jueves, 29 de octubre de 2009

CONDENADA (Parte 7).

Este será otro juego cruel, en eso consiste la estadía aquí, se divierten con juegos crueles, sólo somos piezas de un gran tablero, sólo juguetes; así pensaba Claudia cuando el gordo explicaba.

- La primera alternativa es: castigarlas a ustedes dos por el berrinche de
ésta perra ¿cómo ha de ser?, serán colgadas de las tetas y desnudas en la superficie, bajo el sol, deberán pasar tres días así, sin comer ni beber, y antes de eso, se les dará una azotaína. Si aparecen cuervos, no les espantaremos; a los cuervos les encanta el sabor de los ojos humanos, JAJAJAJAJA. Es claro que es probable que mueran antes o, si completan los tres días, mueran luego por los padecimientos o queden con las tetas horribles o hasta sin tetas. Si fallecen, serán cocinadas y servirán como alimento para las demás reclusas, un aporte nutritivo para la débil dieta que llevan acá, seguramente ya habrán oído que ese es el fin de los cuerpos de las que mueren en "Las entrañas".
La otra alternativa contiene dos subalternativas, la primera: arrojaré al abismo ahora mismo a ésta egoísta, morirá sin mayor dolor, aunque con un poco de vértigo, JAJAJAJA; la otra alternativa también es de muerte: será clavada en la cruz, en la superficie, quedará al sol, desnuda, quemándose y desangrándose de a poco hasta que muera; creo que a ella le gustará ya que no ha dado muestras de gustarle nuestra casa, parece que la encuentra algo lúgubre y oscura, entonces que se quede tomando el sol JAJAJAJAJAJA.

Los demás custodios también carcajeaban cada vez que el gordo reía y Claudia percibía, por el temblor de manos, el terror que ahora estaba apoderándose de su compañera que tenía al lado; si ésta caía en un ataque de histeria, entonces ahora ella debería pagar según las reglas de la cárcel y no habría alternativas ya que entonces sólo sería ella y nada más que ella, pero también pensó que a fuerza de ser un juego de diversión completamente arbitrario y cruel, nada podía preverse tratándose de los custodios, el capricho de ellos era el que mandaba. Si la arrojaban al abismo no sería tan malo, el pozo era profundo y nada podía verse, caería y caería y no vería nada, absolutamente nada por la oscuridad y sería mejor así, el miedo estaría aminorado y al llegar al fondo un impacto daría cuenta de ella y ya no quedaría rastro de una mujer que alguna vez se llamó Claudia; ciertamente eso era mejor a cualquier cosa, ¡que feliz se sintió de pensar así¡ sí, ella deseaba ser arrojada a lo insondable, la tierra se la comería.

-Vamos, decidan, perras, les estoy dando una oportunidad, decidan o las crucificaré a todas después de torturarlas durante una semana. TÚ (dirigiéndose a la compañera de Claudia), DIME ¿QUÉ DECIDES?.
-arroja al abismo a la egoísta.
-JAJAJAJAJA, NO DEMORASTE DEMASIADO EN DECIDIR JAJAJAJA; dime ¿por qué debería a ella arrojarla al abismo y no a ti? tú también eres una egoísta ya que prefieres la muerte de ésta y no ser tú la colgada de tetas, vamos, recuerda que debes fundamentar tu elección, vamos, has de convencerme ¿por qué debo lanzarla al abismo?.

He ahí con el jueguito otra vez, se dijo Claudia; ella ya había decidido y su fundamento lo consideró irrebatible, de eso estaba segura, la elección de ella sería la que el gordo adoptaría; ya sé cómo funciona este lugar, pensó. La otra mujer, después de dar su respuesta, no sabía cómo debía fundamentarla, no encontraba el argumento preciso y que dejara satisfecho al gordo, ¡que juego más cruel¡ se sentía perdida ya que, pensó, cualquier cosa que dijera podría volverse en su contra ¿cómo dejar contento a ese gordo horrible? Mientras, la histérica se había recuperado en algo y había oído lo que hablaba el gordo sobre su nefasto futuro que habrían de decidir sus compañeras por lo que sus gimoteos y llantos se reanudaron con más fuerza; la interrupción que significaba el nuevo escándalo dio tiempo a la mujer para pensar en lo que diría al gordo, mientras éste daba de latigazos a la llorona. Una patada en el vientre volvió a callarla y el gordo dijo:

