jueves, 12 de noviembre de 2009

CONDENADA (Parte 9)

Este es el final de la historia. Si desean leerla desde el principio no tienen más que retroceder ocho entradas.

Mientras era violentada por los custodios, la 1555 no dejaba de llorar y rogar piedad; la 1556 la miraba de reojo tratando de mantenerse inconmovible frente a las atenciones del gordo, veía que su compañera era penetrada por ambos agujeros al tiempo que el tercer custodio refregaba el pene contra su cadera y zonas aledañas. El gordo olía a cebolla y a algo parecido a aceite de lámparas, no dejaba de acariciar ni maltratar sus pechos. Le metió su sexo por la vagina y en cortas embestidas ya estuvo terminado.

- No te lo meteré por el culo, tetona, sé que lo tienes delicado por el tratamiento con los cilindros ¿ves que soy bueno contigo?, sé que en un tiempo, no demasiado largo, me amarás, serás mi golfa oficial aquí, te convertirás en la reina y te gustará, no dejarás de ser consciente de que eres una perdida destinada a sufrir y lo aceptarás resignada, lograrás todo eso porque eres una hembra de verdad y eres zorra, pero antes debes pasar por varias etapas: ahora te haces la fuerte, mas luego te vendrá el berrinche, la desesperación, el terror, sentirás que no puedes, te encontrarás en el abismo infernal; ese es el primer paso, el segundo será la tristeza, sólo pensarás en morir, si logras pasar esa etapa sin suicidarte o echarte a morir, vendrá el acomodo, aceptarás todo, te volverás un criatura vil, capaz de matar para poder conseguir migajas, capaz de vender a los que amas sólo para satisfacer tu egoísmo y cuando hayas vencido ese periodo, entonces lograrás amarme, sí, amarme, a este viejo gordo, asqueroso y maloliente lo amarás, ¿y sabes por qué lo harás? pues porque no te quedará otra, porque no tendrás a nadie en tu vida, tan sólo a mí y ante la alternativa de la nada preferirás la mierda, el hombre que te provoca dolor. Te gustaré, verás que sólo yo te colmo aunque sepas que te uso para mi sólo placer, aunque sepas que para divertirme un día te mande a la cruz y te desvivirás por conseguir mi dicha, te sacrificarás sólo para que yo te mire.

Mientras el gordo discurseaba así, los otros custodios ponían de rodillas a la 1555 y la exhortaban a chupar sus penes. La 1556 vio que su compañera se resistía y volvía la cara en rechazo de los falos, pero cuando recibió la lluvia de bofetadas en las mejillas, presta dejó los chillidos y remilgos y tomando un pene con la mano comenzó la succión del glande. La 1556 se divirtió y maravilló del poder de una bofetada; un golpe que no causa mayor daño, no tanto como la quemadura con un hierro candente, pero que es capaz de hacer que una mujer dejé de gemir y comience a lamer un pene maloliente ¡vaya¡ la bofetada tiene poder. El gordo advirtiendo que la 1556 miraba la felación, le dijo,

-no dejaré que me la chupes por ahora, tienes sangre en la lengua por la argolla que te hemos colocado y me desagrada la sangre de las perras sobre mi sexo, pero has de lamerme las pelotas.

Tomándola del aro de la nariz, la hizo bajar hasta quedar de rodillas, volvió a manar un delgado hilo de sangre del agujero. El olor a cebolla mezclado con algo que ella no adivinaba salía de los genitales colgantes del gordo asqueroso. Con la punta de sus dedos tomó el arrugado escroto y comenzó a pasar la lengua; cerró los ojos mientras lo hacía; no sentía sabor alguno pero el hedor era chocante. La 1556 se dijo que podía aguantar eso y mucho más y que si su estadía en prisión estaba dada por tareas como esas entonces le iría bien.Cuando la 1555 iba a ser obligada a beber la orina de los custodios para diversión de estos, el gordo hizo un alto y dijo:

-NO, deténganse, tengo algo mejor; miren a mi tetona, miren éstas ubres, sus areolas grandes, ésta carne de su trasero, miren como tiembla ante un palmazo esta masa abundante y sustanciosa, es una delicia la reclusa 1556, ¡tan curvilínea¡ pues, ella nos bailará ahora.

La 1556 quedó paralizada, no dijo nada y miraba a los hombres con ojos de espanto; no se esperaba eso. Los custodios empezaron a palmear haciendo un remedo de melodía para que ella se moviera. El gordo la miró directo a los ojos y ella comprendió que debía hacerlo so-pena de funestas consecuencias, entonces comenzó a moverse desgarbadamente y sólo los pies: un pasito adelante, otro atrás, sudó helado, luego sus mejillas las sintió ardientes, pensó en cómo se estaba viendo ante esos bárbaros; pelada con aros infames, con sus partes pudendas y gorduras a la vista, marcada la frente y moviéndose ridículamente tras las palmas de esos hombres. El gordo avanzó hacia ella y de las argollas de los pezones recién atravesados, sacudió las tetas con verdadera furia, reanudando el dolor y la pequeña hemorragia de sus heridas.

