domingo, 28 de septiembre de 2008

SVETLANA SOLA , EN EL PUERTO PRINCIPAL (Parte 2).

Había llegado en la tarde al puerto de Valparaiso. Condujo a gran velocidad por la carretera como si la ciudad la persiguiera y ella tratara de escapar; de hecho así era.
Se juntaban tres días festivos seguidos: Sábado, Domingo y el Lunes que era feriado. No estaba dispuesta a quedarse en la ciudad. Dejaría el trabajo; ese fin de semana no quería saber de hombres. Por tres días ya no sería Afrodita diosa del erotismo, tan sólo Svetlana, chica de 23 con ganas de divertirse. Sacó dinero de sus ahorros. Lo gastaría sola, se lo merecía. Sola, sólo ella con ella misma ¿quién necesita a los hombres?, ya estaba cansada de ellos, de sus pequeñeces, de sus olores, de sus babas y altanerías. La verdad, deseaba pasarla con su única amiga, mas ella se iría al sur con su familia. De quedarse sola en la ciudad podría haber trabajado. Los fines de semana largos se avizoran espléndidos para ganar dinero; clientes no le faltarían; pero ella no quiso saber de varones ..... ni de sexo.
Le contó a Cristián su determinación de ir sola al puerto. El se ofreció a acompañarla, dijo que también estaría solo, su familia estaba lejos y a sus amigos los descartaba, se encontraban todos casados y con hijos.


-Vamos juntos, Svetlana- ella rechazó la oferta -sin hombres- dijo.
-Svetlana, sólo nos acompañaremos. Si tú no quieres, no habrá sexo, tú sabes que te respeto y soy tu amigo.
-Dije que sin hombres.
-No es bueno que andes sola, te puede pasar algo.
- Sé cuidarme mejor de lo que tú te cuidarías.

Svetlana sabía que Cristián buscaba sexo, pero le creyó cuando mencionó que esta vez sólo deseaba acompañarla. Ella lo conocía, era un buen amigo y estaba segura respetaría su decisión si iban juntos a Valparaiso. Pero, tal vez, para no dar su brazo a torcer a un hombre le dijo no.

-Está bien, princesa, diviértete sola.

Apenas llegó a la costa fue directo a arrendar una cabaña en "Laguna Verde", un pueblito que se ubicaba en las afueras del puerto. Sabía que ese pueblito de pescadores era ideal; muy tranquilo y solitario. Había estado allí dos años atrás. La habitación era acogedora y sencilla, nada sofisticada o similar a los lugares que ella frecuentaba por su trabajo.

Se cambió, se puso una minúscula tanga roja y bajó a la playa. Hacía un sol esplendoroso y estaba bastante cálido, algo excepcional en primavera. Cuando llegó a la playa el panorama no se veía bien. Ella buscaba tranquilidad, en cambio se encontró con mucha gente: familias enteras con niños y todo, venían de Valparaiso. En su visita anterior a "Laguna Verde", la playa se caracterizaba por su soledad, pues claro, había olvidado el detalle del fin de semana largo de tres días festivos.
El límite de la playa era un roquerío; al otro lado de él existía una pequeña playa, estaba segura que ese lugar estaría solitario; allá iría a tomar sol.

Atravesó el espacio lleno de gente. Todos se daban vuelta a mirarla (a admirarla). Su cabello largo y rubio, su 1, 75 m de estatura y sus medidas perfectas (90 -60-90) hacía que los hombres (y también las mujeres) se distrajesen; ella lo sabía y estaba acostumbrada.
Escaló el roquerío y como ella pensaba la playa siguiente estaba desierta. Se puso feliz. Previo chapuzón se tendió en el suelo encima de su toalla para recibir los rayos solares. Tapó la cara con su sombrero y se quedó así. Dormitaría unos minutos y algo la despertó. Miró a todos lados, no había nadie, estaba ideal para hacer TOPLESS. Resolvió desnudarse completamente y se volvió a dormir. Después de algún tiempo se dió vuelta para asolear la espalda y el trasero. Se volvió a dormir. No supo cuanto estuvo así pero al despertar se sentía algo agotada.
Sus lentes oscuros le permitieron mirar de reojo, sin volverse. A unos metros de donde estaba había un adolescente oculto entre las rocas; se masturbaba. Svetlana sonrió para sí. El muchacho, de unos 13 años, tenía los ojos torcidos y la boca abierta; más que grotesco se veía gracioso y encantadoramente ridículo. Ella se alzó y se dirigió hacia él, desnuda. El joven, al verse descubierto se paralizó de vergüenza y su cara enrojeció como un tomate, luego huyó. Ella rió de buena gana.
-mmm, de chicos los hombres son unos chanchitos- se dijo y se sintió vital, joven y hermosa, una verdadera princesa, como la llamaba su amigo Cristián. Desde que era niña había pasado esto; siempre los hombres se embelesaban con ella.
Satisfecha, regresó a la cabaña.


