viernes, 24 de julio de 2009

ESTA SENSACIÓN DE EXTRANJERÍA..

Esta sensación de extranjería ¿es una psicopatía? tal vez yo no sea un tipo tan interesante como pensé. Tengo las manos, y sobre todo los dedos, helados, tan helados que casi no los siento y se me dificulta enormemente el escribir. Me gustaría que el sólo hecho de escribir en éste cuaderno con mi lápiz de ti y pensando en ti provocara tu aparición inmediata ante mí para que me dieras cuenta de tus actos y tus razones y fundamentos y-sobre todo por eso- para volver a escuchar tu voz. Yo no te ví como una fémina especialmente complicada como otras que conozco por ahí. ¡Vamos¡ quiero verte de pie, en sólo sostenes y calzones, con esa lencería violeta ¿o era fucsia el color? quiero abrazarte, sentir el calor que desprende tu cuerpo ¡Vamos¡ toca mis dedos, siéntelos, caliéntame estas manos ¿fuiste tú la que se quejó de mis manos permanentemente heladas? ¿o fui yo mismo el que te lo señaló? creo que fui yo.
-debajo de mis tetas se te calentarán- me dijiste y resultó ser tan cierto. Ya se me paró ¿ves? lo tengo tieso y duro como esa vez. Para compensar tu gentileza quiero calentar tus pies helados, me es fácil hacerlo. ¡Por dios, te extraño¡ ¿no me sientes? ya no me sientes, te aburriste de mí, tengo esa capacidad de aburrir a las mujeres, más bien de cansarlas. Todos se cansan y yo sigo corriendo, nadie entiende las razones de esa carrera. Pero volvamos a ti; te digo que te extraño y lo de siempre: que me gustaría abrazarte, besarte, tomarte de las manos, entrelazar los dedos, chupar tus pechos, decirte cochinadas y palabras locas por libre asociación: tetona, tetona, oscuridad, tu boca, quejidos, quiero comerte, saca la lengua, sonidos guturales y absurdos, berridos de perro, gemidos de chancho.
¿Por qué ya no estás?, eras la única con quien hablaba de verdad, no había simulación; ya no estás, ya no estás.

viernes, 17 de julio de 2009

ABISMO.

Me veo dentro del abismo; aquí todo es oscuro y aburrido, me tengo que inventar personajes para no volverme loco, pero los personajes, a fuerza de ser cientos y miles, me vuelven loco a mí, entonces abro los ojos para no tener que verlos, pero ahí es la oscuridad la que me vuelve loco, no porque me impida ver al enemigo o por miedo, sino porque me dice que no hay nadie más que yo y ni siquiera yo.De alguna forma he elegido este abismo, que podríamos llamar "infierno" . Hubo momentos en que tuve la oportunidad de sustraerme a la condena, mas no lo hice. Fui condenado, y se me arrojó a él desnudo. Acá hay un eterno presente, nada para atrás y nada para adelante. Ahora entiendo eso de que el tiempo es relativo; definitivamente, no hay tiempo. No soy viejo, ni joven, tampoco existo porque nadie me escucha y no tengo cuerpo porque nadie me ve. Mi ESPERANZA es que al lado exista otro abismo. Voy a golpear la pared para ver si alguien responde.
¿Dije, mi ESPERANZA ? ESPERANZA ¿quien te invitó a ti? ¿por qué no te vas? Sin duda formas parte de la condena, eres un castigo (dolor) adicional.Como no hay tiempo, no se desde cuando estoy aquí; "siempre" parece una palabra apropiada. A veces me pregunto si esa condena existió realmente; si hubo un tribunal y una sentencia. Tal vez sólo exista yo y todo fue imaginado por mí, como los cientos de personajes que me creo para no volverme tan loco, pero que a fuerza de ser miles y miles, me vuelven loco a mí.Fui condenado ad-aeternum, así lo recuerdo al menos. El lugar es húmedo y fresco, mas no siento frío. Se que estoy vivo, que alguna vez estuve fuera y que ya no saldré más de aquí. Ignoro porque no me dieron la muerte. La falta de compañía, de luz y de puntos de referencia hacen que vaya olvidando mis recuerdos o no pueda distinguir entre lo realmente vivido y lo soñado o imaginado. El existir en este lugar deja de tener el más mínimo de los sentidos.La falta de tiempo, la oscuridad absoluta, mi ignorancia respecto al espacio que ocupo me transforman en neutro, en un ser nulo, un muerto que no ha muerto. ¿Acaso, me han convertido en objeto, en cosa? no, las cosas no se hacen cuestionamientos, ergo, no soy una cosa.
Yo, aquí en el abismo. No soy una cosa, soy una persona humana. ¿Persona? a veces me cuesta creer que lo soy; las personas tienen cuerpo y yo no me veo el cuerpo ya que todo está oscuro y no hay espejos. Si hay un suelo, una pared, una humedad, es porque así lo siento y entonces lo imagino. Me imagino dentro del abismo, me imagino parado, desnudo, sentado, acostado en el suelo, en posición fetal y todo lo demás. Otra vez me asalta la duda de si no habrá sido todo una pura imaginación, una alucinación especial, sin que mi vida para atrás sea real. No, no puede ser, todas esas ideas las tuve que sacar de alguna parte. Es real y debo aceptarlo. Fui condenado por un tribunal a pasar el resto de mi existencia en el pozo profundo, absolutamente solo y sólo escuchando mi voz y mis pensamientos, pero sin posibilidad de ver u oír algo más. ¿Hace cuánto tiempo se dictó la sentencia condenatoria? ¿un año ? ¿dos años? ¿tres años ? , no lo se, no pude seguir llevando la cuenta de los segundos, los minutos y las horas.