-DAME TU RESPUESTA AHORA.
-debes arrojar al abismo a ésa gritona, nos perjudica, es egoísta y altera el equilibrio del penal, será mejor para todas, además es justo, ella fue la que cometió la infracción.
-no eres muy solidaria, ni compasiva ¿no piensas en su dolor y angustia? eres también cruel y más egoísta que ella.
-sólo soy justa.
-y cruel como bandida que eres, por eso estás condenada a este presidio.
-no soy cruel, señor, sólo pido un castigo para quien lo merece y pido que sea arrojada al abismo y no crucificada, ya que la cruz prolongaría su dolor y eso sí es cruel, en cambio cuando la lances al vacío todo terminará para ella en forma rápida, es un castigo compasivo.

Ante aquellos argumentos el gordo quedó estupefacto sin saber qué decir, era muy razonable la fundamentación. Claudia también pensó lo mismo y ya no estuvo tan segura, como antes, de la solidez de los fundamentos que pensaba argüir.

-Has razonado en forma brillante, reclusa, debo reconocerlo ¡uf¡ hasta me gustaste, me gustan las perras inteligentes como tú, ¿o debo decir zorras? JAJAJAJA, sólo una zorra astuta podía contestar así; cuando ya estés oficialmente declarada reclusa, con la marca infame y los aros, te sodomizaré, sentirás la fuerza de mi sexo en tus entrañas, esa será tu recompensa y bienvenida JAJAJAJA ¿qué opinas?.

La mujer se quedó callada, el gordo la abofeteó fuerte y dijo,

-CONTESTA CUANDO SE TE DIRIJA LA PALABRA, ESA ES UNA NORMA AQUÍ QUE DEBES APRENDER.
-SÍ, sí, sí, señor, opino que está bien, gracias por tu regalo.
-JAJAJAJA, así está mejor ¿ves que es fácil la vida en "las entrañas" si se tiene paciencia y se respetan las reglas? JAJAJAJAJAJAJAJA.

Al reír el gordo movía involuntariamente la barriga, Claudia se imaginó desde ya a esa barriga encima del cuerpo de su compañera cuando la estuviera sodomizando. Todos los custodios que había visto hasta el momento le parecieron hombres feos o en estado lamentable por lo viejos o gordos o demasiado escuálidos de carnes, todos tenían una expresión triste en los ojos cuando no era siniestra como la del gordo, sudaban hediondo y sus pieles lucían pálidas o en extremo bronceadas, ninguno vio que le mereciera al menos una admiración a primera vista. De improviso el gordo se volvió hacia ella diciéndole,

-ahora tú, gorda tetona, dime tú ¿qué has decidido?, ¿has decidido algo para la egoísta?
-sí, señor, he decidido que debería ser crucificada bajo el sol.
-¿QUÉEE? ¿en verdad, hablas en serio?
- muy seriamente, señor.
-eso sí que es cruel, no tienes nada de compasión.
-puede ser, mas es lo que se merece.
-y tú ¿qué te mereces? eres egoísta también, más bien cruel.
-no sé lo que soy exactamente, pero como has dicho, soy como todas aquí una condenada y una cosa, no tengo derechos, no pretendo ser otra cosa, mi vida ya acabó y no tengo miedo de decir que prefiero ver a ésta chillona colgada de la cruz.

