El viento le daba en la cara y Svetlana sonrió con satisfacción. Sólo se escuchaba el sonido del mar; a su espalda estaban las luces del pequeño pueblo de "Laguna Verde" y ella ahí, sola, en esa playa de arenas blancas; no había nadie a esa hora, excepto ella, el viento y los sonidos del batir de olas. Se le ocurrió desnudarse. Su ropa y los zapatos quedaron en la arena y enfrentó "en cueros" la corriente de aire marino. A pesar de estar a la entrada de la primavera, no sentía frío, más bien se refrescaba, ¿serían las copas de coñac que había bebido?, de hecho la cabeza aún le daba vueltas y el viento aumentaba la sensación de mareo. Durante el día había tomado mucho sol en la playa y su piel estaba quemada, tal vez de ahí su inmunidad al frío. Se sentía poderosa por eso. Estaba sin ropas, con el viento golpeándole de frente, en la noche costera y ella lo disfrutaba. Se acarició los pechos; con un brazo se los cubrió y con la otra mano se tapó el pubis como había visto en el cuadro de Boticelli "El nacimiento de Venus". Venus, la diosa que nació de la espuma marina.
Ella era rubia como la mujer del cuadro. Desde pequeña se sintió identificada con esa imagen y ahora podía representarla en vivo. Avanzó unos pasos y dejó que las frías aguas lamieran sus pies. Era Venus, la diosa del amor, desnuda, saliendo del mar. Pasó sus manos por el vientre y las nalgas; se abrazó a sí misma, se acarició la frente y la cabellera, luego abrió los brazos en cruz, tratando de abarcar el sereno que le invadía cada centímetro de su desnuda piel .... cerró los ojos y comenzó a repasar los eventos del día.
CONTINUARÁ.

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