo aguantarse.
-GGRRR, ¡AAAY¡
Gritó y abrió desmesuradamente los ojos y empezó a bufar -uf, uf, uf, uf. Le dí el sexto -¡AAAAAY¡- volvió a agigantar los ojos y su cara tembló como en un ataque epiléptico. Al número 7 descargó un "mmmmmm" contenido. Llegó el 8, el 9 y finalmente el 10, en todos ellos también conteniendo los lamentos, con los ojos cerrados y apretados, crispando mandíbulas y labios.
-Ahí están los 10, pero te quejaste 3 veces y 3x2= 6, jajaja, te faltan 6 más.
-no sigas por favor.
-tú sabes cómo debes pedírmelo, Claudia.
-no, no.
Su lamento era entrecortado y con hipos.
-Sólo 6 más.
De pronto e intempestivamente descargué un golpe.
-¡AAAAY¡
luego otro y otro hasta completar los 6. En todos ellos gritó sin dejar de llorar.
-Las 6 veces te quejaste, Claudia, en consecuencia tu multa a pagar asciende a 12 varillazos.
-no, no por favor.
Agrandó sus ojos y me miraba fijo como una loca.
-Por favor, es insoportable.
-si es insoportable dime que pare.
-PAARAAAA, NO SIGAAAS.
-así no, Claudia, tú sabes cómo debes pedirlo.
A estas alturas yo no sabía qué pensar. Realmente era un suplicio atroz el que sufría mas no se rendía ¿qué debía hacer?, miré sus pies; estaban al rojo e hinchados ¿debía continuar con 12 varillazos más? sus lágrimas no podían ser fingidas.
-Eres una enferma perturbada, Claudia, tan sólo debes pronunciar la palabra y todo acaba.
Ladeó la cabeza y descansó su frente en un brazo. Paró de llorar y quedó en silencio, luego dijo en un susurro -aún no, todavía no es tiempo. Lo dijo sin mirarme a la cara. Ya no podía más, bastaba con decidirlo, la desataba y nos devolveríamos a la ciudad, pero nunca más vería a la dolorosa, de eso estaba seguro. Ella no diría STOP en toda la noche, era una masoquista suicida.
-Eres una perturbada.
-Lo sé, podemos dejarlo hasta aquí.
Su voz sonó fría y lejana. En ese instante pensé en la dolorosa como el ser humano más solo del mundo, me superaba a mí en soledad, su trastorno era extremo ¿cuál era la necesidad de sentir dolor a ese nivel?.
-¿Qué quieres demostrar? ¿cuál es el fin de todo esto?
-ya déjalo, me voy, no eres el que busco, me equivoqué contigo. Siempre me equivoco con los hombres.
Dijo eso con voz y mirada acerada. Me llené de ira y descargué un varillazo. Recogió su cuerpo y movió los deditos de sus pies como saludando el golpe: había cerrado los ojos y pudo contener el grito; sin duda lo estaba esperando y me había provocado. Le di 11 varillazos seguidos, sin ninguna tregua; se contuvo en todos pero al número 12 soltó un "aaaaaay" desesperado. Me dijo,
-debes multarme con 2 golpes.
Hundí mis dedos en su teta derecha, salvajemente y dije,
-el que castiga soy yo, ¿entendido?
CONTINUARÁ.
Nota : Las fotografías son una contribución de Lilith, fotógrafa y viajera de un periplo que no termina jamás. Mis eternos agradecimientos a ella.

sábado, 20 de junio de 2009

LA DOLOROSA EN ISLA NEGRA (Parte 2).

Me sobrevino tristeza. La dolorosa me gustaba, gozaba con ella como nunca lo hice con ninguna mujer y ....tal vez me estaba enamorando, no sé, tal vez. No me escribía. Pasó un mes y mi orgullo no pudo más y le envié un mail. No contestó. Volví a hacerlo 5 veces sin resultado. Le mandé una última carta en que le ofrecía hacer las cosas como a ella le gustaban, le expresé que me sentía preparado para ello. Mi plan era aplicarle un tormento y humillaciones tan devastadores que la harían arrepentirse, entonces yo ganaría la disputa, ella gritaría el STOP; quedaría demostrado que mi método "suave" era el mejor para luego hacer el amor tiernamente; con eso la haría mía. Le propuse mi oferta invitándola a la costa, a Isla Negra, allí un conocido mío, antiguo amigo, se había transformado en empresario turístico y poseía un camping con cabañas que arrendaba a los veraneantes. Era un lugar tranquilo y cómodo, además de aislado, quedaba a 3 km de distancia de la playa, hacia el interior. Como era temporada de baja (estábamos en primavera) no habría turistas de tal manera que podría torturar tranquilo a Claudia. Le daría una lección que no olvidaría lo que redundaría en su propio beneficio. Aceptó mi propuesta de ir a Isla Negra. Nos fuimos en bus. Partimos a las 3 de la tarde de la ciudad y llegamos aproximadamente a las 5. La estación se encontraba frente a la playa y desde ese lugar había una distancia de 3 km hasta el camping. Ya tenía las llaves de nuestra cabaña ya que me había contactado con mi amigo en la ciudad. Lo más razonable era abordar un taxi, pero decidí que iríamos a pie. La mirada de ella estaba muy ausente y tenía un mutismo que me parecía provocador lo que me irritaba, por lo que la obligaría a caminar, iniciaría desde ya su suplicio. Se lo dije -para eso estamos aquí- me contestó.