Tomó una ducha, se vistió con una prenda provocadora y se maquilló. En su automóvil se dirigió al puerto principal de Valparaiso. Ya era casi de noche. Estaba dispuesta a darse una pasada por la bohemia porteña. Se prometió nuevamente no ligar con hombres, nada de sexo, tampoco iría a lugares caros como los que frecuentaba en su trabajo de prostituta de lujo. Esta vez sólo sería una joven de 23 y con ganas de divertirse, como el resto. Al llegar a Valparaiso se metió en un bar, pidió una cerveza y se instaló en la barra. Como ya lo suponía no tardaron en aparecer los buitres. Un tipo alto (1,90 m) rubio, claramente extranjero se acercó.
-Hello- dijo . -hola - le contestó ella . - ¡ou¡ .. , pensé que eras gringau . -pues no, soy chilena . -yo, de Texas . -yo de Santiago de Chile, Región metropolitana . - tú parecer gringau . -Será porque mi abuelo fue un marinero ruso.El gringo metió un Bla -Bla largo y tedioso. Svetlana se disculpó, dijo ir al baño. Sin que el gringo lo advirtiera pagó su cuenta y salió del bar.


Comenzó a caminar por las calles del puerto. Se quedó mirando a unos malabaristas disfrazados de saltimbanquis. Continuó el trayecto para detenerse frente a una función de teatro callejero de marionetas. Le llamó la atención una de las muñequitas que representaba una niñita con el pelo largo y del color del oro, de mejillas rosadas. Al terminar la función siguió caminando hasta que un retumbadero de tambores le provocó curiosidad. Era la marcha de una batucada al estilo brasileño-bahiano. Comenzó a mirar esa procesión. Llegó un hombre joven, de unos 30 años, muy alto, con la cabeza perfectamente afeitada. La tomó del hombro y dijo,
-Hola, linda . -hola. -¿pasémosla bien? -¿qué propones? - bueno, linda , ....tú sabes.
El sujeto vestía jeans, una casaca negra estilo Elvis o de aviador de la segunda guerra mundial, calzaba bototos militares, en el brazo de la casaca estaba estampada una bandera chilena. Su mirada era acerada o ella lo creyó así. Se notaba por las dimensiones de su espalda y pecho que el hombre levantaba pesas.
-¿que yo se? , ¿qué se?
-No te hagas la interesante y dime cuánto cobras la noche . -lárgate de aquí . -aquí es la vía pública y no me voy, nadie me da órdenes, mucho menos una puta-
el tipo dijo eso gritándole y al hacerlo arrojó un tufo alcohólico a la cara de Svetlana. Ella dió la media vuelta para retirarse pero el rapado la tomó fuertemente del brazo.
-¡aaay¡, déjame . -dime ¿cuánto cobras, maraca?
Svetlana no alcanzó a sentir miedo ya que mientras el rapado le agitaba del brazo vió cómo la planta de un pie elevado se estrellaba en la cara del ebrio. Cayó al suelo por el golpe, pero rápidamente se levantó y desenfundó una navaja automática. El dueño de la patada era un joven moreno con la cabellera larga, estilo rasta fary, que había salido de entre la procesión batucada. El ebrio lanzó una estocada que fácilmente el moreno esquivó; lo volvió a intentar repetidas veces, mas siempre falló y de vuelta recibía una fuerte patada. La agilidad acrobática del rasta delataba ser un bailarín capoeira.
-¡hippie de mierda¡. -ándate de aquí, nazi ahuevonao, nadie te quiere.
La singular riña coreográfica continuó por un rato sin resultados para el skinhead. Al avistar una patrulla policial el rapado emprendió la huida, pero antes de desaparecer disparó una mirada ígnea a Svetlana.
-me las vas a pagar, puta-le gritó.
Svetlana sintió escalosfrios, se acordó de las prevenciones que le hiciera Cristián y de como ella había rechazado su compañía. Intercambió unas palabras con el joven capoeira. No le simpatizó. Pensó que era un presumido por sus habilidades gimnásticas; otro perro caliente. Le dió las gracias por su ayuda y se marchó. El perro caliente la siguió y con insistencia servil la invitó a una disco; ella dijo que si. Entraron a una; no se veía nada, estaba oscura. Desde los 17 años Svetlana no entraba a una disco, al menos no una como esa con un ambiente tan común y juvenil; a esa edad había comenzado su carrera de acompañante sexual; ahora tenía 23. En su trabajo sólo frecuentaba los lujosos lugares a los que era invitada, generalmente un ambiente de hombres mayores que ella; no se sentía una joven de 23, tampoco una mujer mayor o madura ¿qué era? o ¿quien era ella?, ¿dónde encajaba?, por alguna razón se sintió descolocada en la disco ¿se había acostumbrado, acaso, a los lugares de alto nivel? no, ella jamás se acostumbraría.
Comenzó a moverse al ritmo de la música tecno. En la oscuridad perdió de vista al capoeira y continuó bailando sola. Sola, siempre sola. Llegaron más buitres; todos atractivos muchachos con la labia dispuesta a la conquista; no obtubieron resultados. Otra oleada llegó; esta vez además de atractivos se notaban chicos adinerados por lo presumidos; a esos les fue peor; ellos no se lo explicaban, ya que solamente ellos podían enganchar con una beldad así. Nadie entendía que Svetlana sólo deseaba bailar, y bailar con Svetlana, pero siguieron llegando , ¡que insoportables¡ ¿no era la disco un lugar para bailar?, ¿no habría un lugar en donde el sexo pudiera ser prescindible?. Todos los que se le acercaban eran chicos guapos. Los demás jóvenes sólo la miraban. En una esquina estaba un "gótico" mirándola; ¿era gótico? a ella le pareció que si, vestía de negro, un mechón de pelo le caía sobre el rostro tapándole el ojo izquierdo; sus ojos iban pintados como los pandilleros de la película "La naranja mecánica", sus labios también.
Una sola mirada y Svetlana determinó que era un chico tímido; era de baja estatura, muy delgado, su largo cuello iba cubierto por un pañuelo rojo que resaltaba en el contexto de la ropa oscura. Ella se acercó a él y lo miró directo.