-¡AAAAAAAAAAH, AAAAAAY¡, NOOOOOO.
-ASÍ, ASÍ DEBES MOVER TUS TETAS, ASÍ, Y DEBES MOVER ESE CULO Y LA PELVIS HACIA ADELANTE COMO SI ESTUVIERAS FOLLANDO, Y MOSTRARNOS EL CULO Y BAMBOLEARLO Y SALTAR Y DEBES SONREIR, UNA BAILARINA DEBE SONREIR Y COQUETEAR, VAMOS, DEBES HACERLO, Y LANZAR MIRADAS INSINUANTES A NOSOTROS, VAMOS, PERRA TETONA, HAS DE HACERLO.
-NOOOO, NO LO HARÉ, puedes matarme, crucifícame, pero no lo haré, no puedo, quisiera, pero no puedoooooo, por favor, no me hagas pasar por esto.

La 1556, lloraba al decir aquello, sentía una vergüenza insoportable y estaba dispuesta a preferir ser torturada antes que bailar.

-Está bien, 1556, cómo quieras, pero debes saber que entonces la 1555 será crucificada, mas antes la haremos comer su propia mierda, le sacaremos los ojos, le arrancaremos las uñas de pies y manos, verteremos metal fundido en ellos y la flagelaremos, y cuando fallezca en la cruz, te obligaré a comer de su carne cruda, te obligaré, ¿entiendes? personalmente te abriré la boca a la fuerza y deberás tragar el corazón que tú misma asesinaste.

La tetona 1556 sintió una corriente de sudor helado otra vez, subía desde su entrepierna por la columna vertebral y llegaba a su cabeza; orinó y su meada la sintió fría, cayó amarilla en el suelo salpicando sus pies, cerró los ojos y derramó abundantes lágrimas. Lloraba desde abajo y desde arriba, pero no hipó ni rogó ni chilló. Ella sabía que el gordo haría lo que estaba anunciando.
Se llevó las manos a la nuca y comenzó a mover su pelvis como con lascivia, movía su hombros; sonrió a los hombres sin dejar de derramar lágrimas, les hizo sugerentes movimientos de cejas, se tocó los pechos y el vientre, procuró moverlo y darle vida, se acercó a los custodios y sopló en sus caras, rozó sus sexos con los dedos, les susurró a sus oídos palabras dulcemente lujuriosas, volvió a balancear las ubres como sabía que le gustaba al gordo, les ofreció sus abundantes nalgas y las hizo temblar como gelatina; daba saltitos coquetos provocando una tempestad marina con sus carnes, se acarició el peludo sexo con descaro y giró, giró, giró y giró como un trompo. Los custodios, al principio, se quedaron sorprendidos y perplejos porque pensaron que no bailaría, mas al ver tanta gracia y belleza luego comenzaron a hacer palmas y todo fue diversión, incluso se alegraron de verdad, con emoción y todo, se arrobaron por unos instantes de ese lugar en las entrañas de la tierra. El gordo rió con satisfacción y se dijo que no lo esperaba tan luego, yo sabía que esa tetona era un zorra, lo está comprendiendo, será mía.
Minutos más tarde iban una detrás de la otra las condenadas, caminaban con la vista baja por el laberinto hasta que se detuvieron; en el suelo les apareció ante su vista un pozo pequeño, una tapa metálica lo sellaba, la tapa tenía una abertura por donde podía verse que había reclusas dentro. Al abrir los custodios la tapa, cuatro rapadas cabezas alzaron su mirada. El pozo era circular y de un diámetro de algo más de un paso; una sola persona habría cabido con incomodidad en él y tendría que haber estado de pie, mas dentro había cuatro reclusas, apretadas y aplastadas una contra la otra; sus caras afligidas sudaban copiosamente y presentaban signos de sofocación, ni siquiera les era posible levantar los brazos ya que estaban atorados; el hedor no era para desmerecer. Los custodios les extendieron la mano a las sepultadas y las fueron sacando de allí una por una con bastante dificultad; cuando quedó vacío el hoyo, el gordo se acercó al borde y miró, sonreía maliciosamente. Las recién liberadas tenían los pies negros de mierda y olían en consecuencia, sus miradas eran bajas y humildes, no hablaban. El gordo dirigiéndose a la 1555 y la 1556 dijo:

-1555 y 1556, hemos llegado al lugar donde vivirán de ahora en adelante, éste es su hogar, no es del todo cómodo, pero hemos hecho todo lo posible para una mejor estadía, jajaja. Como son nuevas, la primera semana estarán exentas de trabajar en los campos, no me lo agradezcan, es tan sólo para su propio bien ya que significará una etapa de adaptación a las nuevas condiciones; estarán juntas, créanme, solas no se sentirán.