Comenzamos la marcha y Claudia, a los 3 segundos, se detuvo y me miró; sus ojos ahora eran suplicantes y conmovedores.
-Quiero fijar un límite, es sólo uno.

-dime.

-no me dejes sola en ningún momento, por favor.
Su timbre de voz también había cambiado, era el de una niña que pedía protección.
-Claudia-le dije -no es necesario que hagamos esta prueba tonta, me gusta el sado, pero no a estos niveles, tú sabes que me gusta mezclarlo con ternura.

-a mí también me gusta la ternura, pero quiero pagar por ella un buen precio, pero si no quieres está bien, me voy, no te obligaré a algo que tú no deseas.
Su mirada otra vez volvía a ser fría.
-Está bien, Claudia, vamos, respetaré tu límite y te castigaré de una forma que no soportarás y te verás obligada a reclamar el STOP, entonces, cuando eso ocurra, las cosas serán como yo diga ¿de acuerdo?
Ella no contestó, entonces yo le apreté el cuello.
-¡AAAAY¡, de acuerdo, de acuerdo- dijo y siguió con la mirada ida.

-vamos- dije y la empujé brusco -a caminar, cerda.

El camino estaba sin pavimentar y lo cercaba un bosque de pinos y eucaliptus. No se veían personas a excepción de nosotros, tampoco automóviles; todo el ambiente estaba impregnado de un aroma a pinos. La dolorosa llevaba un vestido floreado, muy ancho y largo, de tipo artesanal o hippie; ése tipo de ropas eran habituales en ella, camuflaba así su acomplejada gordura y gigantomastia; acorde con ese vestuario calzaba sandalias. Después de unos minutos y con un trecho caminado le ordené que se quitara las sandalias.-irás descalza- De mi mochila saqué una soga que llevaba al efecto y se la até a la cintura.

-iremos trotando-

Yo iría delante tirándola con la soga y ella detrás.

-Vas a sufrir, mierda, si eso es lo que quieres, deberás seguir mi ritmo hasta que lleguemos a la cabaña. No quiero que te detengas.

Sabía que tal ejercicio de correr por 3 km resultaría agobiante para ella. Estaba sobrepasada en peso y no tenía costumbre de ejercitar su cuerpo; para mí no era nada ya que soy fondista amateur. Tenía la secreta esperanza de que este ejercicio haría recapacitar a Claudia. Ella estaba habituada a los golpes, azotes, humillaciones y ese tipo de cosas, pero no a ejercicios aeróbicos, por lo demás el camino estaba plagado de piedras que irían martirizando sus pies desnudos.

-Vamos, cerda, corre.

Al minuto de correr, su blanco rostro se volvió sonrosado por el esfuerzo, su pelo se movía y parecía negro, negrísimo. Pensé en la belleza de Claudia la dolorosa; me parecía que tan sólo yo entendía esa belleza y que había sido hecha para mí. Como el vestido llegaba hasta los tobillos fue llenándose de polvo. Su frente y mejillas perladas por el sudor adquirieron la forma de la angustia.


-¿Te falta el aire, cerda?, más rápido, chancha.

Tiré de la cuerda bruscamente y me respondió con un "aaay". Sus volúmenes saltaban al ritmo del trote; realmente le pesaban.

-¿Te pesa el culo?

Ella no hablaba, no podía hacerlo ya que debía ahorrar el aliento. Yo también seguí corriendo en silencio; el cansancio comenzaba a llegarme claro que no se comparaba con el de ella. Su boca, su pequeña boca de animé japonés iba abierta, su vestido ya estaba mojado en la espalda y a nivel del pecho.

-uf, uf, uf, uf, noo.

-¿qué me dices, cerda?.

-no sigas por favor.


En respuesta, yo tiré de la cuerda y aceleré el paso.


-Más rápido no, no por favor, no puedo más, se me sale el corazón.

Seguí corriendo y me puse a su lado, trotando paralelamente a ella. Di un fuerte agarrón a su teta izquierda.