-oye, te queda bien ese pañuelo.
-gracias. -vamos, baila, no te quedes parado.
Un bamboleo sexy-sensual de ella estimuló al rígido gótico que empezó a moverse a un ritmo que a Svetlana le pareció extravagante y encantador.

-¿de verdad te gustó mi pañuelo? . -si, de verdad . -¿no te parezco maricón? -¿lo eres? -no. -¿Entonces? ¿por qué preguntas? . - Una mina me dijo que era de maricas lucir este pañuelo y andar con los labios y ojos pintados.
- A mí me parece bien, te ves lindo.

Estuvieron moviendo el esqueleto unos 15 minutos hasta que ella propuso salir de allí. Fueron a un bar, pidieron una coca y un coñac; se acabó la coca y el coñac; pidieron otro. El joven no era muy hablador. Ella no sabía si el mutismo se debía o no a timidez.
-¿dónde están tus amigos? -ando solo. - yo igual . -¿y tu pareja? - no tengo . -¿vives acá, en Valparaiso? -no, soy de Santiago . -Mira tú ¡que casualidad¡ lo mismo yo, ¿estás pasando el fin de semana? -sólo vine hoy, vengo a carretear . -y ¿solo? - si. -jajajajaja, lo mismo yo, dame esa mano.

Svetlana tomó la mano del muchacho y entrelazó los dedos con los de él. Siguieron bebiendo hasta que se acabó el coñac. Salieron de ese lugar, caminaron por las calles hasta llegar al muelle. El joven era 5 cm más bajo que ella. El se consideró un tipo con suerte; esa mina rubia de ojos azules y con cuerpo de modelo top se había fijado en él.

-¿pernoctarás en algún hotel?- le preguntó ella. - no, no tengo donde llegar, pensaba pasar la noche entera de juerga hasta el amanecer. -¿y ya no lo piensas más?- el gótico no contestó.
Ambos subieron al auto de Svetlana y partieron. El chico la invitó a fumar marihuana a un lugar baldío que él conocía, un mirador cerca de un acantilado; era un sitio tranquilo. Al llegar se sentaron en unas pasturas. El viento soplaba húmedo.

-tienes la cara colorada, Svetlana. -si, es que fui a la playa esta tarde y tomé el sol. -tus ojos también están rojos y eso que todavía no fumamos-
el joven le besó la mano y le sobó las tetas.

-oye, te aclaro que no quiero sexo esta noche; soy puta, pero hoy me divierto, no trabajo y no hay cabida para eso.
El joven no respondió. Sacó de su chaqueta un cigarro grueso de hierba y se lo extendió, luego sacó otro para él.
La marihuana hizo reir a Svetlana. Las estrellas le parecieron lindas. Encontró que ese flacuchento mocoso de 19 años era lindo. Lo besó apasionadamente en la boca. El muchacho respondió a la pasión para luego continuar con su mutismo indiferente. A ella le gustó el estilo de él. Le propuso ir a comprar una botella de vodka y volver a tomarla a ese lugar; él aceptó. Regresaron a Valparaiso.
El supermercado aún estaba abierto y con mucha gente. En un instante Svetlana ya no vió más al niño gótico, se había perdido entre la multitud. Ella se apenó, había quedado sola. Volvió al auto y condujo hasta "Laguna Verde". Antes de llegar a la cabaña paró el vehículo y descendió; caminó, atravesó las dunas y llegó a la playa. Ahí estaba ella, desnuda y con los brazos en alto, sola frente al mar.
El mareo continuaba y la embriaguez se le antojaba dulce. Había sido capaz de divertirse sola, disfrutaba con esas sencillas sensaciones. La frente y la cara las sentía cálidas. Se vistió y se dirigió a su cabaña, estaba algo sofocada.
En el camping se topó con el dueño, un anciano de largas barbas blancas.