La 1556 pensó que las dejarían encerradas en ese pozo infecto, se veía hediondo y asfixiante, incómodo a más no poder, dos mujeres prácticamente sepultadas, ciertamente había llegado la hora de sufrir, la hora de su real condena.

-En este pozo dormirán y comerán lo que todos los días uno de los custodios les arroje, no hay platos ni cubiertos sólo se les tira la comida, así que deben estar atentas para atraparla con sus manos si no prefieren recogerla del suelo, eso si es que pueden agacharse ya que es muy difícil como verán. Defecarán y orinarán ahí mismo, no se les abrirá sino hasta la próxima semana y cuando lo hagamos deberán limpiar con sus manos la celda. En este lugar se apagan las antorchas así que estarán en completa oscuridad. 1555 y 1556 tendrán tiempo para hacerse amigas, mucho tiempo, espero que lleguen a quererse.

Cuando ya estuvieron abajo, una sensación de encierro y asfixia le invadió a la 1556, comenzó a temblar. El gordo había dicho que cuando se les abriera la tapa la semana próxima deberían limpiarla con sus propias manos de la mierda cagada, pero ahora, las reclusas que acababan de liberar no habían limpiado nada, deberían ellas soportar la suciedad ajena de esas cuatro ¡que castigo más terrible¡ y así sería por diez años.

-1555 y 1556, ahora deben encogerse en posición fetal en el fondo del pozo y abrazarse mutuamente, vamos, perras, enrédense una a la otra con brazos y pies, háganlo ya.

La 1556 se preguntó qué clase de juego se le ocurriría al gordo. El suelo olía insoportable y las mujeres levantaban, en la medida de lo posible, las cabezas para no tener que tocarlo con sus mejillas. Había mierda y orina, incluso ésta aún estaba cálida. La 1555 hizo arcadas y al verla la 1556 sintió ganar de vomitar; comenzó a llorar y gemir, entonces el gordo les dijo.

-perras, abrácense una a la otra y quédense allí en el suelo, cerraremos la tapa.

La tetona sentía la calidez sudorosa del cuerpo de su compañera y le ardieron los pezones atravesados cuando sus senos se juntaron con los de su compañera; a la 1555 le pasó otro tanto ya que se quejó y entonces su aliento pudo ser olido por la nariz herida de la tetona. La 1555 lloraba como una niñita y tetona pensó que era la hora de llorar juntas y que el abrazo no estaba tan fuera de lugar, aunque fuera en el suelo inmundo de un pozo, ella sería su hermana en el dolor dentro de ese útero de sufrimiento y pestilencia. Besó la frente de la 1555 y apretó su abrazo sudoroso. La 1556 ya planeaba levantarse y ponerse de pie cuando cerraran la tapa y se fueran los custodios cuando el gordo ordenó a las cuatro reclusas que habían estado antes apretujadas que volvieran a meterse al pozo. El sudor helado volvía a invadir el cuerpo de Claudia llorosa cuando sintió cómo los pies descalzos y embadurnados de mierda y orines de las reclusas le aplastaban su cara, las costillas, la cabeza y las nalgas, luego, comprendió los motivos de estar abrazadas en el suelo del pozo, ellas mismas ahora serían el suelo del pozo. El estruendoso grito de horror de Claudia se escuchó en toda la galería y contagió a su compañera Regina, que así se había llamado en su vida civil y ya las dos mujeres gritaron histéricas y abrazadas irremediablemente.

-NOOOOOOOOO, NOOOOO, SÁQUENME DE AQUÍ, NOOOOO, PIEDAD, POR FAVOR, NOOOOOOO.

El gordo rió satisfecho y pensó que la primera etapa ya había comenzado, te lo dije, gorda tetona, ahora aférrate a la vida.
Marchado ya los custodios todo quedó en la más negra oscuridad y los espasmos y horrorosos gritos de Claudia y Regina fueron sofocados con las innumerables patadas y meadas de sus cuatro egoístas compañeras que estaban sobre ellas aplastándolas.

FIN.

3 comentarios:

Fumeres dijo...

Hola, muchas gracias por tus comentarios, perdona la demora ya sabes todos andamos algo ocupados. Ya me tomare un tiempo de relax para leer tus escritos y comentarlos. una vez mas gracias por tu tiempo. un saludo desde barcelona.

galatea dijo...

hola!
puchas, mucha lectura, letra naranja, chica.. y yo cada día más piti... :(
gracias por pasa a verme. estoy en tiempos de caos, sin internet, con intenciones de irme VIVIR a VIÑA... CAMBIOS... UFFF!

24.07.86 dijo...

No había terminado de leer este relato... ya te he dicho lo que me provoca... lo que me provocas.

Espero verte pronto y si no me recuerdas ya sabes que tpuedes preguntar.

Besos Cristian