-¡AAAAY¡

Volví a hacerlo más fuerte y se la sacudí. Le dije:-sucede, Claudita, que estas ubres de vaca te pesan, lo mismo este culo de yegua-
acto seguido le pateé el trasero y cayó pesadamente, de bruces, al suelo.
-¡AAAAY¡Su rostro y pelo se empolvaron y vi sus ojos llenos de lágrimas, el vestido también se ensució; vi que su mano tenía una pequeña fisura. Se me contrajo el alma al verla tan derrotada y vulnerable pero no podía flaquear. Quedó tirada allí, usufructuando al máximo ese pequeño y accidentado descanso. Respiraba agitada ¡pobre Claudia¡ si tan sólo hubiera dicho STOP.-Levántate, vaca inmunda.Tomé su largo cabello y tiré de él hacia arriba como tratando de arrancar una mata de maleza.-¡AAAAAAAAH¡Jalé hasta que estuvo de pie, luego le dí un bofetón en la mejilla; ella llevó sus manos a la cara como tratando de taparla.-¿Has tenido suficiente, vaca?.La mirada de la dolorosa continuó impertérrita y a mí se me antojó altiva. Seguimos corriendo. Resistió el trote hasta las cabañas y a pesar de la agitación que experimentaba ya no se quejó. Sé cuan duro era para ella el esfuerzo aeróbico ¡que estoicismo más admirable tenía¡. Al fin llegamos a la cabaña. Entramos y descansamos en un sofá largo que había allí. La respiración de Claudia seguía siendo violentamente entrecortada. Tuve intención de arrojarla al suelo sin derecho a sentarse, pero me contuve, tenía que dejar se recuperara; ella seguía con esa actitud aparentemente flemática que tanto me molestaba. Saqué de la mochila un jugo de frutas y me lo bebí con avidez. Tomé uno de sus pies y vi que la planta estaba lacerada y cubierta de tierra. Desnúdate, le ordené. Claudia se quitó el vestido. Llevaba cuadros y un sostén blanco como ropa interior. Siempre me complacía contemplar la escena de ella quitándose la ropa íntima. La liberación de sus enormes pechos de la prisión de su, también enorme, sostén era un espectáculo alucinante; el sólo pensar en el tamaño extraordinario de esa prenda hacía que el pene se me endureciera al instante; y allí estaba ese par de volúmenes, blancos y húmedos por el sudor. Se quitó los cuadros. Desnuda total, indefensa desposeída. Quedaron al descubierto sus gorduras, estrías y piel de naranja que tanto le acomplejaban ¡Que enorme culo, por Dios¡. Los muslos de sus piernas eran gordos pero con las carnes apretadas, no puedo decir lo mismo de su vientre y nalgas que al más mínimo movimiento temblaban como una gelatina. Toda esa piel blanca rellena de lípidos en sus partes más deseables hacía resaltar el bosque negro y tupido de su pubis. Una vez desnuda, le extendí alcohol desnaturalizado y dije:-ve al baño y aplícatelo en las heridas de los pies después de lavártelos.Se dirigió al baño cojeando del pie izquierdo y bamboleando involuntariamente sus grandes nalgas. Terminé mi jugo de frutas y encendí el televisor. Estaban dando un documental sobre la vida de los animales salvajes, sobre el perro salvaje africano. Me entretuve unos minutos y luego me fui al baño. Ella estaba sentada en la taza del Water aseándose los pies y aplicándose el alcohol con un algodón tal como le había ordenado.-Andate, perra, de aquí, me voy a dar una ducha.

Se puso de pie, pero antes de que saliera la tomé del cabello y la obligué a ponerse en 4 patas. Sus blancas ubres quedaron colgando y casi rozaban el suelo; su trasero, en esa posición, no sólo se veía enorme sino groseramente redondo. Extraje un condón del bolsillo de mi pantalón y le ordené que me lo ajustara al pene. A estas alturas el miembro estaba duro y erguido y no era necesario ningún masaje previo como siempre ella me hacía. Una vez ajustado el condón, y de nuevo en 4 patas, se lo metí por el ano con fuerza.-¡ AAAAY¡- se quejó.


Comencé mi ataque a un ritmo suave.
Llevé mi mano a su vagina y palpé con el índice su interior para ver si estaba húmeda. Ciertamente no estaba excitada: el ejercicio y las heridas en los pies habían sido demasiado para ella. Su cara le hacía honor a su apodo y reflejaba angustia y desánimo. En sesiones anteriores yo había sodomizado a Claudia. Siempre su culo estaba apretado para mi placer y su dolor, mas ella gozaba y se provocaba los más bullados orgasmos masajeándose el clítoris paralelamente a mis ataques, según su testimonio las sodomizaciones le proporcionaban los más grandes placeres, pero ahora era distinto; ella no estaba gozando y la enculada le dejaba tan sólo dolor. Continué con la cabalgata acompañándola con groserías e insultos. A cada embestida le agregaba un fuerte cachetazo en las nalgas.
-Que culo de yegua tienes- le decía.


Por la ausencia de gozo en Claudia, diría que técnicamente eso era casi una violación. Tiré de sus cabellos para que hicieran las veces de riendas.

-¡AAAAAH¡-

Por el espejo de la pared notaba como se balanceaban las tetas; innumerables veces había tenido esa visión y nunca me dejaba de impresionar. Cuando me vino la corrida, enterré brutalmente los dedos en sus gelatinosos glúteos respondiendo ella con un grito agudo y ahogado. Fue placentero para mí, pero no estuve satisfecho, sabía que ella no había gozado y siempre esperé el STOP que no llegó. Mandé que se pusiera de pie, me quitara el condón y vaciara el semen en un vaso de vidrio que estaba sobre la mesa del living.