viernes, 10 de julio de 2009

MORBOSIDAD.

-¿Por qué no se levanta? ¿por qué ya no corre? ¿por qué ya no lucha?
-porque no puede.
-si ayudó a otros ¿por qué no se ayuda a sí mismo?
-es que se sacrifica .
-eso no tiene sentido.
-el morbo no tiene sentido y es que está enfermo.

viernes, 3 de julio de 2009

LA DOLOROSA EN ISLA NEGRA (Parte 4 y final).

Fui a la cocina en busca de una botella de vino vacía, era de vidrio. Puse el envase en la mesa al lado de su cuerpo. Le dije, -aquí te sentarás, encima de ésta botella. La tomé del trasero y piernas, la levanté y la senté sobre la punta de la botella ensartando el gollete en el ano. Su propio peso hizo que la punta del objeto se hundiera, penetrando en su recto. La gran grupa fue bajando hasta la superficie de la mesa como si se tragara la botella. El envase de vino desde el gollete hacia abajo va agrandando su diámetro, se va haciendo más ancho hasta llegar a la base. Ella no tenía apoyo para detener el avance del objeto invasor en sus entrañas, sus piernas estaban extendidas en la mesa y sus brazos atados; la anchura de la botella y su sobrepeso fueron forzando el esfínter al límite de su capacidad. La angustia y el dolor se apoderaron de su ser. Desesperada trató de flexionar sus brazos atados, procurando subir su cuerpo; tuvo éxito ya que detuvo el avance pero sus brazos quedaron tensos, ya no extendidos sino en un ángulo de 140 grados. Se notaba el esfuerzo máximo en su rostro el que comenzaba a enrojecer; sus muñecas atadas fueron lastimándose y sus manos a amoratarse. Pasó un minuto en esa posición; decidí descargarle los 2 varillazos que faltaban.
-¡AAAAAAAY¡- volvió a abrir los ojos otra vez, grandes y desesperados.
-como gritaste debo darte 4 varillazos más y conste que no te sacaré la botella hasta que haya terminado con tus plantas.
Le di el primero y volvió a gritar.
-Oh, gritaste, entonces otra multa de 2 varillazos.
-uf, uf, uf, uf, NO PUEDO SOPORTARLO.
-como veo que no te gusta esto de los varillazos, te propongo algo: te doy a elegir entre los 3 varillazos que restan o una sorpresa que tengo preparada y que no incluye este tipo de golpes.
-¡LA SORPRESAAAAAAAA¡

Los brazos, el cuello y la cara de Claudia estaban extremadamente tensos.
-Tú lo has pedido, no hay varillas pero...jajaja. Entonces le quité las ataduras que fijaban sus pies a la mesa, mas los tobillos continuaron amarrados y juntitos. Tomé sus piernas y las levanté en el aire. El peso se volvió a concentrar en el ano y ella hubo de tensar aun más los brazos para no desgarrarse. El peso de su cuerpo era sostenido por los brazos que por cierto no eran de los más fuertes.