-buenas noches, señorita ¿se siente bien? -buenas noches, caballero. Si, me siento bien. -su cara está enrojecida al igual que sus ojos, no se ve bien, hija . -estoy bien, sólo se me pasaron las copas un poco. Me voy a dormir, buenas noches. -buenas noches. Si desea algo, sólo pídalo.

Al entrar, Svetlana sintió que el estómago se le revolvía. Se tiró en la cama. Que bueno era estar sola en la cama, dijo, pero mentalmente se lamentó por la soledad. Se durmió rápidamente con la ropa puesta.

CONTINUARÁ.

SVETLANA SOLA , EN EL PUERTO PRINCIPAL .

Después de atravesar las dunas caminando, Svetlana se quedó parada a unos metros del agua mirando hacia el mar. Estaba todo oscuro. En la lontananza se observaban unas luces que se balanceaban en la negrura de la noche; eran las embarcaciones de los pescadores artesanales.
El viento le daba en la cara y Svetlana sonrió con satisfacción. Sólo se escuchaba el sonido del mar; a su espalda estaban las luces del pequeño pueblo de "Laguna Verde" y ella ahí, sola, en esa playa de arenas blancas; no había nadie a esa hora, excepto ella, el viento y los sonidos del batir de olas. Se le ocurrió desnudarse. Su ropa y los zapatos quedaron en la arena y enfrentó "en cueros" la corriente de aire marino. A pesar de estar a la entrada de la primavera, no sentía frío, más bien se refrescaba, ¿serían las copas de coñac que había bebido?, de hecho la cabeza aún le daba vueltas y el viento aumentaba la sensación de mareo. Durante el día había tomado mucho sol en la playa y su piel estaba quemada, tal vez de ahí su inmunidad al frío. Se sentía poderosa por eso. Estaba sin ropas, con el viento golpeándole de frente, en la noche costera y ella lo disfrutaba. Se acarició los pechos; con un brazo se los cubrió y con la otra mano se tapó el pubis como había visto en el cuadro de Boticelli "El nacimiento de Venus". Venus, la diosa que nació de la espuma marina.
Ella era rubia como la mujer del cuadro. Desde pequeña se sintió identificada con esa imagen y ahora podía representarla en vivo. Avanzó unos pasos y dejó que las frías aguas lamieran sus pies. Era Venus, la diosa del amor, desnuda, saliendo del mar. Pasó sus manos por el vientre y las nalgas; se abrazó a sí misma, se acarició la frente y la cabellera, luego abrió los brazos en cruz, tratando de abarcar el sereno que le invadía cada centímetro de su desnuda piel .... cerró los ojos y comenzó a repasar los eventos del día.
CONTINUARÁ.


sábado, 27 de septiembre de 2008

CARTA A UNA PRINCESA ESLAVA .