-bébetelo- le ordené.

Ella cerró los ojos y tragó el esperma.

-Para que te calme la sed, ese es tu refresco, puta cochina.

Acto seguido la dejé atada de las muñecas, con los brazos en alto como ya dije al principio. Me fui a tomar una ducha para quitarme la transpiración que me había provocado el pequeño maratón. Mientras caía el agua sobre mi cabeza me preguntaba qué seguiría después. La dolorosa no se rendía, es más, yo estaba a punto de hacerlo, con lo que ya le había propinado sólo deseaba consolarla, curarle sus heridas, arrumarla y hacerle el amor, pero sabía que mi rendición provocaría su desprecio y ya nunca más la vería, debía resistir y aumentar mi sadismo; volví a la sala desnudo y descalzo, secándome con una toalla. Ella continuaba atada, con los brazos en alto, aún no comenzaba a dar muestras de incomodidad, se veía serena. Encendí la estufa para entibiar el ambiente; ambos estábamos desnudos y no queríamos resfriarnos. No obstante estar en primavera, el clima costero sin ser excesivamente frío era muy húmedo por lo que puse la calefacción a su máxima capacidad; la cabaña era de madera y no tardaría en subir la temperatura.

-Te voy a revisar el cuerpo, Claudia- le dije.

Con la mano le apreté las mejillas a fin de que abriera la boca como un pez; le metí los dedos por sus encías, dientes, paladar y lengua; apreté su nariz, le metí los dedos en las fosas nasales; di 2 fuertes tirones a sus orejas a los que respondió con un "aay" tembloroso; traté de introducirlos en sus oídos sin éxito. Apreté su cuello presionando hasta que empezó a dar muestras de sofoco, luego jalé del cabello; lo sacudí uno, dos, tres veces, lanzó un "aaay" y los ojos se le llenaron de lágrimas-Plaf - le dí un cachetazo en la cara.

-Ya, deja de quejarte, puta.

Seguí con su parte trasera, pasé mi palma por su espalda, di un cachetazo a cada una de sus nalgas y seguí bajando, pero antes me puse un guante de goma en la mano derecha y le dije,

-no quiero ensuciarme con tu mierda de chancha.

Introduje el dedo medio y luego el índice en su ano. Lo metí y lo saqué alternativamente, luego escarbé con brutalidad como si tratara de encontrar algo; ella volvió a quejarse. Me quité el guante y continué pasando la mano por sus muslos. No se trataba de caricias sino de un símil de revista, una búsqueda de alguna imperfección que en realidad no existía. Me puse frente a ella para revisar la delantera, pasé por sus sobacos perfectamente afeitados, por su pecho, bajé a sus ubres de vaca que tanto me gustaban.

CONTINUARÁ.

viernes, 12 de junio de 2009

LA DOLOROSA EN ISLA NEGRA.

Até las muñecas de la dolorosa con una soga. De una de las vigas del techo de la cabaña pendía una cadena que yo había puesto ahí con anterioridad. Uní las muñecas atadas a la cadena de tal manera que la dolorosa quedó con los brazos en alto, casi colgando (sólo casi) y en punta de pies. Contemplaba un cuerpo desnudo y estirado en la postura que siempre he considerado una de mis favoritas; ver una mujer así simplemente me pone a mil; era también la postura preferida de ella según me había confesado. Sus piernas estaban tensas por el esfuerzo al estar de puntas. Coloqué 2 libros gordos en el suelo como punto de apoyo o promontorio para que se parase sobre ellos y así descansase. Con el resto de la soga le até también los tobillos, muy juntitos. Al fin estábamos uno frente al otro.
La dolorosa me gustaba, ¿por qué? no sabría decirlo. Con el pasar del tiempo he tratado de racionalizar las posibles causas de ese gusto formulando hipótesis que al final no me dicen mucho porque ella era un misterio, tal vez por eso me gustaba......,me gusta aún ¿dónde estarás, Dolorosa?.