-Deberás estar 3 minutos exactos en esta posición a partir de ahora; con eso pagarás tu multa.
Lo cierto es que Claudia estaba al límite de sus fuerzas y para ella 3 minutos sonaban como 3 horas en sus oídos.
-¡NO, NO POR FAVOR, NO RESISTIRÉ¡
Sus brazos, cara y cuello temblaban y su frente comenzó a sudar.
-Si no fueras tan gorda te sería más fácil, jajaja. Sus brazos comenzaron a bajar la flexión y por ende el trasero también bajó un poco más.
-¡AAAAAY¡
-jajajaja, quedarás abierta y la mierda pasará de largo, Claudia.
Otra vez volvió a hundirse la botella.
-¡AAAAAAH, UF, UF, UF, POR FAVOOOOR¡
-debes esforzarte, Claudia.
Se completaron 2 minutos y volvió a penetrar un poco más la botella.


-¡ AAAAAAH, AAAY, MI CULOOOO, DIOS MIIIO, SE ROMPE MI CULO¡
Apenas se completó el tiempo tomé a Claudia y le extraje la botella. Su pecho estaba mojado de sudor y su cara desfalleciente ¡que exhausta se veía¡. Su vientre se movía acompasadamente con la respiración. La tomé del cabello y la miré al rostro, parecía una muñeca de trapo. Busqué agua en el vaso y le di de beber. Estaba a punto de acariciarla y darle un beso. Sus manos estaban violáceas y decidí desatarla por completo. La hice bajar de la mesa.

-Acuéstate en el suelo, de espaldas; pone los brazos en cruz- le ordené. Sus enormes senos se derramaron cada uno a un lado. Estaba indefensa, cansada, con el culo adolorido ¡que bonita era en esa posición de reposo¡ me gustaba en esa postura de gatita panza arriba. La tomé del cabello y la arrastré por el piso. La llevé al baño y la metí en la tina. Le ordené que se diera una ducha. Fui a la cocina a prepararme unos huevos revueltos. Era necesario que Claudia descansara un poco y yo también. Aunque no sea creíble yo estaba ahíto de fuerzas, había sido desgastante disparar toda esa artillería de violencia sobre ella ¿era la lujuria lo que me estimulaba a seguir el juego mórbido de Claudia? no me estaba gustando el sadismo que a mi pesar estaba demostrando, yo no era así ¿o lo era? pero si no era así y si no me gustaba la morbosidad de la dolorosa ¿por qué no dejaba el asunto hasta aquí?. Si se trataba de lujuria, de pura y simple lujuria ¿no habría bastado con buscarme otra mujer? de hecho estaba "Pepita Loca", una mina que también conocí en el Chat-bdsm; tenía su mail, pero nunca le escribí porque en el intertanto conocí a la dolorosa ¿y si estaba enamorándome? ¿enamorándome de esta loca masoca?, es claro que también debo estar chiflado para enamorarme de semejante degenerada ya que lo que me estimulaba a hacerlo era precisamente esa extravagancia demencial, lo excepcional de su personalidad.
Volví a poner la TV, era hora de noticias; ninguna novedad, siempre las mismas estupideces. El peregrinaje por los distintos canales se me hizo monótono. De pronto me llegó una ola de aromas perfumados, mezcla de champú y colonias. Aparecía en la sala la dolorosa, bañadita y con la cara rejuvenecida. Su cabello estaba mojado por lo que se veía más oscuro, lo que hacía contraste con su piel blanca ¡que bonita estaba¡ se cubría con la toalla. Quedé un instante mirándola. Salí disparado del sofá donde me encontraba sentado; tomé su cara entre mis manos, acaricié sus cejas con mis dedos; iba a besarla cuando noté que se crispaban sus mandíbulas; me retuve, le di una bofetada que le hizo girar la cabeza, acto seguido le arranqué la toalla volviendo a quedar completamente desnuda. Volví a atarla como antes, casi colgando del techo y con los brazos en alto, sus pies volvieron a quedar en puntas.
Fui por mi correa de cuero; la prefería a los látigos o fustas que vendían en los sex shop. Fui descargando los correazos en la espalda, en la parte alta y la lumbar alternativamente; golpeaba fuerte; ella hacía gestos de dolor cerrando los ojos y poniendo la boca apretada, pero no emitía sonidos mayores. No sé cuantos les di. Cuando terminé, aprisioné sus ubérrimas nalgas con mis dedos, los que se hundieron como en una esponja; apreté bárbaramente y sacudí a fin de que bailara toda esa carne preciosa.