-nada de solidaridad tienes en tu corazón.
-ella tampoco la tuvo.
-AAAAH , ¿ERES RENCOROSA?.
-sólo elijo de entre las alternativas que tú me diste.
-y ¿qué te parece si decido colgarte de tetas allá arriba? tus tetas son grandes, eres especial para eso, además tu corazón duro se lo merecería.
-si me cuelgas sólo me queda aceptar con humildad y resignación.
-¿eso es humildad o un desafío de orgullo?.
-sólo la verdad, no hay más reglas que el capricho de los custodios y el sufrimiento de nosotras las reclusas de "las entrañas del dolor".
-eso es cierto, hablas con verdad, pero no me has dicho por qué debo crucificar a ésta y no arrojarla al abismo o colgarte a ti de las tetas; quiero que fundamentes tu elección porque así como vas creo que terminaré colgándote de las ubres por falta de solidaridad y egoísmo.
-cuélgame si es eso lo que deseas, mas te digo que ésta se merece la cruz porque es egoísta, llevó al castigo a su compañera allá arriba hace un rato pensando que su vida, que su miedo, eran más importantes que la vida o el temor de nosotras, a pesar de tu advertencia y de la lección contundente que le diste, y yo diría, generosa lección; no escarmentó y volvió a fastidiar en este lugar cuando ni siquiera es oficialmente una reclusa marcada y cuando su condena no pasa de un año de prisión, estimulando con sus berrinches aterrorizados el miedo de nosotras y no importándole.
-es verdad todo lo que dices, pero debo decir que es un castigo cruel el que eliges para ella, hay rencor en ti e ira, creo que te colgaré de las tetas, los rencorosos lo son debido principalmente a su egoísmo, eres egoísta, al fin y al cabo no dejas de ser una delincuente que sólo piensa en sí misma.
-en realidad, si pensara en mí misma elegiría el abismo para ella, así se acabarían sus molestos gemidos de una vez y para siempre, pero elijo la cruz ya que si la lanzas al abismo su carne se perderá, en cambio si muere arriba, colgada de los clavos, al morir se aprovechará su cuerpo y mis compañeras reclusas se verán beneficiadas con algo más de nutrición a sus escuálidas dietas de tal modo el sufrimiento de ella no sería en vano y en algo aliviaría el dolor de la demás.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA, en verdad me sorprendes, tetona; si tu compañera es una zorra, tú eres una serpiente de la cual se debe uno cuidar, tu inteligencia es proverbial JAJAJAJAJA. Creo que has comprendido más que tu compañera el espíritu que gobierna "las entrañas". Custodios, desnuden a la gritona y que vuelva a la superficie y sea clavada en el acto a la cruz.

CONTINUARÁ.

miércoles, 21 de octubre de 2009

CONDENADA (Parte 6).

Esta vez sí, Claudia se extrañó de no sentir temor ni horror, tan sólo miró la escena de la chica siendo arrojada a lo insondable y se quedó como si nada extraordinario hubiera ocurrido; debía de estar enferma, sólo una enferma era tan indiferente; miró a las compañeras de la arrojada y se sintió plenamente identificada con la indiferencia de ellas ¿sería que ya estaba aprendiendo a comportarse como le corresponde a una perra condenada a "las entrañas"? si era así entonces aprendía muy rápido. Los sollozos malamente reprimidos de la histérica ahora le causaron desprecio, sólo un año de condena y se comportaba mal, ¿qué le quedaba a ella que estaba condenada a diez años? un castigo a la histérica le habría parecido bien merecido, el más humillante, el más degradante le habría producido placer; interesante sería comprobar la reacción de la mujer al anuncio de algo así, seguro se habría meado, jajajaja ¡que divertido¡ con sorpresa comprobó que ya asumía sin culpa su condición de criatura despreciable, le serviría sin duda para soportar lo que se le venía, así todo sería más fácil.
Emprendieron marcha las tres mujeres por el laberinto de la galería; atrás quedaron las otras esperando el ascensor con sus cestos de mierda, el gordo iba delante y dos custodios atrás de ellas. Cada dos pasos dos argollas sobresalían de las paredes y cada cinco se veía una celda, todas estaban vacías y con sus rejas de metal abiertas. Las reclusas se encontraban en la superficie trabajando en el campo; cada tanto además, un pequeño foso (en el suelo) les obstaculizaba el paso, por lo que debían bordearlo; esos fosos eran también celdas; hay que decir que no había patrón común en diseño y tamaño, las había muy amplias, otras de techo curvado, unas estrechísimas como una tumba en donde una sola persona habría cabido con esfuerzo y apretujada, aquellas en donde se percibía claramente que a gatas se entraba o en donde sólo era posible permanecer con la espalda curvada y las piernas encogidas. Las celdas estaban esculpidas en la roca y mal olían.
Los sollozos de la mujer histérica causaban una sonrisa en los custodios, aunque no parecían tener ánimo de castigarla. Caminaban y caminaban y no encontraban más que penumbra y un calor que, si bien era similar al del desierto que estaba en la superficie, se sentía más sofocante debido al enrarecimiento del aire. Claudia vio que las ropas de sus compañeras y de los custodios estaban mojadas, se miró las suyas y comprobó que también lo estaban, se tocó entonces la frente y se dio cuenta que empapaba en sudor. Los sollozos histéricos se detuvieron de improviso y Claudia, que venía con la vista pegada al suelo, levantó la cabeza y se tropezó con la visión de una prisionera que se encontraba parada en un costado del camino; les daba la espalda, la que estaba cruzada por marcas frescas y rojizas de latigazos en nalgas y piernas, su nuca echada hacia atrás permitía apreciar plenamente su cabeza rapada brillante de transpiración; unos grilletes en los tobillos le mantenían las piernas juntas y otros en sus muñecas con los brazos cruzados por detrás. Se quejaba y parecía respirar con dificultad, lo que era efecto de tener su lengua atravesada por un fino anzuelo metálico unido a una de las argollas que pendían de la pared por sobre su cabeza; su lengua fuera de la boca se mantenía estirada al máximo y la chica debía hacer un esfuerzo continuo por permanecer en puntas de pies si no quería desgarrarse la lengua; las lágrimas le corrían por las mejillas y una abundante baba le chorreaba de su boca sin poder evitarlo. El gordo, volteándose hacia sus conducidas, dijo:

