Supongamos que te llamas Rosi, o Rosa o Rosaura, o Rosa María o Rouse Marie; en realidad no importa cómo te llames.
¿Cómo es el chico que te gusta, Rosa? ¿Por qué te gusta? vamos, dímelo.
¿te desprecia o simplemente te ignora?
Háblame de ello, Rosaura, vamos, puedes hacerlo.
No me conoces ni yo te conozco, casi no tenemos rostros y, por tanto, casi no hay pudor; la habitación en la que nos encontramos está absolutamente a oscuras; mi mente nada imagina y se llenará con lo que cuentes. Cuéntame de él, expláyate, desahógate, si quieres llorar sólo hazlo.
¿Qué te evoca tu amado? ¿a quién se parece?
Tu amor no correspondido es, en alguna medida, atractivo para mí; tu amor sin esperanza me despierta una morbosa voluptuosidad. ¿Hasta qué punto llegas en tu entrega? ¿acaso eres "la amante en silencio"? ¿él quiere a otra y tú misma le llevas a esa otra a su propia cama?
Te inflinges dolor porque ese dolor es el único vínculo que tienes con él. Cuéntame todo que estoy que reviento; cuéntame, yo no le contaré a nadie, Rosa.
El ama a otra, supongamos a una Úrsula, y tú le presentas a ésa Úrsula como señal y prueba de tu amor (prueba de la calidad preciosa de tu amor) y nadie lo sabe, ni él ni ésa Úrsula.
Házmelo saber a mí, Rosa, dilo aquí a mí oído, házlo; me alimentaré de lo que cuentes, pero seguramente mi hambre sólo aumentará.
«La bruja»: Adelaide Crapsey; poema y análisis.
Hace 3 horas
2 comentarios:
sigo leyéndote, chico malo
te dejo un linkeo, de como te gustan las mujeres
http://www.cuckoldphonefetish.com/blog/wp-content/uploads/2009/01/_h0c6381.jpg
L22
¿Nos conocemos? ¿quién eres?
Publicar un comentario