Te dije en un mail, mi princesa, que me parecía te verías espléndida crucificada. Tú me respondiste pidiéndome que te describiese, con detalles, cómo haría eso y cómo te flagelaría previamente. ¡Que tentador¡. Eres una de esas niñas a las que no se les puede negar nada. Por supuesto que una fantasía así excluye de partida los azotes sanguinarios y la crucifixión con clavos. No soy criminal ni desalmado y aunque un suplicio de esa naturaleza fuera posible llevarlo a la práctica con impunidad, creo que no lo haría contigo, digamos que te salvaría el privilegio de ser una juguetona rata geminiana.
Iríamos a un lugar eriazo, al campo o tal vez a alguna de las tantas encrucijadas que se forman en la cordillera de los Andes. Un lugar solitario, de los que abundan cerca del rio Maipo. Estamos bajo el supuesto de que contamos con todos los recursos (látigos, sogas, cruz de madera, etc) para proceder a tu martirio.
MARTIRIO .... PRINCESA MÁRTIR, que delicioso suena.
Contar con ese aparato logístico (aunque no se trate de una crucifixión real y sanguinaria) es tan difícil que ya esto es una fantasía casi irrealizable, es decir, estás doblemente salvada del dolor, mi princesa rusa.
Llegaríamos a esas soledades un día de verano de mucho sol y calor. Correría el viento, un viento cálido como el que sopla por esos lugares en esa estación. Te ordenaría quitarte los zapatos, te tiraría del pelo y te abofetearía la cara.
-¿Por qué estamos aquí?
-porque he sido condenada al dolor de la cruz- responderías tú. Volvería a abofetearte.
-¿Por qué has sido condenada?-
-Soy una pecadora llena de impudicia.
Lo de "pecadora" tú me lo sugeriste, princesa, y por eso lo pongo aquí. Sin dejar tu cabello te tomaría del cuello, te lo apretaría unos segundos para luego presionar mis dedos en tus mejillas. Sentiría la suavidad de ellas. Metería los dedos medio e índice dentro de tu boca para sondearla, para tocar tu lengua, paladar, dientes y encías. Luego pasaría mi pulgar por tus cejas, como si las estuviera peinando. Te volvería a dar otra bofetada.
-Quítate la ropa.
Quedarías tan sólo en sostenes y colaless. Me gustaría admirar por un momento tu cuerpo semi-desnudo y comprender las razones de tu condena. Te caería otra cachetada. Deberías ponerte de rodillas y luego tocar tu frente en el suelo, estando así, arrolladita, te ataría ambas muñecas por detrás de la espalda, lo mismo tus tobillos bien juntos. Tu espalda quedaría curvada; los azotes comenzarían a caer sobre ella, muy duros. Con los golpes, instintivamente intentarías levantarte, pero con mi pie en tu nuca te volvería la frente a tierra y te advertiría que a cada nuevo intento el golpe sería más fuerte y se multiplicaría por cuatro. Veinte serían los azotes pero con los intentos por alzarte quedarían en 28 o más. La piel de tu espalda terminaría cruzada por las líneas rojas del vapuleo. De nuevo te tomaría del cabello y te llevaría a un tronco acostado que allí habría muy cerca. Como estás atada de pies y manos irías a saltos. Todavía estás en ropa interior. Te haría acostar sobre el tronco de tal manera que queden tus nalgas a mi vista. Veinte azotes más en los cachetes de tu trasero. Coloradito y ardiendo quedaría. No me importarían oír tus quejidos y lloriqueos, de hecho me gustan. La tercera parte de tu azotaína se la llevaría la planta de tus pies. Te acostaría de bruces en el suelo, tomaría tus tobillos y golpearía fuerte debajo de tus pies. Eso duele, mi princesa. Si no eres orgullosa o arrogante, entonces rogarás que pare. No pararía y estaría satisfecho de tus súplicas porque comenzarías a ser digna de llamarte mártir. Te pondría de pie y te ataría a un árbol.
Tus pies seguirían juntos, al igual que tus muñecas atadas detrás de tu espalda, pero rodearían el tronco, es decir, tu espalda estaría pegada a la corteza del árbol. Pondría una soga alrededor de tu cuello para que la cabeza no se moviera. Veinte azotes repartidos en tu vientre, pechos y la parte delantera de tus piernas. Los sostenes te protegerían algo los senos. Tu pubis no sería tocado. Una vez terminado, te sobajearía toda, con pasión salvaje. Te lamería la cara con furia, como si fuera un perro y lo mismo el cuello y el abdomen; te desataría ......... otra cachetada. Ahora tu calvario. La parte en que cargas la cruz.
Te ordenaría vestirte y calzarte de nuevo, aunque tu torso debería quedar con tan sólo el sostén para que el hombro desnudo pruebe la dureza de la madera. Caminaríamos mucho por encima de las piedras y bajo ese sol de verano. Quiero verte sudar, oír los quejidos de tu esfuerzo. Cada muestra de lentitud sería pagada con un latigazo o bofetón.
Ya llegamos a tu Gólgota, princesa. La cruz en el suelo. Desvístete. Esta vez quedarás sólo con tu tanguita. Dado el calor que tienes, resulta agradable para tí estar desnuda. Tu frente está mojada, el cuello húmedo y tu hombro marcado por el peso de la cruz. Hago que te acuestes encima de la cruz, boca arriba. Tomo tus dos pezones y los pellizco fuerte, muy fuerte y tiro de tus tetitas de gata con brutalidad. Lanzas un grito ahogado. Te prometo que será peor si no me chupas el pene. Lo haces, pero cada vez que paras para tomar aire yo vuelvo a tirar de tus tetas; luego refriego mi falo por tu cara, cuello, tus pechos, abdomen y lo paso por tu espalda. Te vuelvo a poner encima de la cruz y te ato de las muñecas y tobillos, muy apretado. Aquí, princesa, te doy a elegir: ser crucificada de cabeza o de pie. Si estás invertida, la sangre se te irá a la cabeza y tu respiración se hará dificultosa. Si es de pie, de nuevo debes elegir entre ser crucificada totalmente estirada; en tal caso debería pasarte una cuerda por la cintura para que quedes bien fijada; o ser crucificada a la "romana", esto es, no estirada sino que con las piernas flectadas o recogidas. Cualquiera de estas posturas es sumamente incómoda.
Ya estás en la cruz. Sientes el sol vertical en la claridad de tu piel y el viento cálido del verano. Te dejo así un rato, ¿15, 30 minutos? no sé, mi capricho lo dicta. Me voy a bañar a un rio cercano,
y tú crucificada.
Tomo empelotas un poco de sol,
y tú crucificada.
Dormito debajo de un árbol,
y tú crucificada.
Te comienzan a doler los brazos, se te entumecen. Las manos y pies se te amoratan por la presión de las sogas. Estás toda incómoda y expuesta. Te comienza a dar sed. Yo te miro;
tú crucificada.
Me tomo una bebida, me acerco a tí. Te coloco unas pinzas en los pezones.Te arranco la tanga. Quedas totalmente desnuda, con los brazos abiertos. Todo tu adorable cuerpo es para mí. Te arranco el vello púbico de a poco, lentamente y con dolor van saliendo las matas de pendejos hasta quedar totalmente pelada, con la concha a la luz. Lo más probable es que te afeites o depiles el púbis, entonces, peor para tí porque, en tal caso, introduciré mis dedos en tu vagina, luego toda la mano y la empuñaré dentro. Gritarás, te arderá, sentirás que te rompes por dentro y me gustará tu suplicio, mi princesa pecadora. Te pegaré unos cuantos latigazos. La idea es que las lágrimas se mezclen con las gotas de tu sudor, que tu vientre se convulsione y tu pecho suba y baje alternativamente por la desesperación. Volvería a dejarte ahí, sola, crucificada. Daré un paseo de 15 o 30 minutos,
y tú crucificada.
Me siento en una piedra y miro la cumbre de los cerros,
y tú crucificada.
A los 15 o 30 minutos vuelvo. Te doy un poco de agua. Tus labios están secos. Limpio el sudor de tu frente, lamo tu cuello, siento la salinidad de tu transpiración. Tal vez te de un besito. Me conmueve tu angustia. Te desato, te bajo de la cruz. Estás algo quemada y deshidratada, fatigada a más no poder. Eres una princesa delicada. Te doy una bebida helada. Te llevo al rio y te sumerjo en el agua para que te refresques. La piel te arde. Beso las marcas que surcan tu cuerpo. Sólo quiero consolarte y ser tierno contigo. Siento el sabor de tu lengua, te acaricio el cabello.
-ya pasó, mi princesa, los pecados son una tontería.
Copulamos desnudos bajo la sombra de un árbol. Nos vestimos y pasamos la tarde en algún local típico de los alrededores. Comemos, bebimos, nos reimos. Te recuperas y te digo: estaremos iguales, seré justo, la próxima vez yo seré tu mártir y tú me has de sacrificar en la cruz, debajo del sol.
FIN.