-Colgada de la lengua por hablar demasiado, JAJAJAJAJAJAJA ¿qué les parece, recién llegadas? un tratamiento que no falla. Hace una hora dejamos aquí a la reclusa 1009 y ya no da más, estará tres días allí, sin comer ni beber, no dormirá demasiado cómoda, JAJAJAJAJA, pero no debe reclamarnos ya que quedará exenta de trabajar en las extenuantes jornadas del campo, YA VEN, NO SOMOS TAN DESCONSIDERADOS, JAJAJAJAJAJA.

La risa del gordo fue coreada por los otros custodios y ya la histérica estalló en un berrinche; se comenzó a dar golpes ella misma en la cabeza y a rasgar sus vestiduras. El gordo la miró serio y la que acompañaba a la gritona padeció terror al recordar que un error de una reclusa era pagado por la compañera de al lado. A Claudia nada le pasó y no sintió miedo. El gordo tomó a la histérica por el cabello y principió una lluvia de cachetadas en la cara las que no eran suficientes para acallarla, por lo que un fuerte puñetazo en el abdomen dio cuenta de su algarabía; cayó al suelo aturdida y sin aire en los pulmones, abriendo al extremo sus ojos y boca tratando de recuperar el aliento. Mientras la histérica aún boqueaba en el suelo, el gordo hizo ademán de dirigirse a las demás; Claudia se dijo, este es el final, anunciará mi fin o el fin de nosotras dos, y todo por culpa de ésa, pero mejor así, no temo.

-Amigas mías, ustedes han sido testigos de que he explicado a su compañera la regla según la cual el error de una es pagado por las demás o por la que está al lado, ello para estimular la solidaridad y buenos sentimientos generosos en las delincuentes cuyo defecto radica precisamente en su egoísmo malsano; pero veo que esta prisionera no tiene remedio alguno, es muy egoísta y no le merece importancia la vida de su prójimo, el comportamiento que ella acaba de tener debería ser pagado por ustedes dos pero, por otro lado, soy un hombre justo y no puedo amparar una iniquidad como esa, menos viniendo de una mujer egoísta a la cual ya antes se le había explicado el sistema de sanciones y que ya había enviado al castigo a una compañera. Recuerden que le di una oportunidad de arrepentirse y cambiar de lugar con la que quedó colgada de tetas allá arriba, ustedes son testigos, nada invento, no pueden reprocharme, pero debo observar reglas a cabalidad y una infracción ha de ser pagada siempre, es menester que así sea para mantener los equilibrios de "Las entrañas del dolor" por lo que les daré a elegir a ustedes entre tres alternativas, lo que ustedes elijan eso cumpliré, lo prometo y sólo de ustedes dependerá lo que ha de suceder, mas cuando elijan una alternativa han de darme un buen fundamento, debe ser convincente y de acuerdo al espíritu de lo que se pretende inculcar en este recinto de dolor y castigo; recuerden, deben convencerme y yo ejecutaré lo que decidan, JAJAJAJAJAJA, NO pueden decir que en este lugar no hay diversión, JAJAJAJAJAJA.
CONTINUARÁ.

miércoles, 14 de octubre de 2009

CONDENADA ( Parte 5).