La dolorosa, la Claudia, era una mezcla, un collage de ciertos fetiches sexuales que tengo (desde la infancia) unidos a una personalidad que a mí siempre se me antojó atractiva en las mujeres, eso sin mencionar su morbidez lujuriosa, su imaginación, su actitud de entrega, el estoicismo conmovedor. Al verla con sus brazos en alto, obligada a mantener su tórax erguido y el vientre contraído, me dieron unas ganas de hundir mi nariz en sus senos y sobacos afeitados, pero no lo hice, había que esperar.
Dije que Claudia, la dolorosa, era una mezcla de aspectos que me gustaban, todos reunidos en una mujer. Su mirada oscura, insondable y melancólica, su boca pequeña poco acostumbrada a la risa; era una mujer de tez blanca y cabello castaño, muy bello. No era de hablar demasiado, más bien callada, tal vez sublimaba esa escasez de palabras con la escritura, claro, porque esta mujer escribía: narraciones, ficciones, poemas, todos tan extraños como ella misma.
"CUANDO ESTEMOS EN EL PALACIO DE LAS TORMENTAS NOS ABRAZAREMOS DESNUDOS EN LA LLUVIA, MOJADOS DE NOSOTROS MISMOS Y ENTONCES TÚ VERÁS ...."
¿verás?, ¿qué vería? me preguntaba yo. Esos fueron los primeros versos que me envió por mail. Me ví envuelto por ella y por la atmósfera que parecía seguirla siempre donde quiera que fuera. Claudia también era de una lujuria a flor de piel que se encendía sobremanera cuando se ejercía fuerza física sobre ella, entiéndase torturas, fuertes azotaínas y cualquier manera brusca o animal de hacer el amor; dejaba su cuerpo ser invadido por otro cuerpo el cual lo tomaba por asalto, a pesar de eso no podría decir que ella se rendía a ese asalto, no lo hacía y creo que nunca lo hará. Claudia no era de esas "sumisas" o "esclavas" ; creo que era de una categoría aparte, sui generis y ese era otro motivo más para admirarla. Pero además, la dolorosa satisfacía un particular gusto que tengo por la abundancia. Su cuerpo era prominente, exuberante a niveles que nunca había visto en vivo. Cuando me entrevisté con ella por primera vez no lo podía creer. Debo reconocer que era algo gorda, de 1,64 m de estatura, su peso fluctuaba entre los 80 y 87 kilos. Las mujeres obesas no son de mi gusto, sin embargo Claudia salvaba el óbice con sus medidas casi increíbles: 124, 89 y 108. Era un verdadero 8 (ocho) muy semejante al cuerpo de las mujeres negras. Si tomamos en cuenta la grasa de su cuerpo, su cintura -no obstante lo anterior- seguía siendo bastante estrecha al igual que su espalda, todo lo cual contribuía a resaltar (y no creer) su gigantomastía. Tal era la abundancia de sus tetas colgantes que cuando vestía ropas anchas o un suéter negro que era de su particular gusto, se tendía a pensar que su gordura era mayor aun de lo que en realidad era, a éste respecto se le dificultaba grandemente hallar en el comercio la ropa interior adecuada. Cada uno de sus enormes pechos estaba adornado con una gran y ubérrima areola. Puede que algún remoto ancestro de la dolorosa haya venido de África, mas el color de su piel no lo delataba; era muy blanca, más aún si pensamos que habida cuenta de su gordura no acostumbraba a andar escasa de ropas, es decir, su piel se mantenía intacta al Sol. ¡Que cuerpo más delicioso¡ sin embargo ella decía estar profundamente acomplejada con él: que las estrías, que las celulitis en las nalgas y muslos; pero a mí, Claudia me parecía ser una bonita muñeca cuyo fabricante rellenó solamente en el busto, culo y piernas, y lo demás lo dejó vacío. En su rostro no se vislumbraba la gordura del cuerpo ya que era alargado y con nariz grande, esto último no era complejo ya que se trataba de una nariz fina, y creo que Claudia estaba orgullosa de ella.

