
-Por eso el hijo de Dios nació hombre, sólo un hombre es digno de sacrificarse de ese modo- decía Julia. El hombre está hecho para eso: es fuerte, tiene hombros, espaldas y brazos poderosos para resistir. El hombre ha nacido para luchar y dominar y por eso su suplicio tiene más sentido, hay una razón de ser: la humillación es real y vívida.Una mujer en la cruz no resiste, no está creada para luchar; seguramente, en la antigüedad, morían primero que los hombres (en la cruz); porque el varón, aunque no lo quiera, se resiste a morir y sufre más por eso. El hombre crucificado es la exaltación de lo masculino llevado al extremo, su suplicio lo hace digno, se pone a prueba su fuerza y su orgullo natural y es hermoso ver esa fuerza atrapada, en esa suspensión dolorosa, sin posibilidad de huir; es como amansar un caballo o dominar un toro. Tal argumentación me dejó perplejo, nunca lo había pensado de ese modo.
-Acepta y me derretiré de placer por ti- dijo Julia.
-Bueno, si es un teatro, un performance, podría pensarlo; me imagino que se usarán amarras ¿no?.
-Esto será algo real, mi amigo-
¿Qué significaba eso, que se usarían clavos acaso?. Yo no estaba dispuesto a algo así; era un procedimiento inseguro, con posibilidad de contraer infecciones, sin mencionar el peligro de romper un hueso, nervio, tendón o arteria. Yo no quería morir ni quedar lisiado; se lo manifesté y traté de parecer firme y decidido a no transar, ella sólo sonrió junto a Sandra y dijo,
-Te gustará y lo disfrutaremos todos- Me dio un suave beso en los labios cuando dijo aquello y agregó,
-Sé que irás, bebé.
La chica española que sería crucificada venía con su novio, él se encargaría de flagelarla y Sandra y Julia lo harían conmigo. Sería un castigo público, con los miembros del Club como espectadores, en una propiedad campestre de los alrededores de la ciudad cuyo dueño era socio del Grupo. Mi amiga había pensado en todos los detalles, era una excelente organizadora. "La pasión" comenzaría a las cuatro de la tarde. La chica y yo seríamos desnudados completamente y sometidos a humillaciones y abusos múltiples delante de todos. Sólo Sandra y Julia me castigarían y el otro sujeto lo haría con su novia. No habría penetraciones de parte de nuestros castigadores ni de los demás, pero no por eso el panorama que se avizoraba dejaba de ser escalofriante. Se nos azotaría con cables eléctricos, forrados con goma, por lo que habría mucho dolor pero tal vez nada de sangre ya que el caucho tiene la virtud -¡vaya virtud¡ - de romper por debajo de la piel, pero sin destruir ésta salvo que el golpe sea demasiado fuerte.
-Será delicioso verte llorar y pedir piedad a gritos.
Era tan suave la voz de Julia que resultaba increíble que estuviera pronunciando esas palabras.
-Pues te privaré de esa delicia porque no participaré de la "pasión"- dije.
Las víctimas no estarían obligadas ni secuestradas, en cualquier momento podrían salirse del performance gritando la palabra de seguridad que era "crucim".
Las torturas estaban programadas para durar media hora pero se podrían prolongar por más tiempo. Al terminar la azotaína "descansaríamos" por media hora más. Se nos bajaría a un pozo profundo mientras el Club se iría a tomar un refrigerio y a socializar dentro de la casa. Luego se nos subiría y comenzaría el trayecto hacia nuestro suplicio final. Deberíamos dar siete vueltas alrededor de la propiedad cargando nuestras respectivas cruces. La parcela era un cuadrado cuyos lados eran de 200 m cada uno. El sendero que seguiríamos estaría sembrado de trozos de cables eléctricos para provocar dolor en nuestros pies descalzos. Al terminar el periplo, seríamos crucificados mientras los socios disfrutarían de una jugosa carne asada al aire libre acompañados de vino y música, es decir, desde nuestro sufrimiento contemplaríamos su diversión y viceversa.
La idea de Julia era que finalmente la visión de nuestros cuerpos en la cruz desataría una orgía frenética entre los comensales y no se nos bajaría hasta que ésta terminara.
No podía creer lo que escuchaba de los labios de mi amiga. Lo que me estaba describiendo era casi un ritual satánico y perverso, demencial y terrorífico.
-Pero, ¿y se usarán clavos en la crucifixión?- Por toda respuesta Julia dijo,
-Sólo te digo que cuando te vea colgado de la cruz, sudoroso y angustiado, mis interiores se derretirán de placer, es más ya estoy mojada. ¿La tienes parada ahora, cielo? estoy segura que sí, y que ese día estarás allí para mí.