El ascensor se detuvo, habían llegado a la última galería. Un laberinto estrecho se prolongaba hacia el interior, en las paredes había una antorcha cada diez pasos de modo que siempre la penumbra era la que reinaba. Los recibió un custodio viejo y barbado; sus ojos le parecieron tristes a Claudia, supuso que él tampoco era feliz en "Las entrañas del dolor" y que pocas eran sus salidas a la superficie. En la entrada había otra de esas ruedas de ventilación, aunque de menor tamaño que aquella de la superficie; la prisionera que le daba vida tenía un cuerpo que parecía de bronce: brillaba y el sudor del esfuerzo le daba un aspecto armónico, como de estatua, era el efecto de la escasa luz de las antorchas. El gordo hizo ademán de que les iba a hablar algo y requería atención.

-Bienvenidas a "Las entrañas del dolor". Han sido condenadas a este lugar para que sufran, sólo eso deben saber. Se llama "entrañas" porque es ahí donde estamos, en las entrañas de la tierra y porque experimentarán lo más profundo que puedan conocer en cuanto a sufrimiento. Ustedes sólo son "cosas", ya no tienen nombres, nuestro capricho las gobierna y tenemos licencia para todo, menos para que disfruten. Las reglas se les irán enseñando a medida que pasen los días aunque, ya saben, no hay más reglas que nuestro arbitrio. Cuando necesitemos que aprendan algo se lo haremos saber y seguramente recibirán algún castigo para que de inmediato se les quede grabado a fuego en sus cabezas.

Casi no había terminado de decir lo anterior cuando, de pronto, aparecieron fantasmalmente tres prisioneras venidas desde el interior de la galería, cada una con un cesto sobre la cabeza y las manos manchadas con algo oscuro. Al acercarse el trío las mujeres percibieron que olían a mierda, llevaban en los cestos mojones de excremento y las manchas de sus manos ciertamente correspondían a eso.
Se detuvieron cabizbajas al borde del abismo y esperaron el ascensor.

-Miren, recién llegadas, éstas perras que nos salen a recibir y que pronto serán sus compañeras, llevan su propia mierda hasta la superficie, la que servirá para abono de nuestros campos. Esta es una de las labores diarias que deberán realizar, es decir, limpiar sus propias celdas de sus mismas heces, lo deben hacer con sus manos; demás está decir que no hay retretes en las celdas. Esta labor es fundamental y si no la hacen serán duramente castigadas. A éstas que ven aquí se les juntó mierda ya que debieron estar encerradas por una semana, una de ellas fue la que motivó esa sanción ya que vomitó encima de uno de los custodios, por eso se les castigó a todas, las tres debieron estar encerradas sin ver la luz del sol.

El gordo se acercó a una de las chicas y la tomó del brazo con fuerza lo que hizo que la cesta de mierda se cayera.

-Esta es la perra regurgitadora de la que les hablo. Ya les dije que nuestro capricho es el que gobierna la prisión y que no deben esperar nada; serán testigos de nuestra arbitrariedad para que no lo olviden jamás.

En el acto la chica fue levantada con toda facilidad por el gordo, la tomó en sus brazos, ella no decía nada ni tampoco protestaba; se acercó al borde del pozo y la arrojó al abismo oscuro sin más. La joven lanzó un grito espantoso y no dejó de hacerlo mientras caía. En vano, Claudia esperó escuchar el golpe de su llegada al fondo, mas no se oyó nada y su grito simplemente fue alejándose paulatinamente hasta desaparecer. Las otras chicas con sus cestos sobre la cabeza, se quedaron estáticas sin chistar y esperando su ascensor como si nada hubiera pasado. Las compañeras de Claudia abrieron los ojos muy grandes y horrorizados y la histérica de antes comenzó nuevamente sus chillidos y temblores; lanzaba hipos y su respiración parecía irse a ratos.
CONTINUARÁ.

miércoles, 7 de octubre de 2009

CONDENADA (Parte 4).