LA VOLUPTUOSIDAD A PROPÓSITO DE LA CRUZ .

En el blog de una amiga Española, la misma que hace un tiempo me hizo un comentario, vi un link sobre BDSM que no pude dejar de pinchar; en él me encontré con una galería de fotos muy bonitas y artísticas y que tenían un acápite sobre crucificadas. Los que conocen mi afición y casi fetiche por éste tipo de imágenes saben que no puedo, una vez visto esos enlaces, sino averiguar lo que hay en ellos. Pinché y me encontré con la fotografía de una mujer crucificada desnuda (por supuesto) muy curvilínea, con un muy lindo cuerpo y con la cabeza cubierta por una capucha. He visto muchas de ellas en mis navegaciones por internet pero esta me llamó especialmente la atención y me motivó a hablar de este tema que tanto me obsesiona.
No se ve el rostro de la fémina, pero tal vez por eso mismo, por el misterio que sugiere la imagen o por el juego de sombras y contrastes (es en blanco y negro) que hace resaltar las líneas del maravilloso cuerpo de la modelo, me pareció una gran fotografía. Doy por establecido que no tengo un gusto desarrollado en las artes plásticas y ésta es la opinión humilde de un lego. Demás está mencionar la erección que siempre experimento con las imágenes de mujeres (desnudas) en la cruz, sin embargo debo decir que etas fotos en particular (o dibujos) me conmocionan de una manera especial, me provocan un sentimiento de admiración hacia el cuerpo femenino, hacia el cuerpo sometido de esa forma, un gusto que creo va más allá de lo lujurioso o lo erótico o puede que, sin dejar de ser lujurioso (ese sentir) me meta en una dimensión desconocida de lo sexual.
Claramente se trata de un gusto ligado al BDSM o sadomasoquismo, mas fotos de otro tipo (que también me excitan) como de mujeres atadas o azotadas, encadenadas, no alcanzan a provocar lo que la crucifixión femenina logra. Es difícil explicarlo: hay lujuria, admiración estética, sadismo, compasión, emoción, admiración ante un supuesto enfrentamiento al dolor, ganas de ser un consolador o liberador, un secador de lágrimas; un cúmulo de sentimientos encontrados y contradictorios que tal vez no sean más que una calentura, extravagancias con dejos de fetichismo. Algo parecido me sucede con las suspensiones, es decir la tortura de la mujer colgada, especialmente de los brazos; digo que es algo parecido ya que la cruz es mi fuerte.

