Estaba cansado ayer en la noche por lo que cuando me acosté, a las 11, me dispuse a dormir; no quería pajearme como le había prometido a la seudoesclava, sólo dormir. Pero apenas coloqué la cabeza en la almohada no logré conciliar el sueño.
Me puse a pensar en la esclava o seudoesclava, en su cuerpo desnudo frente al espejo, en su piel blanca, en sus cambios de ánimo y humor repentinos sin aviso y sospechosos, en su cara y ojos melancólicos. La cosa es que ya no dormí y casi sin darme cuenta tenía el miembro muy grande y palpitante; sentía que mis pelotas era inmensas, que toda mi genitalidad era enorme, tan grande como las tetas de la seudo esclava. Me imaginé amándola, llorando con ella, bufando como un animal cuando ella cabalgaba sobre mí y preguntándole a gritos por qué había aparecido en mi vida, por qué era así, por qué se empecinó en mí. Creo que la seudoesclava, por alguna misteriosa razón supo que yo no me estaba masturbando como lo habíamos acordado y vino a molestarme anoche, a torturarme, a ofrecerse desde la lejanía, a reprocharme como siempre lo hace, como siempre es una esclava, con cara de esclava, con cuerpo de esclava, con delirios de esclava . ¡ Por dios, mi esclava y te atreves a suponer que no pienso en vos¡
«La bruja»: Adelaide Crapsey; poema y análisis.
Hace 4 horas
2 comentarios:
Yo me he encontrado en esa situación montones de veces y siempre termina en una paja fenomenal.
en Gor hay un diccjo entre los Libres , dice..
Hay mas peligro en los ojos de una kajira que en mil tribus armadas a las puertas de tu ciudad....
una esclava se impone...por ser ella, por ser mujer.....
un beso Cristian Kristian....
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