El cuerpo desnudo y colgado de los pechos quedó atrás meciéndose; Claudia lo miró por última vez antes de llegar a la entrada de "las entrañas", se oían los quejidos inútiles de la mujer, luego se volvió hacia la otra por cuya causa había ocurrido esa desgracia, ésta no dejaba de derramar lágrimas de remordimiento, mas ahogaba sus sollozos. Claudia no se habría sentido culpable, claro, es cierto que el ataque histérico no le habría ocurrido a ella porque encontraba que su mente y su espíritu estaban tranquilos y resignados, esperando en cualquier momento una muerte violenta y dolorosa, pero si hubiera sido el caso ella no se habría sentido culpable; ahora tenía licencia para no temer a nada, tampoco a la culpa, ya era una condenada y en el infierno todo está permitido, a los custodios cometer arbitrariedades y a las condenadas comportarse como viles criaturas; razonó que una actitud digna no sólo era fuera de lugar sino además ridícula y chistosa.
Llegaron finalmente a la entrada de "Las entrañas del dolor". Una torre de vigilancia plantada al lado de la entrada, la custodiaba. En realidad no había puertas, la entrada era un hoyo en el suelo, un pozo profundo y de gran diámetro a través del cual se bajaba por un ascensor accionado por un sistema de poleas y controlado por un custodio. Una gran rueda de madera, algo así como un cilindro gigante, se movía permanentemente por el continuo caminar de una condenada similar a como lo hace un ratón en una jaula; una cadena partía de su cuello y su cuerpo, desnudo y quemado por el sol, brillaba de sudor; su rostro revelaba un profundo cansancio y cuando disminuía la velocidad era estimulada por el azote de un custodio. A pesar de que las mujeres ya habían visto a las crucificadas absolutamente desnudas, se impresionaron al ver a esta prisionera, anuncio de la vida que les esperaba de ahora en adelante. La espalda de la mujer estaba atravesada por las marcas de los latigazos y se veían numerosas cicatrices en todo el cuerpo; su frente marcada como ganado lo mismo una nalga; sus pezones atravesados por aros al igual que su nariz. Jamás se borrará la marca de su frente y lo mismo me harán a mí, pensó Claudia, eso era definitivo, aunque lograra salir de ése lugar con vida, la marca la delataría como una ex-reclusa de "Las entrañas del dolor" y el desprecio siempre la perseguiría por siempre, pero claro estaba que no saldría jamás de allí.
La chica de la rueda se veía muy enjuta y magra, de contextura fina, pero sus piernas eran notoriamente musculosas y gruesas, ello advirtió a Claudia que el caminar en la rueda era su trabajo de todos los días. La rueda era el mecanismo que accionaba la ventilación del penal; había otras más en cada una de las galerías que se repetían conforme se bajaba y siempre una condenada era la encargada de mantenerlas funcionando, día y noche, sin parar, en dos turnos de 12 horas; era uno de los trabajos más duros ya que no tenía descansos intermedios como en el campo.
La mujer de la rueda provocó una suerte de vergüenza ajena en el grupo y horror de saber que ellas también serían rapadas de cabeza, marcadas y atravesadas con aros como si fueran reses. Se detuvieron a esperar el ascensor mientras miraban a la caminante.
Claudia vio que el pozo era oscuro; ese sería su hogar de ahora en adelante, nunca más la comodidad, nunca más la higiene ni la tranquilidad; sólo la oscuridad y la nada, sólo el dolor. Detectó en sí misma una ansiedad por comenzar ya, de una vez, su nueva vida de condenada, lo deseaba, lo estaba asumiendo.
Apenas el ascensor comenzó su descenso, el aire se enrareció al instante y un olor fuerte y desagradable se hizo sentir; todas las mujeres arrugaron sus narices, salvo Claudia que ya se esperaba algo así. Bajaban y bajaban y la luz se iba quedando atrás en un círculo que se veía cada vez más pequeño arriba de sus cabezas. Abajo, un pálido resplandor de antorchas anunciaba las galerías. Pasaron el primer piso de la primera galería, pero no se detuvieron y siguieron bajando, llegaron al segundo y continuaron, así pasaron 8 de ellas y cada vez el aire era más escaso y maloliente, en una mezcla de mierda, sudor, humedad, pudrición y minerales. Las llevaban al último piso, el más profundo y oscuro. Algunos alaridos y quejas seguidos de las voces masculinas de los custodios se escuchaban al pasar por la entrada de las galerías. La mujer que antes se había comportado histéricamente ahora venía aumentando su llanto otra vez, pero hacía esfuerzos ingentes por contenerlos o ahogarlos. CONTINUARÁ.

jueves, 1 de octubre de 2009

CONDENADA (Parte 3 ).