Ahí estaba la Dolorosa, atada, casi colgando. Su pubis peludo (muy peludo) me hipnotizaba; tenía un bosque negro y brillante; más de alguna vez había pasado mi lengua por esos pelos y probado su sabor ¿Dónde estarás mi hembra dolorosa?, ¿dónde estará tu loca cabeza? Ella me había desafiado, me estaba probando y por esa razón estábamos en esa cabaña de Isla Negra.
La conocí un día en un Chat, después de eso nos estuvimos escribiendo mails por semanas, luego pasamos a hablar por mesenguer, estuvimos unos meses así; finalmente nos citamos en un café para echarnos un vistazo. Por supuesto que al verla me gustó de inmediato, es decir ya me gustaba, tan sólo confirmé ese gusto. Quedé fascinado. Nos volvimos a reunir y a la tercera cita tuvimos nuestra primera sesión sado.
Nuestra manera de vivir y entender el sadomasoquismo era coincidente. ¿Cuál era el sentido de la violencia y el maltrato?, ¿cuál era el sentido de ese sadomasoquismo?, con Claudia estuvimos de acuerdo en que la respuesta a esas preguntas era "UN PRETEXTO", el pretexto para llegar a la ternura. La fuerza y la violencia eran el pretexto, la causa, la motivación que nos hacía desembocar en ternura. Yo siempre había opinado así. Desde niño me excitaron las mujeres en situaciones vulnerables en donde se exaltara su delicadeza, la belleza de sus formas, las situaciones en donde aparecieran como víctimas desprotegidas, por eso me gustaba provocar esas situaciones de dolor y sometimiento, para posteriormente tener el "PRETEXTO" de derramar mi ternura, de hacerles probar mi consuelo y congoja por ellas. Claudia decía estar de acuerdo con mi postura, me señalaba que dicha manera de entender la cuestión no era tan extraña como podría pensarse. Yo creí encontrar entonces un alma gemela; ahora no estoy tan seguro de ello. Antes de cada sesión acordábamos los términos de ella, siempre lo hacíamos así. Ella ponía los límites: lo que no quería sufrir, lo que no estaba dispuesta a soportar y yo me comprometía a respetarlos; en todo caso, estaba la fórmula de emergencia, la palabra mágica: ¡STOP¡. Yo tenía carta blanca para hacer todo lo que se me ocurriera dentro del margen de límites que ella me había puesto, pero si en el transcurso de la sesión la dolorosa no se sentía capaz de resistir podía darme el aviso correspondiente, ¡STOP¡ sólo ante esa palabra yo me detendría, esto es, si por ejemplo la dolorosa estaba siendo azotada y ella me pedía parar el castigo, llorando e implorando desgarradamente, yo no me detendría sino cuando escuchara de sus labios la fórmula mágica ¡STOP¡. Se suponía que los chillidos y lágrimas formarían parte del juego lo que no quería decir que no fueran reales o fingidas. Según ella, lo que más esperaba en la sesión eran mis muestras de cariño y ternura; el dolor valía la pena por las caricias y besitos que traerían como consecuencia, por eso Claudia me exigía dureza y humillaciones al por mayor durante las sesiones.
El primer encuentro fue una sucesión de bofetadas, pellizcos, estrujamiento de tetas y un Spanking contundente, para luego dejarnos llevar por el remanso esperado (de ternura). En la sesiones que siguieron, Claudia pedía dureza en términos crecientes, siempre más, y yo se lo daba. En cada encuentro los quejidos eran mayores y el dolor fue ocupando el lugar principal. Al verla tan doliente cambié mi forma de enfrentar el trabajo de hacerla sufrir. Comencé a dosificar las torturas con muestras de consuelo intercaladas: azotes, luego caricias, pellizcos, luego besos, apretones luego arrumacos ..., y así. Estimaba que era una buena forma de que Claudia pudiera absorber el castigo, pero a ella estos intermedios de dulzura no le gustaron y prefería seguir con el modelo de las primeras sesiones en que dividíamos el encuentro en 2 partes: la tortura, propiamente dicha y la ternura subsiguiente. Traté de volver al régimen antiguo pero confieso que no pude, simplemente me era imposible propinar por un lapso prolongado de tiempo dolores tan fuertes. Se lo hice saber y cuando ello ocurrió su mirada se hizo más inescrutable que nunca. No me habló más y dejamos de encontrarnos.
CONTINUARÁ.

viernes, 5 de junio de 2009

VIDEOS.