-te equivocas.
-es lo que siempre has querido y aunque te resistas terminarás en el suplicio. Te resistes, luchas contigo mismo, y desde ya estás atormentado; eso me gusta. Desde éste día sufrirás hasta el día de la "pasión" porque está en tu naturaleza rebelarte. Me gustas, no te imaginas cómo me gustas y eres perfecto para ser mi víctima. Desde hoy te perseguirá la ansiedad y el miedo, y eso que tienes debajo entre tus piernas no dejará de estar erecto hasta ese día; tu pasión comienza ahora.
Su mirada negra y la dulzura de su tono de voz pronunciando lo último, se quedaron en mi cabeza y no dejaron de repetirse durante las dos semanas que faltaban para el día de "la pasión". Me retiré inquieto, sin despedirme de ellas, indignado y con el orgullo herido.
Esas semanas fueron un infierno como profetizara Julia. No podía trabajar tranquilo ni mucho menos dormir; me salieron ojeras y andaba cansado y de mal humor. Ante el espejo me repetía a mí mismo que no participaría de esa huevada de la "pasión", que no era segura y que Sandra, Julia y todo el Club eran una tropa de locos depravados que podían irse a la conchadesumadre. Tenía pesadillas angustiantes al cabo de las cuales despertaba con el pene tieso y candente. Estaba viviendo un strés que me volvía loco. Abría mi correo electrónico todos los días para ver si Julia me había escrito y me quedaba horas ante la pantalla con ganas de escribirle que no iría, que se fuera a la mierda, que era un súcubo maldito, una bruja, una vampira horrible, una puta maraca.
Cuando toda esta mierda empezó, el grupo estaba reunido en torno a nosotros dos. La bruja demente de Julia, después de un corto discurso y la bienvenida a los asistentes, con la amabilidad y el encanto que le caracterizaban, procedió a inaugurar el encuentro internacional del Club Virtual. Abruptamente todo cambió, la "pasión" había comenzado.
La chica y yo, fuimos desnudados completamente a punta bofetadas e insultos, delante de los presentes. Todo el tiempo, el novio de la española se encargó de ella y Sandra y Julia, de mí. Hasta ahí nunca había imaginado la vergüenza de ser maltratado delante del público y totalmente empelotas así con las legumbres colgando y al aire. Cada muestra de pudor y vergüenza era sancionada por los verdugos con un pellizco, cachetada o sarcasmo. Estaba a punto de gritarle en la cara la palabra "crucim" a Julia, cuando la desnudez de la española me dejó paralizado. Era una joven extraordinariamente hermosa, de formas perfectas, trigueña, muy acinturada, de tetas y culo precioso, cabello largo, muy tonificada y de vientre plano. Cuando su novio la tomó del pelo con tanta brutalidad, hice un ademán instintivo de ir en su protección lo que significó que Julia casi me arrancara la oreja de un pellizco. Me hizo arrodillar sin soltarme la oreja y me obligó a decir públicamente que la obedecería. Ya no era de voz suave y cálida, y de su mirada sólo salía fuego y maldad. Episodios como este se repitieron durante media hora.
Ambos fuimos atados, uno junto al otro, con los brazos en alto, casi colgando y en punta de pies desde la rama de un árbol. Con los cables de caucho nos azotaron la espalda, los glúteos y la parte de atrás de las piernas. Eran golpes dados con brutalidad y en desorden; no los contaban y caían ininterrumpidamente y muy rápido. Eran insoportables. La chica gritaba y lloraba, y yo trataba de reprimir los quejidos con suspiros frenéticos. Después de un rato, Julia ordenó un alto y el público aplaudió como si se tratara de un espectáculo. Pero ¡qué digo¡ si eso era un espectáculo, pero el hecho de pensar que lo hacían para celebrar mi dolor me indignó; yo no era para eso, la fantasía se hacía realidad y no me gustaba.
Fuimos desatados, pero colocados de la misma forma (casi colgando y en punta de pies, con los brazos en alto) pero esta vez, nos amarraron uno a otro de pecho. Nos pasaron cuerdas a la altura de la cintura, del trasero y de los muslos. Quedamos pegados como dos siameses. Sentí los blandos senos de la joven en mi pecho, y mi pene quedó tocando su bajo vientre. La calidez del cuerpo femenino hizo que otra vez me arrepintiera de gritar la palabra de seguridad. Nuestros alientos chocaban y, a pesar de estar voluntariamente viviendo eso, ambos sentimos un pudor casi insoportable.Trataba de que mi aliento no llegara a la nariz de la chica, quien cerraba los ojos y la boca apretándola. Yo no quería contribuir al malestar y dolor de ella.