-¡AAAAAY¡- se quejó.
-te voy a dar en tu grupa, yegua.
Claudia me había confesado un día que sus azotaínas preferidas eran las nalgadas, eran la causa de calenturas infernales, según sus propias palabras. Le di 20 cachetazos con la palma en cada pompi. Me gustaba como se estremecían sus glúteos con cada golpe de mi mano; ella se lamentaba con diversos "zzzzzz" o "aaaaahs", manifestaciones que, estaba seguro, eran de placer y dolor a la vez, como una bebida amargadulce. Al terminar exploré el interior de la concha con el índice, estaba viscoso a más no poder como imaginaba, era buena señal. Seguí con los golpes en los glúteos pero esta vez con la correa. Los "zzzzz" y "aaaaahs" aumentaron de volumen lo mismo el enrojecimiento del trasero, paré un instante y palpé las nalgas; estaban afiebradas. Seguí dándole duro. Sus quejidos eran cada vez más altos y lastimeros; calculaba que le había dado más de 20 correazos en las nalgas; 20 era para mí un número indicador de "suficiente" pero seguiría hasta 10 más; me detuve a fin de que descansara. Ella resoplaba y su frente se había llenado nuevamente de sudor. Fui por un vaso de agua y le di de beber; tragaba el líquido como una sedienta en el desierto. Vi el refrigerador y comprobé que había hielo, saqué un cubo de gran tamaño, volví a la sala. A fin de palear la fiebre comencé a pasar el cubo por las nalgas enrojecidas; ella respondió con un "aaaaah" de agradecimiento entornando los ojos hacia arriba y casi poniéndolos blancos; seguí con ese masaje dejando su po-po muy mojado; fui pasando el cubo por entremedio de los glúteos y bajé hasta su agujero anal; empecé a presionar para meterlo dentro.
-aaaah, aaay.
Los cubos no tienen protuberancias, sólo esas caras cuadradas por lo que no era fácil hacer el acoplamiento, por lo demás era muy grande. Presioné más, pero no entraba, me ayudé entonces con la botella de vino y empujé el hielo con el gollete; de pronto entró junto con el gollete.


-¡ AAAAAAH, AAAAAAAH, AAAAAAAH ¡-comenzó a gemir, desesperada.
-AAAAAAAAH, AAAAH, SÁCALOOOOOOOO.
Claudia se agitaba como una demente furiosa; se retorcía como una lombriz expuesta fuera de la tierra, cerraba los ojos, los apretaba, los abría desmesuradamente, bajaba y subía la cabeza, cerraba y abría la boca; todo su cuerpo estaba frenético haciendo que sus protuberancias se agitasen como el océano tempestuoso, hacía todo eso y todo era inútil ya que nada podía parar esa sensación extraña y desesperante de ese cubo obstruyendo el recto y helándoselo.
-OH ,OH, OH, OH, OOOOOOOOOOH.
Yo no podía hacer nada al respecto ¿cómo iba a extraerle el cubo?. En un arranque de sadismo le volví enterrar el gollete de la botella muy profundo para que el cubo penetrara aún más.
-¡OH, OH, OH, OH AAAAH, AAAAAAY¡