No resistí la tentación de mostrarle a Claudia aquellos videos; había morbo en el hecho de que ella los viera. Me producía una sensación de pesimismo ya que tenía la certeza de que a Claudia le serían indiferentes o, a lo más, le parecerían curiosamente extravagantes (ya me había pasado antes con otras chicas a las que les había mostrado los videos) esto último era precisamente lo morboso; me refiero a mi convicción anticipada de no ser comprendido, la certeza del fracaso y , a pesar de ello, a sabiendas de su perplejidad futura y de que me enjuiciaría como a un loco o paranoico, enseñárselos igual y pedirle una opinión que sabía de antemano sería de extrañeza. Estaba demasiado seguro de que vería en mí a algún tipo de orate. Ahora me doy cuenta de que tenía una esperanza inconfesada y secreta (hasta para mí mismo) de que descubriera en Claudia a mi Alter-ego fetichista, a una adoradora femenina de la crucifixión con ganas de ser crucificada.
Como siempre, le revelé todo lo que pensaba al respecto a Claudia, incluido lo de mi certeza de no ser comprendido; la idea es que mi transparencia sea pagada siempre y en todo momento con transparencia, desnudez por desnudez, prenda por prenda -transparencia en la medida de lo posible porque la transparencia absoluta no existe- También le hable de esto último ( lo de la transparencia y de que ella es imposible de manera absoluta ).Esperaba ansioso sus comentarios. Cuando me los dio , estaba seguro de que había sido sincera. Me dijo que ella nunca se había planteado la crucifixión de Cristo, y mucho menos de una Crista, en términos de un erotismo sadomasoquista. Fue en el momento de esa esperada respuesta que le pedí viera aquellos videos y formulara algún juicio de valor respecto a ellos. Al igual que yo (una coincidencia que euforia mi alma de obsesivo) la dolorosa, la Claudia, más que una consumidora, es una buscadora insaciable de pornografía sadomasoquista; eso quiere significar (la insaciable búsqueda) que tan sólo una ínfima parte de todo el mar de porno BDSM que hemos visto, nos ha dejado conformes, por lo que la búsqueda no da muestras de acabarse. No estoy seguro de si lo que buscamos sea realmente lo porno; tal vez sea solamente erotismo, algún tipo de mensaje simbólico, un punto de referencia, belleza o simple goce estético. La mayoría de lo que hemos visto –“ver” en sentido amplio, entiéndase imágenes , películas , relatos y videos- nos parecen vulgaridades, escenas fingidas de un falso dolor, aburridas, mal actuadas, retocadas, tontas etc. Tal vez esperamos encontrar literatura o cine arte, virtuosismo, o tal vez no……. qué se yo. No se crea que nuestro gusto pase por ser espectador de torturas reales estilo Snuff, cine gor, sanguinarias crueldades, canibalismo o mutilaciones, o que nos importe demasiado la exhibición de genitales o penetraciones. A este respecto recuerdo la escena de una película de principios de los años sesenta, en donde una chica es colgada de las muñecas; es electrocutada y la mujer grita retorciéndose de dolor y angustia; la mujer no está desnuda, no es una película erótica (era de agentes secretos) y el cuadro dista mucho de ser realista, pero a Claudia y a mí nos fascina, no entendemos bien por qué, si por estética, si por la combinación de forma, color, sonido, por las emociones transmitidas por la actuación etc. Por todo lo anterior era importante para mí, la opinión de mi amiga. Me pidió tiempo para dar su respuesta. Pasaron un par de días y Claudia me dijo ,
-Estuve pensando.
-¿qué estuviste pensando?- pregunté.
-No es verdad lo que te dije, eso de que nunca había pensado en la crucifixión de Jesús como algo erótico; creo que no me atrevía a reconocerlo, ni siquiera a mí misma, me daba cosas. En la adolescencia se me pasó por la cabeza, ahora me acuerdo. Gracias por sacarme a flote ese recuerdo. Creo que soy tu alter-ego, ya lo encontraste........... me encontraste.
No se si creerle a Claudia, a veces dudo y se me figura que lo hace sólo para complacerme o seguirme la corriente; así son las féminas. ¿Que le daba cosas reconocerlo? pero si ella es agnóstica, casi atea ¿qué “cosas” le va a dar ?
-Igual me da cosas, es más fuerte que yo, está en mi disco duro que dice "No se juega con Jesús el hijo de Dios, él sufrió tanto por nosotros, pobrecito, tan flaquito él y empelotas allí colgado de los clavos. Prohibido calentarse con aquello, es sacrilegio demoníaco, y mucho menos imitarlo en su dolor, y mucho menos, tú, mujer, imaginarte a ti misma desnuda en la cruz, con eso no se juega". Me lavaron el cerebro, me marcaron a fuego.
Aunque la duda persiste -ya que soy un escéptico redomado y sin remedio- acepté el argumento de la dolorosa. Tiene sentido, yo mismo me veo aprisionado por la culpa a veces, la culpa de tener un pene enhiesto ante el dolor voluptuoso de una mujer, la culpa de ser cruel y abusón. Sin embargo, y a pesar de haber tenido en mi juventud una etapa católica y sentirme un monstruo por mis fantasías sádicas, nunca pensé que con la imagen de una Jesusa pudiera estar ofendiendo a la divinidad, no me sentía sacrílego por eso (y estoy hablando de la época de católico) ¿cómo podía, mi fantasía, ofender a Dios? razonaba que Dios, ese ser todopoderoso, eran tan grande y tan sabio que una miserable fantasía fetichista que se me pasara por el mate, un mate de un miserable mortal, mal podía hacerle siquiera cosquillas a ese Zeus amo del universo, habría sido ridículamente pretensioso pensar algo así; yo microbio, ofenderlo a él con mi huevona fantasía. De todas maneras sentía culpa, mas no la culpa de un sacrílego, sino la culpa de ser cruel y abusador con el llamado bello sexo al que se me había inculcado desde niño proteger.
Cinco son los videos. Los dos primeros de una productora llamada “Cruxdreams”(http://www.cruxdreams.com/) o algo así. Aparecen unas atractivas chicas: altas , bien formadas, el prototipo de modelo de pasarela, rubias y de piel blanca, en definitiva, jóvenes de la Europa oriental. Están completamente desnudas y atadas con cuerdas a unas cruces que usan de stepe el tronco de un árbol. La idea que subyace a estos “performances” es que se trata de inocentes y bellas princesas, abandonadas a su suerte y a la tortura que significa estar crucificada en medio de un bosque, en soledad, a merced del cansancio, la sed, el hambre y las bestias salvajes de la noche.

No hay mayor argumento. Dado que no se ven penetraciones, sólo se trata de cuadros fetichistas y no pornos, y desde este punto de vista, aburridos. Ahora, desde el punto de vista de los fetichistas de la cruz (nuestro punto de vista ) la cosa tal vez sea discutible. Claudia no se vio impresionada y calificó los videos de aburridos. Dijo que los quejidos y muestras de angustia de las niñas son demasiado sobreactuadas, les falta violencia, azotes de cuerpos, todo es evidente y se resume en una mera exhibición de bellos cuerpos desnudos; criticó también la nula referencia a la idea de la Jesusa; sólo eran mujeres crucificadas. Coincidí con Claudia en todo, menos en lo de su crítica a una falta de parodia de la pasión de Jesús. Para mí en realidad eso no es tan importante, es decir, no tanto como para hacer una exacta réplica de la escena evangélica o de las obras pictóricas que la representan. Sospeché en mi amiga algún dejo de celo femenino, que luego se disipó.