Cuatro vigas de madera se alzaban ante ellas seguidas de tres cruces de las que colgaban unas prisioneras; sus cuerpos absolutamente desnudos chorreaban de hilos de sangre que provenían de sus muñecas las que estaban fijadas al madero travesaño por clavos; sus pies también se cubrían de espesa sangre ya que, al igual que las muñecas, eran atravesados por enormes clavijas de metal; sus cabezas afeitadas brillaban con el resplandor solar. Dos tenían su rostro inclinado y los ojos cerrados y la otra se agitaba y quejaba como si le costara respirar; su pecho subía y bajaba con desesperación -piedad, piedad- decía, -agua por favor- . Las que parecían desmayadas presentaban una delgadez impresionante; sus costillas podían fácilmente contarse; a Claudia se le ocurrió pensar que ello se debía a que precisamente esas dos, llevaban un tiempo largo recluidas; la otra se veía bien alimentada y de hecho su abdomen era algo prominente lo mismo que sus tetas; esto último no dejó de llamar la atención de Claudia ya que se sintió proyectada en esa mujer crucificada; sus cuerpos eran similares (Claudia era tetona y algo regordeta) ciertamente era nueva en "las entrañas" y eso significaba que bien podía ser ella la que terminara así o éste era un aviso premonitorio del futuro que se le avecinaba. Aunque se impresionó de ver el suplicio de las mujeres no tuvo miedo, no se dejaba de preguntar las razones de ello y sabía que no era valentía. Una de sus compañeras, una mujer delgada y de cabello negrísimo, al ver a las tres crucificadas estalló en llanto lanzando gritos agudos y desesperados; sus manos temblaban y no podía contenerse. Los custodios rieron ante la impresión de ella y el gordo habló.

-Prisioneras, esto será lo que les sucederá si no son obedientes, JAJAJAJAJAJA.

Los otros custodios siguieron riendo maliciosamente y entonces la mujer que había empezado a llorar se echó a correr en dirección al desierto arrastrando consigo a sus compañeras que estaban unidas a ella a través de la cadena en la argolla del cuello. Debido al tirón que frenó su carrera, cayó de espaldas e hizo caer a todas las demás. Los custodios carcajearon de buena gana y recogieron a la histérica; el gordo la tomó fuertemente del brazo y le dijo,

-con el ejemplo aprenderás y te aseguro que serás una reclusa modelo ya que te daré una lección que no olvidarás. La lección está dada por el ejemplo ¿me entiendes? el ejemplo.
-PIEDAD, SEÑOR, PIEDAD, ENTIENDO, ENTIENDO, SÉ LO QUE QUIERES HACERME, PERO TE PIDO PIEDAD, NO LO VOLVERÉ A HACER, NO ME CRUCIFIQUES, POR FAVOR NO QUIERO MORIR ASÍ, TAN SÓLO HE SIDO CONDENADA A UN AÑO, POR FAVOR.
-JAJAJAJAJA, veo que comprendes rápido las cosas, mejor así, ya que esta lección jamás se te borrará.
-NOOOO, NO, NO QUIERO SER CRUCIFICADA.

La mujer chillaba desesperada pero no podía moverse un ápice, el gordo era un hombre muy fuerte.

-Calma, mujer, te dije que es sólo una lección para que veas como funcionan las cosas en "las entrañas". Si una perra se equivoca se le alecciona y se le da un ejemplo que es un castigo físico a la compañera que tiene a su lado.

La histérica calló de pronto y todos miraron a la condenada que estaba a su lado; era una mujer de busto prominente. Rápidamente, los otros dos custodios desengrillaron a ésta y le quitaron la argolla del cuello, la desnudaron completamente y ya la gritona fue ésta otra mujer que trató en vano de protestar y zafarse de lo que se le venía.

-NOO, LA CRUZ NOOOOO, ES INJUSTO, NO PUEDEN HACERME ESTO, YO NO HE HECHO NADA.
-JAJAJAJAJAJAJA. No, perra, no tendrás cruz, aprovecharemos esas ubres que tienes, son demasiado “pequeñas” para nuestro gusto y te haremos un tratamiento para agrandártelas todavía más, JAJAJAJA.

La anterior histérica se quedó mirando callada y estupefacta la escena, mientras le corrían gruesas lágrimas a través de las mejillas. Claudia se preguntó qué le iban a hacer, ya que la cruz no era lo anunciado; esta mujer también poseía grandes tetas y nuevamente Claudia se sintió identificada y proyectada; perfectamente podría haber sido ella si hubiera estado encadenada al lado de la gritona histérica, mas tuvo suerte ¿suerte? que rara sonaba esa palabra en el infierno, casi divertida. Quiso reír pero se contuvo, pensó en que era cruel al querer reírse, pero ella no se mofaba de ninguna de las dos mujeres, más bien le provocaba hilaridad la situación, su propia situación de estar pensando como si viviera una vida normal y de ciudadana decente, ella ya no podía pensar como una ciudadana libre, era una condenada, es decir una cosa sin vida, tan sólo un objeto animado.
La mujer fue atada de manos por detrás de la espalda y luego de pies, a la altura de los tobillos. El gordo y los otros le sobajeaban los voluminosos pechos de manera grosera y desvergonzada, ella se retorcía con frenesí y lloraba con profusión.