Me encantaba verla en su retorcimiento de boa herida y enloquecida, de hembra indefensa y atada. Seguí con los correazos en las nalgas, pero esta vez le pegué con la hebilla de metal; fueron 10 y algo más, pegué duro, pero sin duda los golpes prácticamente fueron ignorados por Claudia que estaba ocupada en sufrir el agobio de ese enorme cubo de hielo en sus entrañas; el paralelepípedo estaría allí hasta que se derritiera o ella lo expulsara con una peristalsis, lo que se veía muy difícil debido a la forma recta del objeto.
-¡MMMMMMMMMM¡
La dolorosa comenzó a enrojecer, las venas del cuello se hincharon; estaba pujando para que el cubo saliera, pero este estaba atorado; yo debía continuar con los azotes.
-Te quedarás así, Claudia, debo continuar, lo siento jajajaja.
Ahora la descarga de golpes iría adelante. Le di en su vientre, pelvis, muslos, costillas en forma desordenada, sin embargo y a pesar de lo salvaje de los correazos ella parecía indiferente a ellos y seguía ocupada en las desagradables sensaciones del pequeño témpano en el culo. Azoté fuerte también las tetas que, después de 6 golpes, enrojecieron, mas también fue inútil; la dolorosa parecía presa de un ataque de epilepsis. La dejé ahí y me vestí, luego la amordacé y coloqué una pinza en cada pezón.
-Saldré a dar un paseo, Claudia, espérame no te vayas a mover, jajajajajaja .
-MMMMMMMMMM.
Sin duda quería decirme algo pero la dejé ahí casi colgada y con su culo helado. Continuó la estufa encendida, apagué las luces y salí de la cabaña. Eran las 10 de la noche y corría una brisa. Caminé por la oscuridad hacia la playa. Cuando llegué a la costa me dirigí a la casa de Pablo Neruda. Nunca había estado allí. Caminé a su alrededor. Se me antojó que si Neruda hubiera conocido a la dolorosa, con seguridad le habría inspirado un poema, "Oda a la Dolorosa" o algo así se intitularía, es más, cualquier artista se habría inspirado en ella. Seguí caminando y descubrí un bar; entré. Estaba lleno de gente, muchos de ellos extranjeros; pedí una cerveza. Se me acercó una gringa bonita que entró a dialogar. La cerveza fue borrando mi timidez y aumentando la locuacidad de ella y la mía. Ya más tarde, comenzó a cantar una mina acompañada de una guitarra. Mientras escuchábamos, tomé la mano de la gringa sin temor al rechazo, ella puso su cabeza en mi hombro por respuesta. Seguimos bebiendo, pasaron las horas. El bar fue cerrado y prácticamente fuimos expulsados del lugar. Fuimos a la playa y nos tiramos en la arena contemplando el cielo estrellado completamente ebrios. En medio de la somnolencia alcohólica apareció la dolorosa, la había dejado sola, colgando y con el culo taponeado ¡Dios mio¡ ¿qué hice? miré a la gringa, estaba durmiendo su mona; ya casi iba a amanecer. Corrí hacia la cabaña, no paré de correr. Esta vez el maratón era para rescatar a la dolorosa, mi princesa dolorosa. Mientras corría pensaba en lo estúpido que era en todos los sentidos: en seguir el juego de Claudia, en dejarme manipular por ella, en pretender estar enamorado de esa impúdica, en querer darle una lección y en dejarla sola con ese cubo en el cuerpo. Aceleré el paso, me sentía lleno de energía, era extraño y más aún sin haber dormido y con todo ese alcohol en mi sangre. Llegué a la cabaña y ahí estaba, colgando y hermosa como siempre. Sus ojos cerrados, desmayada. Había algo que le chorreaba por los muslos ¡Dios mío¡ se había cagado; tal vez intentó expulsar el cubo o fue producto de un desajuste intestinal causado por enfriamiento. La desaté, le saqué las pinzas de los pechos, le hablé; apenas abrió lo ojos.

-Me dejaste sola- dijo, desfalleciente. La llevé al baño y la puse debajo de la ducha tibia para que calentara su cuerpo. Le limpié la mierda y la jaboné entera.

-ya pasó, Claudia- le decía mientras la jabonaba, luego la sequé y la arropé, la llevé a la cocina y le di de beber leche caliente, después la acosté en la cama, muy tapada y le di un beso. Volví a la sala y limpié la suciedad, me senté en el sillón y me dormí. Cuando desperté eran aproximadamente las 12 PM hrs del día siguiente. Fui al dormitorio, pero la dolorosa ya no estaba, se había marchado. Dejó una nota que es el único rastro físico que tengo de ella.
"ADIOS. Tú también me gustas y gocé cada uno de los momentos que estuve contigo, incluido el de anoche, creo que fue genial. Pero no respetaste el trato. No lo comprendes; ya no quiero estar sola con mi soledad, es algo de lo que quiero escapar y que me persigue, pensé que lo habías comprendido". ADIOS, besos, te voy a recordar siempre.

CLAUDIA, "LA DOLOROSA" .

FIN.