Los otros dos videos son de la productora gringa "Pasión de diosas"(http://www.passionofagoddess.com/) sitio que se dedica a trabajar con fotografía artística y videos en el tema de la "Cristo-mujer". Inevitablemente hay mucho erotismo también en los trabajos de "Pasión de diosas" habida cuenta de que su piedra angular es el cuerpo femenino desnudo, sin embargo acá ya no hay, al menos conscientemente, algo porno o directamente fetichista. Se insiste en representar a Jesús como una mujer, como si los valores y enseñanzas de este resaltaran más o fueran una expresión del lado femenino del ser humano y, claro está, de la divinidad; es más, para los artistas de "Pasión de diosas" la divinidad creadora y salvadora de la humanidad es ciertamente una entidad femenina. La hija de Dios(a) (en el imaginario del artista) se hace mujer y viene al mundo a salvar a la humanidad a través de su sacrificio en la cruz la cual es expresión, precisamente, de lo masculino, de lo patriarcal, lo brutal, lo autoritario, la intolerancia y el fanatismo etc. Esta última idea ya la había escuchado o leído antes, no recuerdo donde; me parece una propuesta interesante, pero debo decir que no me convence demasiado y la encuentro discutible. A Claudia le fascinó la idea y por efecto dominó quedé fascinado con el encantamiento de ella. En sus textos, mi amiga siempre había jugado e identificado con la idea de la Diosa, de hecho su seudónimo era Afrodita y era una diosa caída, una diosa derrotada y atrapada. Claudia es feminista y de allí venía esa identificación con una diosa madre, con madre tierra y toda esa onda New age , media hipona que a mí me deja frío. La imagen de la Crista concordaba, según ella, con todo lo que instintivamente ya había jugado en su imaginario personal, entonces de ahí a desear ser una Jesusa de la pasión, había solo un paso.Claramente los videos de "pasión de diosas" no eran sadomasoquistas o de BDSM, aunque si muy eróticos; no obstante esto he sabido que de todas formas y por razones obvias, son del gusto de muchos sadomasoquistas. Los tres cuadros son una representación de Cristos-mujer en la cruz. El primer video, lo encontramos demasiado alegórico. Hay una música de fondo, la Crista nuevamente es un cuerpo de modelo top; piernas y brazos largos, vientre plano , sólo cubierta con el taparrabos y en topless , crucificada en un mundo irreal de color sepia que más que angustia parece sentir una dicha extasiante; en vez de retorcerse, se mueve lentamente, muy sexy y sugerente; la corona de espinas no parece molestarle. Claudia la demolió en críticas y yo coincidí.Los otros dos videos, en realidad dan cuenta de un mismo performance que recorre, brevemente, el flagelo , la vía dolorosa (camino al Gólgota), la clavada en la cruz, el izamiento , la agonía y finalmente la muerte. El video es oscuro para darle realce a la angustia, resalta la intensidad de los colores; la sangre, la palidez de la piel de la Jesusa, la madera de la cruz.

Se ven los soldados romanos, la corona de espinas; el vestuario está bien. La modelo, es una chica bonita, de cabello oscuro, baja de estatura, no es el cuerpo de la modelo de pasarela; su cuerpo pequeño es digno y fácil de ser crucificado, la cruz se ve más poderosa que ella, se aprecia más vulnerable , frágil y agobiada por el peso del madero que debe cargar. La crucifican semidesnuda, con taparrabos , y su agonía y dolor, se nos ocurre con Claudia, es bello y voluptuoso.

El rol de víctima fatigada se resalta y descansa al final con su muerte, la que aparece como dulce y reposada. La Jesusa, no se ve crucificada junta a nadie, está sola en un espacio negro con un cielo negro que ella mira desesperanzada(¿o esperanzada?) . Hay una crueldad estilizada ya que no es una escena de tortura real , lejos de serlo, pero no hay sobreactuación lo que compensa lo fantasioso del cuadro.Claudia quedó fascinada, dijo que el video le ayudaba a entender muchas cosas de su vida. Le dije que exageraba, que no era para tanto. Desde que lo vio desea vivir un vía crucis y ser crucificada. Esa era mi idea, convencerla y hacerla partícipe de mi fetichismo, pero ahora está siempre repitiendo el asunto de manera más obsesiva que yo.
-Se mi director, yo voy a ser tu actriz fetiche. Hagamos un video .
-Es muy difícil , demanda muchos recursos. Una crucifixión ya es costosa y tú quieres, además, filmarla.
¡Que tozuda es Claudia¡ insiste tanto que ya veo que se hace realidad lo del video.