-AAAAH, PERRA, ERES UNA PERRA, YA VERÁS, QUEDARÁS BONITA Y TETONA, JAJAJAJAJA. Espero que resistas.

La mano del gordo agarró brutal la punta de un pecho y lo estiró mientras otro le comenzó a poner alrededor de él una cuerda, luego estrangularon salvajemente; la teta quedó convertida en una especie de globo a punto de estallar; acto seguido hicieron lo mismo con el otro pecho; así, con las tetas atadas, la comenzaron a suspender en el aire paulatinamente desde una de las vigas; sus pies atados se fueron despegando del suelo y ella gritó esta vez con verdadera convicción. El látigo del gordo comenzó a caer sobre el cuerpo colgado haciendo que este se balanceara provocando aún más dolor y desesperación en la pobre mujer. Los golpes llegaban a cada rincón y dejaban una marca rojiza de la que manaba, de a poco, gotitas de sangre. El dolor de los golpes hacía que la mujer se retorciera tratando de escapar de él, mas al retorcerse se provocaba más dolor aún por estar colgada y soportando sus nobles pechos todo el peso de su cuerpo. Ante tanta crueldad, la anterior condenada se arrojó a los pies del gordo y le imploró piedad para su compañera.

-SEÑOR, PIEDAD PARA ELLA, HA SIDO MI CULPA, YA APRENDÍ LA LECCIÓN, ME CONTROLARÉ EN LO SUCESIVO, POR FAVOR TE PIDO QUE TE DETENGAS, NUNCA MÁS VOLVERÉ A COMPORTARME ASÍ.

El gordo se detuvo en la azotaína y le contestó,

-de modo que reconoces la culpa.
-así es, señor.
-veo , y veo también que te nacen sentimientos generosos, al parecer la cárcel ya ha suscitado en ti un efecto benéfico, las delincuentes también pueden tener nobles sentimientos ¿me equivoco?.
- no, señor.
- te reconoces culpable y generosa a la vez ¿es eso lo que pretendes decirme.

-sí, señor, es eso.
- si es así, entonces deberás sufrir este castigo también ya que eres culpable y generosa. Te cambiaremos por ella ¿qué te parece?.

La mujer miró pálida al gordo y nada dijo.

- Si así lo deseas bajaremos a ésta y entonces tú deberás ocupar su lugar y quedarás tres días colgada sin comer ni beber, al cabo de los cuales te bajaremos; con suerte vivirás y te quedarán unas largas tetas o tal vez no te quede ninguna, jajajajaja, aunque te anuncio que debido a tu poco busto no eres para esto, las tetonas resisten mucho más, te lo digo yo que me lo paso colgando perras tetonas, jajajajajajaja.

Al decir aquello, el gordo, miró involuntariamente el busto de Claudia.

-¿Qué me dices? tú eliges, tú o ella, vamos, dime ahora o sino las cuelgo a todas.

Mejor así, se acaba esto de una vez, se dijo mentalmente Claudia que ya se imaginó colgando bajo el sol.
La mujer seguía callada ante lo cual el gordo la agarró del cabello y le volvió a repetir la pregunta.

-¿TÚ O ELLA? .
-no quiero ser colgada, señor.
-JAJAJAJA, ESTÁ BIEN, de modo que eliges que tu amiga se quede colgada. Te reconoces culpable, mas no generosa, eres una egoísta como todas las delincuentes; vamos, dilo, di que eres egoísta, di o te cuelgo a ti también.
-soy culpable y egoísta, señor.

-JAJAJAJAJA, LO SABÍA. Como te dije antes, esta será una lección que no olvidarás en tu vida, lo hago por tu bien y ahora incorpórate a la fila de las perras.

La mujer se levantó cabizbaja y llorosa se puso junto a las otras.El gordo continuó azotando a la colgada por un rato y luego la dejó desmayada bajo el sol. CONTINUARÁ.