En un artículo escrito por Tarquinius Rex se habla de todo esto. En él se dice que la postura del cuerpo estirado hace que este se estilice: sube el pecho, el abdomen se aplana, se marcan los músculos por la tensión, en definitiva el cuerpo da señales de esfuerzo, tensión física y psíquica lo que gatilla el deseo sexual y la admiración estética de quien observa. Evidentemente yo adscribo a esa opinión y no podría haberla graficado mejor a como lo hace don Tarquinius Rex. Pero lo singular de todo esto es que esta lujuria sádica va acompañada (en mi caso) de compasión hacia la crucificada, una compasión que me enternece y que hace despertar deseos totalmente opuestos a los de un sádico. Estos últimos (los sentimientos de ternura) a su vez, no dejan de provocar lujuria. Son dos rios cuyas aguas son incompatibles pero que al final llegan al mismo mar; sin embargo, la lucha de estos sentimientos sigue persistiendo y al igual como describe Tarquinius en su artículo, hubo momentos en que la culpa por tener estas fantasías afloraron.
Fui educado en el respeto hacia los derechos humanos, en los cuales creo, así como en la dignidad de todo ser humano. Jamás se me ocurriría llevar a la práctica una tortura de este tipo a una mujer, aunque se me garantizara impunidad, es más, aunque el mundo cambiara de tal manera en su cultura, que actos terroristas de este tipo se legitimaran, o si se tratara de la condena de alguien endiabladamente perverso que nos llevara a pensar que un castigo así fuera de toda justicia, no admitiría dicho suplicio (aunque se tratara de una tirana sanguinaria y bella, malvada a ultranza, un súcubo perverso). No obstante todo ello no dejan de excitarme dichas imágenes fantásticas y creo que me gustaría ver algún filme de este tipo, de los que he sabido se pueden hallar en la red y que nunca he visto debido a mi ignorancia en materias de informática y manejo de internet.
Por todo lo dicho entiendo el BDSM como un juego, un juego sexual, una representación teatral en que los libretos han de estar estudiados, ensayados, discutidos y previamente acordados, sin posibilidad de imposiciones incondicionales. Es un juego de adultos, así como cuando las niñitas juegan a "las tacitas"o a "la mamá" , o los niños a los "soldados", en que en realidad, las niñitas no son mujeres adultas ni los niñitos soldados en una guerra. Lo anterior no significa que no se piense en provocar o sentir dolor, de hecho debe haberlo (se trata de sadomasoquismo) como dolor hay en una pelea de box (que no es una riña real) mas este debe ir controlado, lo que está enmarcado por el acuerdo previo.
Pero yo estaba hablando de la crucifixión femenina o mejor dicho, de la fantasía sexual de la crucifixión femenina, porque está claro que es una fantasía.
Es muy difícil llevarla a la práctica, aún de manera segura. La manera segura es la con amarras y por un tiempo prudente que no conlleve lesiones, nada de clavos o cosas por el estilo (ni siquiera pienso en las que se llevan a cabo durante Semana Santa en Filipinas). Es difícil por los recursos que demanda y el espacio que requiere. Debemos confeccionar la cruz, tener las amarras, un lugar tranquilo y seguro etc. Por lo anterior (la imposibilidad de llevarla a la práctica) y, habida cuenta de mi fijación, hubo un tiempo en que pensé en elaborar mi propia fantasía a nivel de creación literaria. Me encontré con la sorpresa de que en internet no son pocas las narraciones y cuentos y hasta poemas de esta especie, así como filmes; ciertamente no era el único con esta obsesión; ante ese panorama desistí. Me había encontrado con relatos realmente buenos (Y de calidad, lo que es mucho decir) a este respecto. ¿Qué novedad podía aportar? seguramente repetir lo que antes ya habían escrito otros. Una página dedicada al tema me llevó a descubrir la fotografía de una modelo, con un video-performance en que se mostraba a una "crista", esto es, una representación de la pasión de Jesús pero en versión femenina. Tenía cruz, corona de espinas, flagelo, soldados romanos, clavos, simulación de azotes y sangre; toda una producción, nada grotesca, ni siquiera porno y muy breve (de unos 26 segundos). Hace unos años se representó en mi país (Chile) un cuadro parecido en que una actriz (P. Rivadeneira) era crucificada simulando a una crista y teniendo por taparrabos la bandera nacional; causó gran polémica en su momento, mucho más de lo que provocó el performance de madonna. Pensé que podía hacer una parodia de la vida, pasión y muerte de una Jesusa. Sería un relato largo, tal vez reescribir el evangelio. En el momento de la flagelación, por supuesto, incluiría la violación por los soldados de aquella Crista. Todo lo demás sería igual (prédica, hechos, milagros) incluída la resurrección. Cláramente sería considerada una herejía y falta de respeto.
Si pensamos en el aspecto lujurioso del hipotético cuento-parodia yo estaría de acuerdo en que algo de sensualidad atrevida y hereje tendría, pero si le quitáramos ese detalle (violación ) a mi entender, y éste es mi personal punto de vista, nada de ofensivo tendría. Sin embargo "ese detalle" no podría quitarse, aunque la violación no se incluyera ya que la Jesusa de todas formas habría de ser crucificada desnuda como lo eran todos los condenados a muerte por los antiguos romanos. Una exhibición así claramente era para humillar y, en el caso de las mujeres, llamar a la lujuria morbosa de los espectadores (aparte del fin atemorizante a la población de un estado terrorista y fascista como el romano). Cuando armaba mi proyecto mentalmente pensaba que la faceta tierna, amorosa, compasiva y redentora del salvador se vería exaltada con la versión femenina de Cristo. Se hablaría de "la hija" de Dios o de la "hija" de Diosa o de la Madre en vez del Padre, habría una Pedra, una Juana, una Judas-mujer o arpía traidora o envidiosa. Todo estaría dado vueltas en cuanto a género. Fue allí donde tropecé y di en la cuenta en que el proyecto era inviable. ¿Cómo podría recrear la Palestina antigua, su contexto histórico, la sociedad de ese momento y lugar con una Jesusa? era inconcebible una mujer predicadora en una sociedad patriarcalista y machista a ultranza. Además pensemos en las apóstolas ¿mujeres que dejaban su hogar para seguir a la maestra? la historia aparecía absurda e inverosímil ¿y el papel de María Magdalena?, el Mario Magdaleno ¿un puto de la época tal vez? ¡absurdo¡. Nada tenía sentido en esa parodia. Me encontré en una web con algo parecido a lo que pensaba hacer. Era la "historia de Petra", un cuento escrito en alemán (hube de usar un traductor para leerlo, de alemán no tengo idea).
Petra, mujer "celote" y guerrera (celote: Partido político extremista judío de la época) y contemporánea de Cristo, era capturada por los romanos y condenada a la cruz por alzarse contra la dominación romana. Todo el flagelo y muerte de Petra era igual al del Salvador, incluido el lanzazo que el soldado da a Jesús, una vez muerto. Dicha historia reforzó en mí la idea de que la parodia no me dejaría conforme. Aunque en el relato de Petra no se usó la figura del cristo-mujer sino la de una rebelde extremista, el cuento tampoco era creíble, al menos en su aspecto histórico; el delito de Petra era la sedición ¿Una mujer metiéndose en política y más encima a través de una acción armada? en la sociedad judía de la época no era posible ¿y qué hay con esos detalles?, ¿para qué tanta rigurosidad histórica? , el relato sería calentón y sado de todas formas, como lo es la "historia de Petra". Eso pensé pero ya dije que historias de mujeres crucificadas abundan en los espacios BDSM de internet, en todos los idiomas y yo no estaba dispuesto hacer otro más, igual a muchas ¿para qué?. Es así como desistí. Eso sin mencionar las molestias que causaría en muchos, lo que tampoco era mi intención.