Sandra, tomándonos de la nuca, juntó nuestras caras, frente con frente, nariz con nariz, presionando con toda fuerza y diciendo en voz alta,
-Uy ¡como se aman¡ vamos, bésense, bésense el par de amantes.
Casi automáticamente miré de reojo al novio y él sólo reía como el sádico que era, al igual que toda esa gente voyeurista. Julia anunció que la primera golpiza que se nos había propinado era sólo un aperitivo para entrar en calor y que ahora se daría inicio al verdadero flagelo. Los presentes aplaudieron gustosos. Sandra y el novio se irían turnando en los azotes los que caerían uno después del otro alternativamente. Cada uno de nosotros debería ir contando en voz alta a medida que recibiéramos el azote; si no lo hacíamos o se estimaba que nuestras voces no eran lo suficientemente altas, se nos multaría con cuatro azotes más a cada uno. En principio se nos propinaría un total de veinte.
Los primeros golpes fueron tan dolorosos que sólo salieron alaridos de nuestras bocas. Los cuatro primeros no fueron contados por lo que la azotaína subió a 36; cuando Julia nos lo anunció creí que moriría. La chica pidió piedad, pero no dijo la palabra mágica. Íbamos contando a gritos. Contamos hasta treinta y seis. Los golpes eran enloquecedores, a veces se me nublaba la vista. Ambos tratábamos de movernos para escapar de alguna manera del dolor, pero sólo conseguíamos mover la cabeza y hacer feas muecas con nuestros rostros. Ya no me importaba exhalar en la cara de la española. En cosa de segundos nuestros cuerpos pegados estaban cubiertos de sudor. Decenas de gotitas de transpiración llenaban la frente y la nariz de la chica. Sentía el aroma de su aliento y de su cuerpo el que se mezclaba con el mío. Inevitablemente mi miembro se endureció, pero la vergüenza que debería haber aparecido fue desplazada por la angustia y el sufrimiento y no me importó refregarme en la piel de ella.

-Tenía razón, ustedes se aman, al final tenían que aceptarlo jajajajaja.
Nuevamente, tomando nuestras cabezas, apretó las caras, una contra la otra, procurando juntar nuestras bocas, pero el sentimiento de humillación que se pretendía causar se veía lejano e inofensivo para nuestro orgullo; tanto había sido nuestro sufrimiento físico que ya no nos importaba.
CONTINUARÁ.

4 comentarios:
No me falles!!!
Invitación al lanzamiento del libro
DEMONIOS DE OTRO REINO
Edición Inglés -Español
+
Fotografías de R.H.Durand
666
Poesía: Leonor Dinamarca
Traducción: F.J.Araneda
Fotografía: R.H. Durand
Diagramación: J.L. Ayala
Prólogo: Mauricio Torres-Paredes
Música: Jaime Nolasco
999
Lanzamiento
6 de diciembre 2008
21 horas
junto a los músicos:
Jaime Nolasco
Fernando Araneda
Roberto Yáñez
confirmar asistencia
leonordinamarca@gmail.com
Lugar
Segundo Piso del Restaurante "El Negro Bueno"
paradero 14 de Vicuña Mackenna
vereda poniente
se ofrecerá vino de horor
ENTRADA LIBERADA
se solicita puntualidad
me desespera ese "continuará" XD
me encanta la idea de un hombre-hombre en la cruz..:P
te dejo mi mail : supnem@gmail.com
y dibujaré.
am..la anterior soy yo..pero entre con el mail equibocado..ay de mi...XD
Nunca había leído un relato tan bonito... me encanta, que forma de narrar y de describir la escena más trabajada, acertadísimo.
A menudo he fantaseado con esta situación, especialmente con la crucifixión (¡sin clavos!, pues la sangre no me pone...). Me parece un castigo además de extremadamente cruel, erótico y bello. Siempre me han fascinado las pinturas religiosas de escenas de crucifixión, y para mí el "cristo crucificado" de Velázquez es el mejor sin duda alguna. La anatomía de Jesus es sencillamente bellísima...
Ví hace poco unas fotografías de David Vance de chicos que están muy buenos, y hay una en la que aperece un chico que está buenísimo atado a una cruz, vestido sólo con un minúsculo taparrabos, muy muy buena de verdad.
Como a ti "Supnem" me encantan las escenas de chicos crucificados.
Imagino una escena posando yo en esa situación como modelo, mientras me hacen un dibujo... ¡Sueños...!
Gracias por tu relato y vuestros comentarios. Muy bueno el Blog.
ivansergi5@hotmail.com
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