sábado, 19 de julio de 2014

JULIA CANÍBAL.

Sus tobillos están juntos, tocándose, unidos por una argolla de acero tan apretada que llega a lastimar su piel. Cuelga de cabeza, completamente desnudo y sudoroso, sus manos atadas por detrás. La sangre se le agolpa a la cabeza presionando su frente, casi haciendo estallar sus ojos y las venas de las sienes. Siente su cara roja y mojada, su boca amarga. No hay nadie, está solo en el sótano mas ruega piedad en un susurro, sabe lo que le espera. AY, dice, AY AY, está que se caga que se mea porque será tratado como animal en el matadero. No, no será tratado; es un animal en el matadero: cuelga boca abajo, está sin ropa, suda a mares, músculos crispados, abdomen hundido, está asustado y sabe que bufará de dolor cuando comiencen a cortar sus genitales por lo tanto es, necesariamente, un animal para el sacrificio, un nuevo Isaac sin retorno ni salvación.
En un momento piensa que tal vez lo acuesten en la parrilla y enciendan el fuego con llama tenue. Tiene la esperanza de que, en cualquier caso, se desmayará, se desvanecerá. Flotará desnudo por siempre y entrará a la oscuridad sin darse casi cuenta. Es una esperanza. Pronto será devorado. Rueguen por él imagínenselo, piensen, pónganse en su lugar y si son creyentes, oren. 
Al otro lado de la pared la maestra Julia afila su cuchillo y prepara la parrilla. Se ha decidido por un asado a fuego lento, mas como sabe que los comensales gustan de la carne fresca (porque tiene un sabor especial que estimula los sentidos y por ende el alma) planea cercenar el pene y las criadillas a mitad del proceso, esto es , en pleno concierto de alaridos del animal. Ella es una verdadera maestra, detallista a más no poder y sabedora de todos los secretos del arte culinario. En sus clases siempre dice a sus discípulos que no es lo mismo degollar al animal y luego ponerlo sobre la parrilla a fuego tenue, no es el mismo sabor el de un animal muerto que el de uno vivo retorciéndose de dolor y se debe apostar siempre por la frescura. Y no sólo cortará cuando el animal se esté dorando (y aullando por el dolor) lo hará, y éste es el secreto del sabor según ella, lo hará luego de haber masturbado con su propia mano al hombre y en pleno derrame de su leche de macho, entonces y sólo entonces comenzará a cortar , primero los testículos y luego el pene erecto, apartará  estos filetes aderezados con la propia sangre y líquido seminal, los freirá en aceite de oliva y estará listo el platillo de fondo que será sorteado durante la noche del festín entre los comensales. "Placer y dolor" se llama el plato porque precisamente son esos los ingredientes principales, placer y dolor. Piensen también en aquello: imagínenselo y busquen con sus lenguas lo que podrían sentir los comensales de esa noche de festín. Piensen también en Julia.

 NO, mejor no piensen en ella, dicen que es peligroso, que si uno piensa en ella, de alguna forma la invoca, eso dicen.

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