Hace poco había vuelto a las andanzas. Estaba escribiendo un cuento, ambientado en el imperio romano. Un hombre, especialista en crucificar, era llamado a hacerlo con una esclava fugitiva. El tipo gozaba cuando su trabajo recaía en mujeres. Imaginé que se enamoraba de la esclava cuando era flagelada, más que amor, una pasión extraña se apoderaba de él, una lujuria incontenible al verla retorcerse con cada latigazo caído en su desnudo cuerpo. Cuando le tocaba ponerla en la cruz, él, so pretexto de debilidad del madero, decidía clavarle los pies en el empeine y no en la articulación de los tobillos; para hacer esto los ponía en una plataforma, lo que no era habitual en la manera de crucificar de los romanos. Toda una excusa para no tener que romperle los huesos. Lo mismo hacía con las manos; no clavaba sus antebrazos, sino las palmas y cuidando de no lesionar la estructura ósea. El protagonista gozaba grandemente con el martirio que le causaba a la condenada, pero a la vez le provocaba una profunda compasión y enternecimiento. Le daba de beber, la acariciaba y consolaba. Finalmente pedía hablar con el dueño de la esclava y comprársela a un bajísimo precio habida cuenta de la probabilidad de no sobrevivir o si lo hacía, la esclava quedaría inútil después de haber estado en la cruz (esto era habitual en aquella época y se usaba el comprar esclavos crucificados). El Amo accedía y entonces el hombre la bajaba del madero y se la llevaba a su casa. La cuidaba, la sanaba de sus heridas y se quedaba con ella transformándose en una esclava fiel y amorosa. La historia tenía un final feliz y medio cursi pero en fin ....... no tengo tiempo para escribirlo ahora y puede que jamás lo tenga, aunque nunca se sabe jajajajajajaja. Si alguien quiere hacerlo he aquí la idea y tómela pero diga que fue a partir de esto que leyó.
FIN.